¿Mejor dos mascarillas?
Las variantes del virus acentúan el debate sobre cuál es el mejor cubrebocas
Recientemente, Anthony Fauci director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos y asesor científico de la Casa Blanca al frente de la pandemia, aseguró en un programa de televisión que llevar dos mascarillas “es de sentido común, que será más efectivo” para protegerse frente al coronavirus. Según este epidemiólogo, es una buena idea sobre todo ahora que se han superado los 100 millones de infectados y los dos millones de muertes en todo el planeta, y las nuevas variantes identificadas en Reino Unido, Sudáfrica y Brasil amenazan con mayores tasas de transmisión y virulencia.
Por el momento, aunque ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) ni su homólogo americano, el CDC, que son las principales agencias de salud mundial, recomiendan llevar doble cubrebocas, cada vez es más frecuente ver a políticos, entrenadores de fútbol y famosos con dos protecciones. También en el personal sanitario suele llevar dos, aunque ellos desde el comienzo de la pandemia. ¿Es realmente más efectivo?
La respuesta, a priori, es que no. De momento no hay ningún estudio científico que lo avale y los expertos recuerdan que a más capas protectoras, más dificultad para respirar; además, resulta más caro e incluso puede ser contraproducente, puesto que nos puede dar una falsa sensación de seguridad que haga que nos relajemos con el cumplimiento de otras medidas efectivas. Cabe recordar que ninguna mascarilla –ni combinación de mascarillas– protegen al 100% y que siempre debe ser una estrategia más sumada a la distancia social, el lavado de manos y una correcta ventilación de los espacios cerrados.
Ahora bien, dicho esto, en algunos casos sí puede ser más efectivo usar doble protección, aunque antes de entrar a valorar cuándo es necesario, los expertos señalan que lo básico es que el cubrebocas, sea del tipo que sea, se ciña a la cara, una consigna repetida durante la pandemia y aún por resolver.
“La mascarilla tiene que sellar bien el rostro: tapar nariz y barbilla, y pegarse bien a las mejillas. No tiene que haber huecos por donde se escape el aire”, recuerda José Luis Jiménez, catedrático de Ciencias medio ambientales de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), porque la función de la mascarilla es, precisamente, filtrar el aire que inhalamos y exhalamos. “Cuando los cristales de las gafas se empañan llevando mascarilla es porque no están bien ajustadas”, señala Xavier Querol, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea-CSIC).
En ese sentido, un estudio de la Universidad Northeastern de Boston (EE.UU.) publicado este verano concluía que llevar dos máscaras podría aumentar de un 50 a un 75% la protección frente a las partículas virales, porque se lograba que la mascarilla se ajustara mejor a la cara. “La eficiencia para filtrar partículas de mascarillas quirúrgicas podría aumentarse un 50% simplemente ciñendo el material de la mascarilla a la cara”, concluían los autores.
Si bien algunos tipos de mascarillas son más ergonómicos que otros e impiden mejor que no se produzca fuga de aire, todas sin excepción ofrecen protección, aunque en distinto grado. Las más eficientes son los equipos de protección individual, los famosos EPI; dentro de este grupo están las FFP3 y las FFP2. Las primeras filtran más del 98%, aunque para ello se deben saber colocar adecuadamente y llevar. Este tipo de protección solo es necesario en las unidades de cuidados intensivos de pacientes covid.
Las FFP2 filtran más del 92%, y luego vienen las quirúrgicas que tienen que estar homologadas por la norma UNE 14683 del 2019, y pueden ser de grado I, II y IIR. “Las de tipo I, tienen un 95% de eficacia de filtración de bacterias y las II o IIR [la R indica que se pueden reutilizar], del 98%”, explica el virólogo Xavier Abad, jefe de la Unidad de Biocontención del IRTA-CReSA. Ahora bien, advierte, “aunque las quirúrgicas dan la misma filtración que las FFP2, no están diseñadas para cerrar herméticamente”, como sí ocurre con las EPI. “Y se ajustan más o menos en función de la forma de la cara de la persona, la piel, o de si lleva o no barba, porque si no se está bien afeitado, difícilmente se ajustará”, señala.
Por último, están las higiénicas, que suelen ser de tela, que es donde hay más variabilidad y lío. Las recomendadas por el Ministerio de Sanidad para personas sanas son las higiénicas reutilizables homologadas según la norma UNE 0065:2020, que especifica con qué materiales deben estar confeccionadas, el diseño, así como otras directrices sobre uso, lavado, marcado, entre otros. Esta certificación asegura el cumplimiento de un estándar de calidad que equivale a una eficacia de filtración bacteriana (EFB) de un 90% o más. También las hay no reutilizables homologadas y en ese caso la normativa por la que rigen es la UNE 0064-1:2020, en el caso de las destinadas a adultos,
y la UNE 0064-2:2020, para los niños.
“Una de tela [homologada] bien ajustada y sin huecos es suficiente para la mayoría de gente. El problema es que muchas personas usan mascarillas de muy mala calidad, con huecos. En ese caso, la mascarilla filtra el 10 o 20%”, considera Jiménez, que añade que entonces, “llevar dos [ya sean dos higiénicas o una quirúrgica debajo y una de tela encima] es una forma de hacer una máscara con más capas y de reducir los huecos, al tener la de arriba empujando a la de abajo para que selle mejor”.
“Tanto las FFP2, como las quirúrgicas y las higiénicas funcionan protegiendo contra las gotas grandes, donde puede haber problemas es frente a los aerosoles”, puntualiza Querol, para quien, con la situación pandémica actual, “para lugares muy concurridos como el transporte público en horas punta o espacios cerrados que pueden estar mal ventilados, es más conveniente llevar una FFP2”, porque se ajustan mejor a la cara y permiten menos fuga de aire, tal como proponía hace unos días la canciller alemana Angela Merkel y como ha optado por hacer Austria.
En cambio, para ir por la calle o estar al aire libre “con una quirúrgica o una higiénica homologada es suficiente”, puntualiza Abad. También es conveniente tener en cuenta el nivel de vulnerabilidad de cada persona: para un paciente de cáncer con el sistema inmunitario debilitado seguramente es más conveniente aumentar el grado la protección y usar una FFP2. Cristina Sáez