Más allá de los macronutrientes y micronutrientes
Por JOSÉ MARÍA ORDOVÁS, director del Laboratorio de Nutrición y Genómica del HNRCA-TUFTS University. Investigador del IMDEA y Miembro de Fundación España Salud.
Se están identificando miARNs en los alimentos que podrían actuar en la regulación de nuestros genes, lo que tendría un impacto hipotéticamente enorme y previamente desconocido en cómo los alimentos influyen sobre nuestro estado de salud. Sin embargo, este potencial debe ser corroborado por investigación solida
Durante la mayor parte de la historia del ser humano, comer fue un acto mediante el cual obtuvimos la energía y los materiales de construcción y mantenimiento (grasas, carbohidratos, proteínas, vitaminas, minerales y oligoelementos) necesarios para desarrollarnos y sobrevivir. En épocas más recientes, la alimentación fue más allá de las necesidades asociadas a este crecimiento y mantenimiento y se buscó en ella el placer, la alimentación epicúrea, la gastronomía.
Hoy en día, a los alimentos se les pide que nos proporcionen la salud total y la consecución de nuestro máximo potencial. Para ello nos hemos embarcado en la búsqueda de componentes en los alimentos, o en la creación de alimentos (alimentos funcionales), que nos proporcionen este objetivo. Actividad que se podría asimilar a la búsqueda de la Fuente de la Eterna Juventud por nuestro antecesor Ponce de León.
Esa exploración nos ha llevado a estudiar componentes menores en los alimentos que no son clasificados como nutrientes sino como bioactivos y que podrían proporcionar dicha funcionalidad. Ejemplo de ellos serían los polifenoles que se han asociado con menor riesgo de enfermedades no comunicables e incluso con longevidad.
El nuevo paradigma de los microARNs
Un nuevo paradigma se está imponiendo a raíz del descubrimiento a principios de este siglo de los microARNs. Foto: Freepik
En relación con estos bioactivos, un nuevo paradigma se está imponiendo a raíz del descubrimiento a principios de este siglo de los microARNs (miARNs). Los miARNs son pequeños ARNs no codificantes (~ 22 nucleótidos) que se encuentran en plantas, animales y virus, que funcionan en el silenciamiento de ARN mensajero y en la subsecuente regulación postranscripcional de la expresión génica.
No hay duda alguna de la enorme contribución de los miARNs endógenos en la regulación génica de un organismo. Pero recientemente se contempla lo posibilidad de que los miARNs participen en la regulación génica entre-especies. Es decir, en el caso de la nutrición, se están identificando miARNs en los alimentos que podrían actuar en la regulación de nuestros genes, lo que tendría un impacto hipotéticamente enorme y previamente desconocido en cómo los alimentos influyen sobre nuestro estado de salud.
Sin embargo, este potencial debe ser corroborado por investigación sólida, ya que a pesar de los numerosos informes que surgen en apoyo de cómo los miARNs en los alimentos pueden influir sobre nuestra regulación génica y sobre la salud, la biodisponibilidad de estos miARNs sigue siendo muy controvertida y el concepto ha sido refutado por muchos.
Una serie de incógnitas esenciales quedan por demostrar de manera inequívoca. La primera es si estos miARNs presentes en los alimentos de origen vegetal y animal sobreviven los procesos industriales a los que muchos alimentos son sometidos.
La segunda, se refiere a su estabilidad en el tracto intestinal humano y, la tercera, si las concentraciones de miARNs que podrían llegar a cruzar la barrera intestinal y, por lo tanto, entrar en la circulación y actuar en nuestras células son suficientes para tener un impacto biológicamente significativo.
Nuevas fronteras a la nutrición humana
Esta incognitas y controversias se están examinando minuciosamente con tecnologías novedosas y hay evidencia, sobre todo de los miARNs en la leche de vaca o de otras leches comerciales, de que estos viajan protegidos en vesículas conocidas como exosomas o nanoparticulas y de esta manera sobrevivir el sistema digestivo y contribuir a la bioactividad de los productos lácteos.
Asimismo, se está investigando si los miARNs presentes en plantas y frutas comestibles podrían tener efectos similares, lo cual le daría un nuevo significado a su consumo, ya que el beneficio no sería exclusivamente debido a su contenido en macro y micronutrientes sino también a su capacidad de actuar directamente sobre nuestra regulación génica.
Si tal mecanismo llega a demostrarse, esto abriría nuevas fronteras a la nutrición humana con la posibilidad de entender mejor cómo los alimentos influyen sobre nuestra salud, así como el crear exosomas funcionales conteniendo miARNs alimentarios protectores con oportunidades totalmente novedosas para la prevención y terapia de enfermedades a través de componentes alimentarios.