La importancia de la nutrición en verano

Los beneficios de seguir  una dieta adecuada son bien conocidos. España ha liderado y lidera varias iniciativas demostrando los beneficios de la dieta mediterránea (una mezcla de alimentos y una forma de consumirlos) como son los estudios PREDIMED y PREDIMED Plus. Sin embargo, todos tenemos experiencia de lo difícil que resulta corregir hábitos, también en la alimentación. De ahí la importancia de recorrer bien el camino desde el principio, desde antes incluso de nacer. A comer también se aprende. Y, lo mismo que ocurre con otras formas del saber, puede aprenderse bien o hacerlo de una forma equivocada. Los hábitos alimentarios se establecen en los primeros años de la vida y se mantienen con pocos cambios a lo largo del tiempo.

Buena alimentación

Esta historia comienza con una buena alimentación durante el embarazo, se continua con el mantenimiento de una lactancia adecuada y la introducción progresiva del resto de los alimentos entre los 5-6 a 12 meses de vida. El segundo año se completa con la adaptación de las texturas y la incorporación a la mesa familiar. Este periodo, que se conoce como los 1.000 primeros días, es clave para el desarrollo y maduración del bebé y del niño. Es una etapa de gran dependencia. Es también el momento en el que se desarrollan las apetencias. Se sigue luego de un periodo de consolidación de esos hábitos alimentarios primeros. Entra en juego el papel del grupo, su familia sin lugar a dudas, pero también el comedor escolar. No solo importa lo que hay en el plato sino el momento y la forma en la que se come. Sobre los 4-5 años ya están formados los hábitos alimentarios que nos hacen formar parte de una cultura, de una gastronomía. ¿Pueden incorporarse luego nuevos alimentos o nuevos hábitos? Sin duda, pero no será sin esfuerzo. Como lo es aprender un idioma o tocar un instrumento musical cuando ya no se es tan pequeño. ¿Y después? Tras la larga travesía de la edad escolar, donde los cambios en la alimentación y en la forma de comer son pequeños, los padres se enfrentan a la adolescencia de sus hijos o de sus hijas. Es tiempo de decir poco. Si algo le sobra al joven de esa edad son consejos. Más que de hablar se trata de hacer; mi propuesta es sencilla: que se sienten varias veces a la semana a la mesa con todos (y sin móviles, por supuesto).

Casi un 40% de nuestros niños y niñas de 6 a 9 años tienen exceso de peso (datos del estudio Aladino 2019). Cerca de un 7% de nuestros menores de 18 años no tiene
acceso a un plato de carne, pescado o huevo al menos una vez cada 2 días (Informe sobre el estado de la pobreza en España 2024). ¿No es tiempo de hacer una reflexión común?. J.G.S.

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