La falta de diagnóstico del TDAH supone una carga socioeconómica de más de 13 millones de euros

El impacto del TDHA abarca muchos ámbitos más allá del médico: el laboral, el social e incluso el legal.  Sus síntomas en la edad adulta tienen consecuencias graves no solo para los pacientes, sino para la sociedad en general, siendo especialmente evidente en el caso de los no diagnosticados ni tratados.

La falta de atención desencadena olvidos y distracciones, la hiperactividad provoca hablar demasiado y en voz muy alta o dificultad para relajarse, y la impulsividad lleva a actuar sin pensar, interrumpir a los demás o no tener paciencia. Todo ello dificulta mucho las relaciones personales, laborales y sociales, generando comorbilidades psiquiátricas, adicciones o incluso mayor riesgo de suicidio.

Y esto se traduce en dinero; gastos que el TDAH supone a nivel socioeconómico.

El estudio “La carga socioeconómica del trastorno por déficit de atención e hiperactividad en adultos en España. Evaluación de Tecnologías Sanitarias Mundiales y Regionales”, impulsado por Takeda, es el primero en evaluar todos esos costes que genera en nuestro país este trastorno, que afecta alrededor del 3,3% de la población adulta, arrojando resultados bastante llamativos. Cifra el coste anual por paciente adulto en 15.652 euros, atribuyéndose principalmente a gastos dentro del ámbito económico (49,80%), seguidos del ámbito social (28,35%), el sanitario (21,70%) y el jurídico (0,15%).

Por ejemplo,  7.795 euros anuales por paciente se deben al absentismo laboral y unos 4.438 euros anuales por paciente están ligados al consumo de sustancias. Destaca también que el coste mínimo para el diagnóstico de TDAH se estima en 577 euros por persona y que, en el primer año tras el diagnóstico, el abordaje asciende a 3.534 euros por persona, suponiendo las hospitalizaciones un 50% de este coste. Y es que comorbilidades como obesidad, problemas cardiovasculares, diabetes tipo 2  o diversos trastornos psiquiátricos son habituales.

Esta perspectiva multidimensional ofrece una visión completa de la complejidad del TDAH y pone de relieve que el retraso diagnóstico y terapéutico contribuye de forma evidente al incremento de la carga socioeconómica asociada a la enfermedad.

En palabras de Josep Antoni Ramos Quiroga, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Vall d´Hebron, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y coordinador de programas del Centro de Investigación Biomédica en Red Salud Mental (CIBERSAM), “todavía existe un importante estigma hacia el diagnóstico y abordaje del TDAH. Falta una adecuada formación de los especialistas para detectarlo de manera correcta y rigurosa en fases iniciales. Si hiciéramos un diagnóstico temprano se produciría prevención secundaria: prevenir el mal rendimiento académico o el inicio en el consumo de tóxicos, mejorar aspectos de alteraciones de la conducta, disminuir los potenciales problemas legales… Porque el TDAH tiene un muy buen abordaje a nivel farmacológico, los medicamentos son de los más eficaces y seguros”.

El tratamiento psicológico, un pilar básico

El TDAH se caracteriza por dificultad para prestar atención, impulsividad e inquietud, existiendo diferentes grados de gravedad. Incluso se estima que el 25% de los afectados al mismo tiempo presentan  un trastorno del espectro autista. Es una alteración del neurodesarrollo y el tratamiento psicológico supone algo fundamental. “El impacto psicológico del trastorno es muy alto. Hasta que llega el tratamiento, la persona vive con la idea de no ser capaz, de ser poco inteligente; un bajo autoconcepto de uno mismo que provoca problemas de rendimiento académico o laboral, dificultades en las relaciones interpersonales… El tratamiento se ocupa de  esos pensamientos disfuncionales y esa sintomatología depresiva, de ansiedad y rabia que pueden llevar al consumo de tóxicos, por ejemplo. De hecho, un 40% de los pacientes tienen problemas asociados a las adicciones. Todo ello, sumado a esa alta impulsividad característica del TDAH, es un cóctel explosivo para el riesgo de suicidio”, concluye Ramos Quiroga.

El TDAH es un trastorno a lo largo de la vida y cualquier medida que se tome durante las fases iniciales puede repercutir decisivamente en su evolución. Amparo Luque.

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