Ventajas y riesgos de la salud digital
Las nuevas tecnologías han evidenciado el gran potencial para obtener un modelo de asistencia personalizada, donde el paciente pueda gestionar aspectos de su propia salud constituyéndose en el centro de la atención. Si la telemedicina avanzó de golpe varios años con la pandemia, esta tendencia se ha consolidado al implementar herramientas tecnológicas que priorizan la atención presencial. Uno de estos elementos ha sido las video consultas que ya forma parte del hacer diario de muchos pacientes que dudaban de esta realidad, pero que las circunstancias les han “convencido” de su utilidad. El futuro del sector salud es digital. Incluso mucho más que ahora con tecnologías cada vez más certeras y eficientes que modulan la tradicional relación médico-paciente.
Esta transformación digital, sin embargo, no puede ser una excusa para la marginación de algunos pacientes, sino todo lo contrario: una herramienta contra la desigualdad. Es evidente que tardará en llegar a algunos confines de nuestra “España vaciada”, es decir de aquellos lugares alejados, con pocos habitantes y que carecen de algunos servicios básicos de forma permanente. Pero cuando llegue esta transformación habrá encarado ya su periodo transitorio -en el que estamos ahora – y su implementación será con las garantías de éxito.
Ya estamos en fase de asumir, por ejemplo, la tecnología TOI (Transdermal Optical Imaging) de escaneo facial para obtener el flujo sanguíneo del rostro del paciente, que genera una serie de datos específicos y fiables de su salud. A continuación, el especialista los evalúa a distancia sin desplazamiento. El uso de nuevas técnicas, especialmente big data, inteligencia artificial (IA) y la utilización de “wearables” en el seguimiento de la salud ha puesto de relieve su gran potencial para una atención personalizada con total participación del paciente.
A todo avance le sucede normalmente un riesgo. Éste se focaliza en los intentos cada vez más numerosos de “robo” de datos personales de pacientes para su comercialización en foros ocultos y webs “escondidas”. En el pasado año, 500 ataques a centros sanitarios han intentado conseguir datos de salud de los archivos informáticos que, en ocasiones, no estaban debidamente protegidos. Seguramente, damos más importancia a los datos bancarios que a los de nuestra salud, cuando éstos son mucho más sensibles pues atesoran informaciones de nuestra intimidad de carácter reservado y personal.
Como siempre sucede en la vida, los avances conllevan riesgos. Es nuestra decisión salvaguardar una información tan reservada exigiendo el cumplimento a los centros de salud de todo género las medidas que garanticen la privacidad ante intentos de difundirlos, con las consecuencias que podrían derivarse. Silvia Ondategui-Parra. Socia Global de Life Sciences de EY