La estimulación cerebral profunda mejora el temblor refractario del Parkinson
El temblor, uno de los síntomas más característicos de la enfermedad del Parkinson, no sólo afecta desde el punto de vista de discapacidad funcional sino también a nivel social. Uno de los principales inconvenientes es que las terapias están muy limitadas. Con todas las alternativas farmacológicas, todavía queda un 40% de pacientes aproximadamente que no responden al tratamiento. Representan lo que se conoce como enfermos con temblor refractario. Para este grupo existen terapias avanzadas. La estimulación cerebral ha demostrado ser la más eficaz para el tratamiento del temblor. No cura la enfermedad ni detiene su curso progresivo, pero aporta un beneficio sintomático que se mantiene durante varios años.
La levodopa, el fármaco que se administra para sustituir la dopamina, no siempre es eficaz. Por ello, con frecuencia se opta por otros fármacos como los anticolinérgicos o las benzodiacepinas. La levodopa mejora la rigidez y la lentitud, pero sólo funciona con el temblor en el 40% de los casos. A los pacientes que no responden se les añade al tratamiento un anticolinérgico, es decir, se disminuye los niveles de acetilcolina del cuerpo, explica Gabriel Salazar, adjunto de neurología de la unidad Barcelona Parkinson del Hospital de Terrassa CST. Sin embargo, la eficacia tampoco supera el 30-40%.
Una tercera línea de fármacos son los agonistas de la dopamina. Con todo, tras pasar por todas las alternativas orales, el porcentaje de pacientes que consiguen mejorar los síntomas de temblor no supera el 60% y se debe acudir a terapias avanzadas. La más eficaz para el tratamiento del temblor es la estimulación cerebral profunda. Se conoce como cirugía para el temblor refractario, que no debe confundirse con la cirugía que se utiliza en Parkinson avanzado. Podemos encontrarnos con una persona de 55 años que debuta con un temblor fármacorresistente y cuya única opción sea operarle y colocarle un electrodo en el cerebro para conseguir controlarle el temblor, ilustra Salazar.
Este tratamiento se basa en implantar un electrodo en un centro cerebral específico, conectado con unos electrodos que van a un generador eléctrico (parecido a un marcapasos cardíaco) que se esconde bajo la piel del abdomen, para organizar el desorden eléctrico cerebral. Se han probado distintas dianas, entre ellas el tálamo, que según los consensos profesionales se ha determinado como diana para el temblor refractario. Si hablamos de Parkinson avanzado, y no se trata sólo de temblor sino de otras complicaciones, se opta por el núcleo subtalámico de luys, aclara este neurólogo.
Cuando falta dopamina, el núcleo subtalámico está hiperactivo, por ello este generador aporta corriente al electrodo para inactivarlo. La estimulación cerebral profunda está indicada en pacientes menores de 70 años, sin deterioro cognitivo importante y que no presenten problemas significativos de equilibrio.
Los electrodos disponen de varios polos para poder estimular diferentes zonas cerebrales. Los últimos modelos tienen ocho polos, frente a los cuatro de los dispositivos anteriores. Es un gran adelanto porque el tetrapolar únicamente permite estimular la parte motora, pero no expandirse a otros centros adyacentes que comportan complicaciones importantes, señala Gabriel Salazar. Además, otra mejora importante de estos dispositivos, que llevan tan solo un año en el mercado, es la duración. Nosotros hemos apostado por baterías de larga duración, hemos pasado de seis años a 25, añade. De momento, en España este modelo, desarrollado por Boston Scientific, sólo se implanta en dos centros.