La vacuna llega con certezas y dudas
La inmunización abre hoy una nueva etapa en la epidemia pero no es una solución rápida
La vacuna contra la Covid-19 se ha empezado a inyectar esta semana en España y el resto de la Europa comunitaria, lo que abre una nueva etapa en la epidemia que acabará con su control. Pero no será una solución mágica que nos libre rápido del virus. Gobiernos e industria farmacéutica han hecho un enorme esfuerzo de inversión e investigación para lograr vacunas en unos meses. Se han ensayado y son seguras y eficaces, pero la necesidad de inmunizar a millones de personas en todo el mundo y la existencia del virus desde hace un año dejan cuestiones que se deberán aclarar con más estudios.
¿Qué hace la vacuna?
Con los datos de los ensayos difundidos al aprobar las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna las agencias de medicamentos americana (FDA) y europea (EMA) –esta podría aprobar la de Moderna en diez días– se constata que ambas son muy parecidas y protegen de tener síntomas de la Covid-19 y de sufrirla de forma leve y grave. “Esto no estaba claro hasta ahora. Primero se vio que protegían de infecciones leves y moderadas causadas por el daño directo del virus, y el mecanismo biológico no es el mismo en casos graves, en que se da una inflamación persistente. Pero la vacuna protege en ambos casos. Y si protege contra casos graves y reduce hospitalizaciones, es altamente probable que baje la mortalidad, aunque no hay datos”, explica Margarita del Val, investigadora del Centro de Biología Molecular y coordinadora de la Plataforma de Salud Global del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Tomàs Pumarola, jefe de microbiología del hospital Vall d’Hebron de Barcelona, señala que la efectividad de las vacunas aprobadas es muy alta (95%), mucho mayor que la de la gripe, por ejemplo, que no protege ni al 60% de mayores de 65 años. Sin embargo, faltan datos, previene.
No está clara la eficacia en asintomáticos. Tampoco si evitará secuelas, la Covid persistente, señalan los informes de la FDA. “Hay cosas que aún no se pueden saber por el tiempo transcurrido. Con los datos a día de hoy, el resultado es buenísimo y la vacuna segura”, afirma Felipe García, investigador del Instituto de Investigaciones Idibaps, vinculado al hospital Clínic de Barcelona. Él trabaja en una vacuna de ARN como las de Pfizer y Moderna (y hace años que investiga una contra el VIH-sida). El Clínic,Vall d’Hebron y otros hospitales participan además en el ensayo de otra de las vacunas, la de Janssen; en unos días empezarán a inyectar a voluntarios.
El primer efecto visible de la vacunación será seguramente una disminución de la presión en los hospitales y las ucis y una menor mortalidad, al empezar a vacunar a a los más vulnerables, indica Del Val. “Sería volver a un escenario de epidemia como el que había en verano”, augura esta viróloga e inmunóloga. Calcula que no será mucho antes de que llegue el buen tiempo. Este invierno prevé que se repitan las subidas y bajadas en la curva de incidencia y habrá que mantener las medidas aplicadas hasta ahora. Advierte sobre todo de la necesidad de ventilar bien los espacios.
¿Evita la infección?
No se sabe. El virus podría infectar a las personas vacunadas sin causarles síntomas, lo cual ya es un gran avance, pero si fuese así quizás les convertiría en asintomáticos con potencial de contagiar.
¿Quién se vacune ya no contagiará?
“Si la vacuna evita los síntomas pero no la infección, un vacunado que se infecte, ¿será contagioso? Si no impide que el virus colonice el sistema respiratorio, sí”, avanza Pumarola. Aún se ignora si en un vacunado, el virus se multiplicará lo suficiente para que sea contagioso. Esto es importante desde la óptica comunitaria, pues una baja contagiosidad reduciría la epidemia, señala Del Val. Cuando haya bastantes vacunados se podrá saber. Hasta entonces, quien se ponga la inyección deberá llevar mascarilla y mantener la prevención también para proteger a los demás. “Si empezáramos a quitarnos la mascarilla podría bajar la efectividad de la vacuna”, advierte García. Pumarola no cree que se pueda prescindir de las mascarillas hasta finales del 2021, cuando haya suficiente población vacunada (60-70%) para acabar con la epidemia.
¿Cuánto tiempo protegerá?
No se sabe cuánto dura la inmunidad tras sufrir la Covid-19 ni cuánto durará la que proporcione la vacuna. Pumarola es optimista dado que constan pocos casos graves de reinfección, pero el virus solo existe desde hace un año. “No espero que las vacunas sean de corta duración”, asegura Del Val. Habrá que ver. El sistema de defensas fabrica anticuerpos neutralizantes, no neutralizantes y hay una inmunidad celular, pero no se conoce si hay un umbral a partir del que una persona queda inmunizada, explica García. Si lo hubiera, sólo habría que vacunar a quien estuviera por debajo de ese nivel. Así pues, se ignora si quien ya ha pasado la Covid-19 necesitaría la vacuna. Por prudencia, se les inyectará. No entraña riesgo, más bien aumenta los anticuerpos, según se ha visto en los ensayos, dice. No se sabe si habrá que revacunarse. Con otras vacunas se hace (tétanos, gripe, tifus…) El investigador del Idibaps añade que también existe la duda de si se mantendrá la inmunidad si van surgiendo cepas del virus que lo hagan más transmisible o le aporten otros cambios.
¿Sirve igual para todos?
En principio sí, pero los ensayos incluyeron sólo un 21-25% de mayores de 65 años (unos 1.700 mayores de 75) . Con todo, en estas edades la eficacia era similar a la general. No se ha ensayado en menores. La de Pfizer se aprobó para mayores de 16 años y la de Moderna de 18. La incógnita es si en menores y jóvenes, que no suelen desarrollar síntomas, les protegerá o les evitará ser contagiosos. “Si no es así, se podría plantear si tiene sentido vacunarlos, cuando no van a enfermar gravemente ni va a servir para controlar la epidemia”, dice Margarita del Val. Entre jóvenes y niños también se han dado casos graves de Covid-19, pero son inusuales. Es un debate para el próximo año, pues en las primeras fases no se les vacunará.
¿Es segura? ¿Causa reacción?
“Estoy convencido de que las vacunas que se aprueben serán seguras y funcionarán”, asegura Tomàs Pumarola. Y explica que el temor de algunos a que se hayan hecho demasiado rápido no tiene razón, pues se trabaja en los coronavirus desde el SARS en el 2003 y se ha dado prioridad en las inversiones y la investigación. “Sí las vacunas las han aprobado la EMA y la FDA no caben dudas”, reafirma Del Val y recuerda que se han ensayado en decenas de miles de personas (en 21.000, la de Pfizer, 15.000, la de Moderna, pues contando los grupos de control incluyeron a 43.000 y 30.000 participantes). Los tres expertos afirman que constan pocos casos de efectos adversos y no está claro que relacionados con la vacuna. Lo mismo vale para los pocos casos conocidos de alergias en vacunados.
Del Val sí advierte que la reacción a la inyección es más fuerte que en otras vacunas. Son un par de días de malestar (apenas fiebre ni otros síntomas de la Covid-19), con cansancio y dolor de cabeza y muscular. Pero se pasan. Y a más edad, parece que disminuyen esas molestias.
A la inmunóloga le preocupa que este malestar motive que alguien no se inyecte la segunda dosis. “Es muy importante ponerse las dos –avisa–. No es que la segunda duplique la estimulación del sistema inmunitario que había hecho la primera para generar anticuerpos, es como si lo amplificara cien veces. Y cuántos más anticuerpos generes, más tardarás en perder la inmunidad”.
García recuerda que la eficacia del 95% era con dos dosis y sería efectiva a partir de 15 días después de la segunda inyección. Sobre la vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford, en que por error en el ensayo, se dio la mitad de dosis a 2.700 participantes y en ellos se vio una mayor efectividad, tanto García como Pumarola creen que hay que estudiarlo bien. El investigador del Idibaps ve esta vacuna candidata lastrada por el hecho que Pfizer y Moderna se adelantaron con las suyas, de alta eficacia. La de Oxford tiene una eficacia menor (62%) y un intervalo de confianza (si se repitiera el estudio 100 veces debería salir lo mismo) muy justo. Por ello, cree que puede ser muy útil la colaboración iniciada con la vacuna rusa, ambas parecidas, pero que usan adenovirus distintos para expresar la proteína S del SARS-CoV-2.
ENFERMOS CRÓNICOS ¿Pueden vacunarse?
La vacuna no se desaconseja a nadie, pero los ensayos han incluido un 20% de personas con patologías (sobre todo diabetes y enfermedad pulmonar), aunque no constan problemas. La Sociedad Española de Cardiología ha desmentido que se desaconseje la vacuna a personas tratadas con anticoagulantes (Sintrom, Pradaxa y otros). Al contrario, la recomienda y, por supuesto, sin dejar el tratamiento.
Los ensayos tampoco incluyeron a personas inmunodeprimidas (como quien esté en quimioterapia) ni a embarazadas. Los expertos aconsejan analizar en cada uno de estos casos los riesgos de exposición al virus. Y aún hay más aspectos en estudio para descartarlos, como si afecta a la fertilidad.
“Hay cuestiones pendientes y por eso se insiste en que hay que seguir con los estudios –en EE.UU. ha habido debate ético sobre si se debía vacunar a quienes en los ensayos actuaron de grupos de control o se les dio placebo, pues si se vacunan se acabó el estudio iniciado hace meses– y hacer una observación de los vacunados”, resume Felipe García.
Otro aspecto a mejorar es la conservación de las vacunas a -80ºC la de Pfizer y a -20ºC la de Moderna. Del Val explica que es por los lípidos (grasas) que protegen el material genético, que se degrada rápido. Esta congelación supone una dificultad para la vacunación.
La viróloga agrega que las vacunas rusa y china pueden ser igualmente válidas y subraya que, “ahora que la CE vacuna a la una, a ver si cuaja que la vacunación ha de ser mundial, para ser eficaz y ética”. Marta Ricart (LV)