Cómo la hipertensión arterial afecta la salud visual

La hipertensión arterial es una enfermedad sistémica que puede comprometer de manera severa órganos vitales como el cerebro, el corazón, los riñones y los ojos. Su progresión es silenciosa, dañando paulatinamente los tejidos antes de que los efectos nocivos sobre los órganos sean clínicamente evidentes.

La retina es el único lugar del organismo donde podemos visualizar de manera directa los vasos sanguíneos mediante una técnica sencilla y no invasiva, la oftalmoscopia.

Una presión arterial elevada puede ocasionar daños estructurales y funcionales en los vasos retinianos, dando lugar a lo que se conoce como retinopatía hipertensiva, el conjunto de manifestaciones oculares que aparecen en la retina como consecuencia de la hipertensión.

Estudios recientes también advierten que la hipertensión puede afectar otras estructuras oculares, como el nervio óptico, el vítreo y la coroides, aumentando el riesgo de pérdida visual irreversible si no se recibe tratamiento oportuno.

Factores de riesgo que agravan la retinopatía hipertensiva

Existen múltiples factores que pueden potenciar el daño ocular en pacientes hipertensos. Entre ellos se encuentran la arteriosclerosis, la edad avanzada, la diabetes, niveles elevados de colesterol y triglicéridos, y el consumo de tabaco.

Según estos factores, se distinguen dos formas clínicas:

Retinopatía hipertensiva crónica. Es la forma más frecuente. Al principio puede ser asintomática, pero con el tiempo puede causar dificultades visuales. Se diagnostica habitualmente durante un examen de fondo de ojo, donde pueden observarse: disminución del calibre vascular (difusa o focal), cruces arteriovenosos patológicos (compresión de una arteria sobre una vena), alteraciones del reflejo vascular, microaneurismas y macroaneurismas (dilataciones anormales de los vasos retinianos).

Retinopatía hipertensiva aguda o maligna. De aparición súbita, suele acompañarse de presión arterial muy alta, cefalea intensa y pérdida visual brusca. En el examen clínico pueden encontrarse: hemorragias (retinianas, prerretinianas, coroideas o vítreas), exudados blandos y duros (depósitos blanco-amarillentos en la retina), edema de papila (inflamación del nervio óptico) y edema de mácula (hinchazón en el centro de la retina).

No existe un tratamiento específico para la retinopatía hipertensiva. El objetivo principal es controlar de forma rigurosa y constante la presión arterial.

También es fundamental abordar otros factores de riesgo cardiovascular y realizar un seguimiento oftalmológico.

Todo paciente con hipertensión arterial debe someterse a revisiones oftalmológicas periódicas. La frecuencia de estas evaluaciones dependerá de: la gravedad de la hipertensión, la edad del paciente y la presencia de otros factores de riesgo (diabetes, tabaquismo, dislipidemia).

La detección precoz de signos oculares puede no solo preservar la salud visual, sino también alertar sobre el estado general del sistema vascular. La hipertensión arterial y la salud visual están profundamente relacionadas. Sònia Viver. Oftalmóloga. C. O. Barraquer barraquer.com

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