El riesgo de parto prematuro por fumar en el embarazo es el doble de lo estimado
Los bebés de gestantes fumadoras cuadruplican las probabilidades de bajo peso.
Investigadores de la Universidad de Cambridge han descubierto que las mujeres que fuman durante el embarazo tienen 2,6 veces más probabilidades de dar a luz prematuramente que las no fumadoras, más del doble de lo que estimaban estudios anteriores. Su estudio, publicado ayer en International Journal of Epidemiology, también halló que cuando la gestante fuma, el bebé tiene cuatro veces más posibilidades de ser pequeño para su edad gestacional, lo que supone mayor riesgo de complicaciones graves, como dificultades respiratorias e infecciones. En cambio, no encontraron evidencias de que la ingesta de cafeína afecte al desarrollo fetal como hasta ahora se creía.
Hace tiempo que se aconseja a las mujeres embarazadas, o incluso a las que aspiran a estarlo, que dejen de fumar porque el consumo de tabaco se ha asociado con un menor crecimiento fetal, parto prematuro y bajo peso al nacer, e incluso con la probabilidad de preeclampsia (presión arterial alta durante el embarazo). También hay evidencia de que la exposición de la embarazada al tabaco, incluso como fumadora pasiva, aumenta el riesgo de alteraciones en el neurodesarrollo y se traduce en peores resultados neurológicos a largo plazo.
Pero los estudios que analizan esos vínculos entre el tabaquismo y las complicaciones durante la gestación están mayoritariamente basados en datos autoinformados, en lo que dicen las embarazadas que consumen, y los ginecólogos saben que un elevado porcentaje fuma a escondidas o relativiza su consumo de tabaco. “A pesar de todo lo que se sabe sobre sus daños en el desarrollo fetal, sigue habiendo un consumo elevado de tabaco y alcohol en el embarazo y muchas mujeres que desconocen que solo dos cigarrillos también cuentan, que cada calada que dan la da el feto”, enfatiza Eduard Gratacós, director de BCNatal, especialista en embarazo y enfermedad fetal.
Por todo ello, los investigadores de Cambridge decidieron buscar una medida más objetiva de la exposición real de las embarazadas al tabaco y la cafeína observando los niveles de metabolitos en la sangre, los restos químicos que se crean cuando el organismo procesa el tabaco y la cafeína.
Para evaluar la exposición al humo del cigarrillo controlaron los niveles de cotinina en muestras de sangre de 914 mujeres tomadas cuatro veces durante el embarazo. Y vieron que las que mostraban una exposición constante al tabaquismo tenían 2,6 veces más probabilidades de experimentar un parto prematuro espontáneo que aquellas que no estuvieron expuestas (la estimación anterior de un metanalisis de estudios era de 1,27, menos de la mitad). Además, observaron que cuadruplicaban la probabilidad de experimentar problemas de crecimiento fetal. En concreto, los bebés de fumadoras pesaban en promedio 387 gramos menos que los de no fumadoras, lo que significa más de un 10% menos que el peso promedio de un recién nacido, y el bajo peso al nacer se relaciona con mayor riesgo de problemas en el desarrollo y una peor salud en el futuro. En cambio, no hallaron evidencias de que fumar afecte al riesgo de preeclampsia.
“Sabemos desde hace tiempo que fumar durante el embarazo no es bueno para el bebé, pero nuestro estudio muestra que es mucho peor de lo que se pensaba”, explicó el jefe de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Cambridge, Gordon Smith, que anima a las embarazadas y a las mujeres que planean un embarazo a dejar de fumar para no poner a su bebé en riesgo de sufrir complicaciones graves por crecer demasiado lento en el útero o nacer demasiado pronto.
Por lo que respecta al impacto de la cafeína, los investigadores analizaron la presencia del metabolito paraxantina y hallaron poca evidencia de asociación entre ingesta alta de cafeína y resultados adversos durante la gestación o el parto. Gratacós asegura que este es uno de los resultados más llamativos para los especialistas en salud perinatal. “Otros estudios vinculaban malos resultados perinatales al consumo de cafeína, pero esta investigación -que está muy bien hecha- muestra que el café es una variable de confusión, que cuando controlas y ajustas otras (como si la madre fuma o el tipo de vida que lleva), resulta que la cafeína no se asocia a un mayor riesgo”, explica. La investigación de Cambridge ha hallado poca evidencia de que la cafeína afecte al desarrollo fetal. Mayte Rius