Covid grave: ¿anticuerpos que van a su aire?
Por Antoni Trilla, epidemiólogo. Hospital Clínic. Barcelona
Hay cosas que no sabemos sobre la covid. No sabemos con exactitud por qué algunos pacientes presentan un curso clínico mucho más grave que otros. Tampoco sabemos qué hay detrás de las secuelas crónicas de la covid, la denominada long-Covid. Han aparecido evidencias científicas sugiriendo que es posible que un error involuntario de nuestro sistema inmunitario acabe dañando nuestros órganos, fenómeno denominado autoinmunidad. Sabemos que en algunos casos se produce una respuesta inmune exagerada (la conocida como “tormenta de citocinas”), pero también que los denominados auto-anticuerpos pueden desempeñar un papel. Se trata de unos anticuerpos de comportamiento irregular o anormal que causan daño: van literalmente a su aire (rogue antibodies). Atacan nuestras defensas o a proteínas específicas del corazón y vasos sanguíneos. Pueden dirigirse contra los fosfolípidos, cuyo papel en
el control de la coagulación sanguínea es importante. En algunos estudios de pacientes con covid grave se han detectado (hasta en un 10% de casos) anticuerpos dirigidos contra el interferón tipo 1 y contra las células B, que son importantes para una buena defensa inmunológica.
Estos auto-anticuerpos irregulares tardarían unas dos semanas en formarse tras la infección por el coronavirus. El daño pulmonar grave aparece en este intervalo tras el inicio de los síntomas de la covid. Como casi todo en la vida, algunas personas podrían tener cierta predisposición genética para desarrollar con más facilidad que otras una reacción autoinmune como respuesta a la infección.
Si este componente autoinmune está presente en los pacientes que desarrollan formas graves de covid, se plantean algunos tratamientos específicos. Cuando estos auto-anticuerpos atacaran masivamente los pulmones o el sistema circulatorio, por ejemplo, el tratamiento intentaría suprimir toda la respuesta inmune. Sin considerar necesariamente válida esta hipótesis, en pacientes con covid grave se han empleado tratamientos inmunosupresores como la dexametasona (un corticoide), el tocilizumab o el sarilumab (usados para la artritis). Hay resultados preliminares que muestran una reducción de la mortalidad en pacientes con formas graves de covid tratados con estos fármacos. La OMS recomienda oficialmente el uso de la dexametasona en las formas graves de covid. Es fundamental precisar el momento adecuado de su utilización, de modo que este tratamiento inmunosupresor no interfiera negativamente con la respuesta natural de defensa contra la infección. Finalmente, se plantea la posibilidad de que este fenómeno de autoinmunidad tenga que ver con algunas secuelas de larga duración de la covid. Seguir investigando ha de permitirnos obtener respuestas al respecto del porqué y cómo la autoinmunidad puede aparecer tras una infección viral. Podremos entonces entender, prevenir y tratar más adecuadamente este problema de salud.