Pregorexia, un trastorno peligroso durante el embarazo
En los últimos tiempos ha proliferado entre las embarazadas un peligroso trastorno que se basa en el temor obsesivo a aumentar de peso durante el embarazo, lo que podría considerarse como anorexia en el embarazo. Cuando una mujer padece este trastorno, no come lo suficiente o incluso lleva dietas estrictas y se obsesiona con hacer excesivo ejercicio, poniendo en riesgo la salud del bebé. En ocasiones, las mujeres que padecen pregorexia ya sufrían o habían sufrido anorexia anteriormente o algún tipo de trastorno alimentario.
Durante la gestación, los médicos indican que no es peligroso aumentar hasta 16 kg si la persona se encontraba en su peso ideal antes, pero si ya se sufría sobrepeso u obesidad, la madre debe llevar un control más estricto. Una dieta saludable y 30 minutos de ejercicio diarios son recomendables, siempre que el ginecólogo no diga lo contrario porque haya algún riesgo añadido.
Las consecuencias de este desorden alimentario pueden ser muy graves, incluso mortales para madre e hijo. La falta de nutrientes necesarios puede provocar anemia, falta de calcio, alteraciones hormonales y baja producción de leche materna, entre otras.
Las consecuencias en el feto pueden variar en función del momento de la gestación en que se encuentre la madre cuando sufre este trastorno.Si padece pregorexia durante el primer trimestre del embarazo, el feto puede sufrir malformaciones y defectos en la formación del sistema nervioso.Si el desorden se presenta durante el segundo y tercer trimestre de gestación, puede producirse una disminución del líquido amniótico, retraso del crecimiento intrauterino, desnutrición, problemas cardiovasculares y digestivos, problemas en el desarrollo de los huesos e incluso parálisis cerebral y muerte fetal en el peor de los casos. También son más propensos a tener un nivel intelectual más bajo y sufren más impedimentos físicos y emocionales a largo plazo.
El entorno de la mujer juega un papel fundamental en la detección de la pregorexia, puesto que la propia embarazada suele ignorar sus propios síntomas. Si se obrserva una reducción del consumo de alimentos (con un consiguiente bajo peso), unos niveles excesivos de ejercicio y obsesión e incluso rechazo por la propia figura, se debe acudir a un profesional médico cuanto antes. El tratamiento pasa por el diseño de una dieta sana que incluya vitaminas prenatales y ayuda psicológica o psiquiátrica para superar los problemas emocionales que están en la base de la anorexia.