Tratar malformaciones arteriovenosas con radiocirugía
Esta técnica emite haces de radiación dirigidos a blancos en el cerebro sin dañar los tejidos sanos circundantes
Las malformaciones arteriovenosas son defectos en el sistema vascular, que incluye arterias, venas y capilares. La sangre sale del corazón con una presión muy alta para que llegue a todos los órganos y regrese, casi por la fuerza de gravedad, al corazón. Cuando se produce una malformación arteriovenosa arterias y venas se enredan y se conectan entre sí. La sangre arterial, que tiene la presión alta, se comunica con la venosa, de presión baja. Esas últimas no están preparadas para soportar tanta presión y acaban dilatándose y, a largo plazo, existe riesgo de rotura. Pueden producirse en cualquier parte del cuerpo, pero las más frecuentes son las del cerebro. Al tratarse de una cavidad ósea cerrada, aumenta la presión intracraneal y se produce una disminución de la conciencia. El riesgo anual de hemorragia por malformaciones arteriovenosas es de entre el 2 y el 4%.
Afectan aproximadamente a 1 de cada 100.000 personas y, aunque las causas son aún desconocidas, se sabe que son congénitas. Pueden desarrollarse durante el crecimiento del feto o al poco tiempo de nacer. Uno de los inconvenientes que presenta esta patología es la ausencia de síntomas. Ello hace que, con frecuencia, la mayoría de las personas con malformaciones arteriovenosas en el cerebro no tengan conocimiento de la presencia de este defecto. En algunos casos los pacientes experimentan dolores de cabeza, convulsiones y déficit neurológico.
El tratamiento de las malformaciones arteriovenosas intracraneales es complejo. Existen diferentes alternativas, pero en los últimos años la radiocirugía se ha convertido en una alternativa eficaz. Desde su aparición, los equipos han mejorado sustancialmente, consiguiendo ser más precisos y reduciendo los efectos adversos. La radiocirugía Gamma Knife es un método único que emite simultáneamente múltiples haces de radiación dirigidos a blancos en el cerebro, provenientes de fuentes de radiación compuestas por cobalto radiactivo, minimizando los daños de los tejidos sanos circundantes. Inicialmente se le fija un marco de referencia al paciente y se realiza una toma de imágenes mediante resonancia magnética, tomografía axial computarizada (TAC) o angiografía para determinar con exactitud el tamaño, la forma y la posición del blanco en el cerebro así como la dosis de radiación a administrar. Con esta información se planifica el tratamiento de manera totalmente individualizada, señala Germán Rey, jefe de la unidad de física médica del hospital Rúber Internacional de Madrid. Una vez realizada esta planificación, el paciente se tumba en la mesa de tratamiento, fijando muy precisamente la cabeza del paciente mediante el marco referido anteriormente, y posteriormente la mesa se introduce en la sección abovedada de la unidad, centrando el blanco en la confluencia de todos los haces con gran exactitud.
Una de las novedades de la técnica es la posibilidad de irradiar lesiones irregulares con precisión. Muy pocas lesiones son perfectamente esféricas, por eso antes debemos ir moviendo al paciente. En las primeras generaciones del Gamma Knife se hacía de forma manual para adaptar la radiación a la malformación arteriovenosa. Una labor muy tediosa para el profesional y muy incómoda para el paciente, explica Germán Rey. Estos cambios de posición se hacían de 10 a 15 veces en cada tratamiento. Ahora es el equipo el que realiza estos movimientos en base a la planificación previa, añade. El equipo desplaza la cabeza a cada una de las coordenadas de tratamiento según los tres ejes. La malformación se cierra por un proceso de degeneración, por lo que es necesario esperar de dos a cuatro años para conocer los resultados. Los resultados obtenidos en este hospital (similares a los del resto del mundo) en los 746 casos a los que se les ha hecho seguimiento son de una eficacia en el 80-90% de los casos de malformaciones de menos de 3 cm3 de volumen, del 70% de 3 a 5 y del 45% de 5 a 12 cm3.
Según un reciente estudio de la ‘University of Virginia Health System’ (UVA) publicado en el ‘Journal of Neurosurgery’, que evaluó el uso de radiocirugía para malformaciones arteriovenosas no rotas en el cerebro en 444 pacientes, el procedimiento tiene un beneficioriesgo razonable. Los investigadores utilizaron la tecnología Gamma Knife, desarrollada por ELEKTA, para tratar a los participantes con malformaciones de un tamaño medio de aproximadamente 2 centímetros de diámetro. La dosis media de radiación dirigida hacia el borde de la malformación durante la radiocirugía fue de 20 Gray, y la dosis máxima media de 40 Gray. Tras el tratamiento, se realizó un seguimiento de los participantes durante dos años. Después de la radiocirugía, la tasa de hemorragia anual fue del 1,6%. El tratamiento de una malformación arteriovenosa con Gamma Knife parece, pues, justificado en la mayoría de los pacientes y obtiene bajas tasas de complicaciones clínicas y radiológicas.