Federico Mayor Zaragoza, doctor en Farmacia y expolítico: La crisis actual amenaza seriamente la calidad de vida de las personas
SILVIA C. CARPALLO. Madrid. En su amplio historial profesional puede lucir de haber sido consejero de Mijaíl Gorbachov y de Adolfo Suárez. También director general de la UNESCO durante 12 años, cargo que le dio su mayor proyección pública internacional, y ministro de Educación y Ciencia con Calvo Sotelo. Mayor Zaragoza, doctor en Farmacia y catedrático de Bioquímica, llegó a ser rector de la UAM. Trabajó con el profesor Severo Ochoa y cofundó el Centro de Biología Molecular que lleva el nombre del insigne Premio Nobel español. Desde el año 2000 preside la Fundación para una Cultura de Paz, su principal afán cotidiano, y la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte. Con su habitual estilo inconformista, reclama un modelo de sanidad universal sin exclusiones.
¿Es posible que la crisis económica se convierta en una crisis de salud pública? Por ejemplo, en el caso de la no prestanción asistencial a los inmigrantes no regulados.
La reducción de los servicios a los inmigrantes refleja que la crisis está amenazando seriamente la calidad de vida de los ciudadanos. Hay que pensar que todos los seres humanos son iguales en dignidad -y no me canso de insistir en ello- porque es el origen mismo de los derechos humanos. En el momento en el que se hace cualquier tipo de discriminación, se afecta gravemente el valor de la auténtica democracia.
¿La clase política en general se preocupa poco por la ciencia y la sanidad?
El problema radica en que todas las medidas que se adoptan deberían realizarse en contacto directo con la sociedad científica. ¿Qué saben los parlamentarios de cualquier país de energía atómica, de transgénicos o de células troncales? Estos temas, que tienen una gran carga de conocimiento, deberían consultarse con la comunidad científica, que está siempre disponible y sin pedir nada.
¿Qué opina de la propuesta del presidente de la Organización Médica Colegial de multar a los pacientes que hagan un mal uso de la sanidad?
En los casos de reincidentes podría ser acertado, pero después de que se haya multado a los gobernantes que están haciendo un mal uso de la sanidad.
¿Debe cambiar la relación que tiene la Administración con la industria farmacéutica?
La industria farmacéutica es una industria especial porque su objetivo es paliar el sufrimiento humano. Por eso cuando pierde el apellido farmacéutica y se convierte sólo en industria, pierde su valor y sobre todo su extraordinario potencial. No hay ciencia aplicada si no hay ciencia que aplicar. Lo que deben hacer es fomentar la investigación, y no estar sólo pendientes de aquello que parece que va a tener gran impacto económico.
¿Se refiere a la investigación en enfermedades raras?
Exacto, y es aquí donde cabe el pacto con la Administración. La industria sabe que en determinados casos no va a tener beneficios económicos, pero sí el beneficio supremo de que algunos pacientes podrán mejorar su calidad de vida. Por ello, en medicamentos con un número de aplicaciones relativamente pequeño se debería llegar a un pacto, ya que la política sanitaria debería velar porque estos grupos de pacientes sean atendidos. Si en algún campo no deben aplicarse nunca las estadísticas es en salud.
¿La medicina personalizada va a cambiar el paradigma de la sanidad? ¿Podremos sostenerla?
La medicina personalizada será prácticamente la medicina que prevalezca en el futuro. El ser humano es único, y ya sabemos que una misma enfermedad no se manifiesta igual en diferentes individuos. En el futuro habrá muchísima medicina personalizada, y su sostenibilidad dependerá de las prioridades de las políticas, una vez más. Lo ideal sería que dedicásemos unos fondos muy importantes a este objetivo, en vez de a otros como seguridad y defensa. Un ejemplo: en el 2000 nos dijeron que era imposible aportar el dinero necesario para tratar a todos los enfermos de VIH cuando esos 8.000 millones al año equivalían a lo que nos gastamos en gastos militares en tres días.
¿Cambiará entonces la forma de tratar algunas enfermedades, sobre todo en el caso concreto de las oncológicas?
En el cáncer ya se producen grandes progresos y es previsible que el conocimiento molecular nos lleve no sólo a una reducción de estas enfermedades, sino también a una prevención y a paliar de forma sustantiva los efectos patológicos.
Otra de las grandes preocupaciones es la diabetes, que ha pasado a ser una de las enfermedades top-ten que causa mayor fallecimiento en el mundo. ¿A qué atribuye este avance de la enfermedad?
A una ampliación de la sociedad observable y al disparate de la dieta en algunos países muy avanzados. Es curioso que hoy la obesidad sea una de las grandes preocupaciones clínicas en algunos países. No cabe duda de que ha sido y será una de las enfermedades en la que se conseguirán progresivamente mayores avances hasta el punto de hacerla
compatible con una vida digna.
¿Habrá nuevos remedios para la DM2?
Quedará atenerse a las pautas, y la convicción de que se irán sabiendo muchas más cosas en patología molecular. A la mayor capacidad diagnóstica se irá uniendo, progresivamente, un tratamiento a tiempo más personalizado.
Más allá de estas dificultades, ¿cuáles van a ser los problemas de salud del futuro?
El gran problema es el abasto de los servicios sanitarios, de tal modo que sean todos los seres humanos y no sólo el 20% los que se beneficien realmente del progreso médico. No olvidemos que en el barrio próspero de la aldea global se aloja tan sólo el 18-20% de los habitantes de la Tierra. Los demás, en un gradiente de precariedades progresivo, no sólo no se benefician de los avances científicos y médicos sino que llegan a morir de hambre o de enfermedades que en otros lugares ya se hallan superadas o estabilizadas, como en el caso del sida, por ejemplo.