Hasta un 50% de los niños tiene malas rutinas de descanso y sueño
Se publica una nueva ‘Farma Class’ centrada en los problemas para dormir durante la infancia, con el fin de ofrecer al farmacéutico soluciones útiles para ofrecer a los padres. No dormir en una habituación adecuada puede alterar el sueño.
Que los niños duerman un tiempo adecuado en función de su edad es esencial para el restablecimiento de los procesos fisiológicos normales y para el desarrollo mental de los pequeños. Aunque lo natural es que los niños duerman bien, lo cierto es que se calcula que hasta un 50% tiene problemas de descanso. Así se ha puesto de manifiesto en la última Farma Class en la que Gabriela Pocoví Gerardino, doctora en Medicina Clínica y Salud Pública, máster en Inmunología Celular y Molecular, ha abordado la importancia del sueño en la población pediátrica.
Según esta experta, existen diversos estudios que demuestran que los niños que disfrutan de un tiempo adecuado de sueño “experimentan mejoras en múltiples áreas, incluyendo su capacidad de atención, comportamiento, aprendizaje, memoria y salud en general”. Así lo indica el trabajo de Shalini Paruthi publicado en Journal of clinical sleep medicine en 2016 titulado Consensus statement of the American Academy of Sleep Medicine on the recommended amount of sleep for healthy children: methodology and discussion.
“Un sueño saludable requiere una duración adecuada, un tiempo apropiado, buena calidad, regularidad y ausencia de alteraciones o desórdenes”, asegura Pocoví. Este proceso de descanso, añade, se regula gracias al equilibrio entre la actividad de dos sistemas cerebrales: los ritmos circadianos, que son relojes internos para los ciclos de sueño y vigilia, y la homeostasis, que controla el momento en el que el cuerpo necesita dormir y en el que debe despertar.
Franjas horarias
“Los estudios indican que muchas funciones del cuerpo actúan principalmente durante el sueño, como la reparación muscular, el crecimiento de los tejidos, la síntesis de las proteínas y la liberación de importantes hormonas del crecimiento”, afirma.
En este sentido, recuerda que los tiempos de descanso recomendados varían en función de la edad y desglosa cuáles son, según las recomendaciones de la Fundación Nacional de Sueño de Estados Unidos.
Así, los neonatos, hasta los 3 meses de vida, deben dormir entre 14 y 17 horas diarias; los bebés de 4 a 11 meses, entre 12 y 15 horas; los niños de 1 y 2 años, entre 11 y 14 horas; los preescolares de 3 a 5 años, entre 10 y 13 horas; los escolares de 6 a 13 años, entre 9 y 11 horas; y los adolescentes de 14 a 17 años, entre 8 y 10 horas. Eso sí, “no son rangos fijos y varían en función de la persona”, matiza.
Estudios epidemiológicos, entre los que destaca el titulado Commons sleep disorders in children, publicado por American Family Physician en 2014, indican que cerca de la mitad de la población infantil sufre trastornos de sueño. Y entre los factores que influyen encontramos problemas médicos, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o los desórdenes del espectro autista, pero también tener rutinas de sueño inestables o entornos para dormir inapropiados.
Según Pocoví, los niños necesitan estar en una habitación cómoda, oscura y fresca, con una actividad previa rutinaria, procurando que sea siempre a la misma hora y que invite al descanso. Por ejemplo, hacer una cena ligera seguida de hábitos de higiene, como el lavado de dientes, y leer algún cuento o libro antes de dormir. “Los niños menores de 12 años presentan alteraciones del sueño provocadas por una mala educación en el descanso o por tener límites inadecuados en cuanto a las horas de descanso”.
En este sentido, en la Farma Clas,s se resumió la pirámide planteada por Deanna Minich en el estudio Is Melatonin the ‘Next Vitamin D’?, publicado por Nutrients en 2022, para mejorar la calidad del sueño. Este gráfico también plantea unos hábitos nutricionales ricos en antioxidantes, que incluyan proteínas, como el triptófano, y alimentos de tipo antinflamatorio, así como fuentes de melatonina. Y que evite la ingesta de chocolate o bebidas que interfieran con el sueño: té, café, las energéticas, carbonatadas, etc.
Por el contrario, Pocoví destaca la influencia negativa que tiene la exposición a luces artificiales y a pantallas: televisión, ordenador, móviles, tabletas, luces LED, etc. “Los niños son dos veces más sensibles que los adultos a la supresión de la melatonina por la noche si se exponen a la misma iluminación”, advierte la experta. Por eso, es recomendable evitar la exposición a este tipo de dispositivos durante la hora anterior a acostarse. Y también mantener todos los dispositivos fuera de las habitaciones de los niños durante la noche.
Recomendaciones
Para aquellos padres y cuidadores que necesitan soluciones a este problema, desde la oficina de farmacia se les puede dar diversas recomendaciones, comenzando por fomentar buenas costumbres y cambios de comportamiento a la hora de encarar la hora de dormir con los niños.
“Un pequeño truco que se les puede facilitar es que mantengan un diario de sueño durante un par de semanas. Es un registro de cada noche en relación con la hora a la que se acuesta el niño, los tiempos de siesta, la duración del sueño, las actividades intermedias, etc. Esto ayuda a identificar los patrones y los posibles problemas que deben afrontarse”, afirma Pocoví.
Es importante establecer horarios a diario para dormir y cumplirlos, incluso los fines de semana, siempre teniendo en cuenta el tiempo de sueño recomendado para cada edad. Igualmente, incluir actividades de ejercicio físico en esas rutinas diarias, sobre todo en el exterior durante las horas de sol siempre que sea posible.
Por otra parte, si los buenos hábitos y los cambios de comportamiento no son eficaces, el siguiente paso es consultar las causas del insomnio con un profesional de la salud, normalmente el pediatra o el farmacéutico, qué otras opciones existen. “Administrar un complemento basado en la melatonina puede ser útil para ayudar a los niños a retomar una rutina de sueño saludable”, apunta la también nutricionista.
Como explica Pocoví, la melatonina es una hormona que se produce de forma natural, sintetizada, segregada por la glándula pineal en el cerebro como respuesta a la oscuridad. “Sus niveles de plasma disminuyen en las primeras horas de la mañana, comienzan a aumentar cuando cae el sol y alcanzan su nivel más elevado por la noche”; es decir, juega un papel en la regulación del ritmo circadiano y la sincronización del ciclo de sueño y vigilia con la noche y el día.
Una vez pasada la fase de neonato y hasta los años anteriores a la pubertad, los niveles naturales de melatonina tienden a ser mucho más elevados que en los adultos. Por eso, en aquellas ocasiones en las que aparecen problemas para conciliar un buen descanso, a pesar de haber adquirido buenos hábitos, se pueden recomendar complementos temporales de melatonina.
“Podría ser una vía segura, no adictiva y eficaz de preparar al niño para el sueño, ya que adelanta suavemente producción de melatonina con la caída del sol e induce a la somnolencia en función de la hora de la administración”, argumenta. De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) reconoce que dosis bajas de melatonina pueden considerarse como un suplemento alimenticio, ya que pueden proporcionar un beneficio a la salud a través de esta incitación al sueño en niños.
Según el estudio de Richard Appleton The use of melatonin in children with neurodevelopmental disorders and impaired sleep: a randomised, double-blind, placebo-controlled, parallel study (MENDS), una dosis de 0,5 mg de melatonina puede resultar eficaz para generar un mayor descanso entre los más pequeños. En general, los niños son más receptivos a estos complementos, aunque no todos los metabolizan igual. Por eso, en algunos casos se necesitan dosis de 1 mg, que también se han demostrado seguras para el paciente.
Ni dependencia ni somnolencia
Para estos casos de insomnio ocasional en niños y en aquellas ocasiones en las que necesitan un poco de ayuda para dormir, como cuando están de viaje, en periodo de exámenes o cuando deben afrontar un reto que les pueda poner nerviosos, desde la farmacia se puede recomendar ZzzQuil Kids, unas gominolas con 0,5 mg de melatonina, la recomendada por el Grupo de Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría. “No lleva valeriana, ya que no hay estudios que demuestren su seguridad en niños”, puntualiza Pocoví.
En su opinión, este producto no genera dependencia ni somnolencia al día siguiente y, para mejorar su eficacia, el niño debe chupar hasta disolver la gominola 30 minutos antes de irse a dormir y, en aquellos casos en los que la melatonina tenga una menor efectividad, en vez de una tendrá que administrarse dos. “Su uso se indica a partir de los cuatro años para asegurarnos de que los niños ya tienen una correcta deglución”, puntualiza la ponente en la Farma Class.
Según su experiencia y las indicaciones del producto, el periodo de toma debería rondar los 14 días. “En combinación con una correcta higiene de sueño, el niño debería empezar a notar mejorías en unas dos semanas”. Gema López