Protección solar, más allá de la crema y del verano
Cuando pensamos en evitar las consecuencias del sol sobre nuestra piel, nos vienen a la mente las cremas de forma casi inevitable.
Por Lorea Bagazgoitia, dermatóloga
Tantas y tantas veces nos han aconsejado que nos protejamos del sol… Está claro que el motivo fundamental es evitar las quemaduras solares, que son incómodas y muchas veces dolorosas. Sin embargo, el consejo de protección solar no está basado únicamente en la prevención de las molestas quemaduras (que también), sino que tiene otros motivos más profundos.
Por un lado, sabemos que el sol es el principal desencadenante de los cánceres de piel más frecuentes. La incidencia de sus rayos, especialmente los ultravioleta (UV) sobre la piel, provoca daños a nivel celular que se van sumando a lo largo del tiempo. De ahí la frase “la piel tiene memoria“, que refleja el efecto acumulativo del sol en nuestra piel. Ciertos tipos de carcinoma, una vez aparecen, pueden tener un tratamiento sencillo, pero el melanoma puede ser mortal, por lo que el consejo médico en este sentido está plenamente justificado.
Por otro lado, en contra de lo que se suele pensar, el envejecimiento de nuestra piel está causado casi en un 70% por el sol que hemos recibido sobre ella a lo largo de la vida. Los rayos solares provocan las arrugas y manchas que tanto nos disgustan. De esta manera, además de un motivo médico, existe un motivo estético que, igualmente, apoya el uso de protección solar.
¿Qué es la protección solar?
Cuando pensamos en evitar las consecuencias del sol sobre nuestra piel, nos vienen a la mente las cremas de forma casi inevitable. Sin embargo, la idea de protección solar engloba muchos más conceptos que la simple aplicación de un producto cosmético. La protección solar tiene una base educacional que empieza por conocer a qué horas el sol incide con mayor intensidad sobre la Tierra y evitarlas en la medida de lo posible. Es recomendable no acudir a la playa o al campo en las horas centrales del día, especialmente en verano.
La protección solar continúa por buscar la sombra en el campo o agenciarse una buena sombrilla en la playa. Las gorras y sombreros alados (estos cubren las orejas a diferencia de las gorras) son de gran utilidad también para proteger el cuero cabelludo y el rostro. Por su parte, las prendas de protección solar (etiquetadas con el término UPF 50+) permiten una protección óptima durante las largas horas de playa o deportes acuáticos. De forma añadida a todo esto, disponemos de las cremas y otros productos cosméticos de protección solar, cuya aplicación refuerza todos los hábitos señalados anteriormente.