Un estudio prueba que la covid es una infección estacional, como la gripe
El invierno reúne las condiciones ideales para la transmisión del coronavirus: temperaturas y humedades bajas favorecen la propagación de los aerosoles
La pandemia está repuntando en varios países de Europa. Incluso en España, con una elevada tasa de vacunación, se aprecian ligeros incrementos ya previstos por las autoridades sanitarias. No es extraordinario. Un estudio del Instituto de Salut Global de Barcelona ha encontrado evidencia sólida de que la covid es una infección estacional asociada a temperatura y humedad bajas, similar a la gripe estacional, con lo que el invierno favorece su transmisión.
Los resultados, publicados en Nature Computational Science, se ajustan a las hipótesis de los investigadores, en el sentido de que el SARS-CoV-2 se comporta de la misma manera que los otros cuatro coronavirus que circulan. Lo complicado ha sido desarrollar los análisis y el modelo matemático para establecer la relación entre la enfermedad y el clima de forma robusta, explica Xavier Rodó, director del programa de Clima y Salud de ISGlobal y coordinador del estudio. “Es una pregunta sencilla a la cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) todavía no ha dado respuesta”, recalca.
La investigación muestra que el clima jugó un papel importante en modular la transmisión del virus durante las olas pandémicas en ambos hemisferios y también recalca la considerable contribución de la transmisión por aerosoles. Las condiciones bajas de humedad reducen el tamaño de los aerosoles y por lo tanto aumentan la transmisión aérea, por lo que sugiere poner énfasis en la higiene ambiental. “Es un virus que se encuentra cómodo en condiciones bajas de temperatura y humedad en el ambiente, lo que nos indica que tenemos que vigilar la higiene aérea. Tenemos que cambiar el centro de gravedad de la higiene de manos, que sigue siendo una medida muy importante, hacia la higiene aérea”, apunta Rodó, remarcando la importancia de la ventilación de los interiores.
De acuerdo con el trabajo, la llegada del invierno favorecerá la transmisión de la covid, asociada también, como ocurre en todas las enfermedades respiratorias, al comportamiento humano. El aumento de la exposición de los aerosoles en los interiores puede contribuir a los brotes, aunque su incidencia será menor que en las olas anteriores por efecto de la vacunación.
A la luz del informe, Rodó insta a incorporar los factores ambientales en el sistema de alertas, prevención y gestión de la covid por parte de las autoridades sanitarias, aunque no aprecia que exista mucho interés. En ISGlobal “llevamos más de 20 años desarrollando modelos computacionales para la predicción de epidemias. No somos unos recién llegados”, reivindica. La investigación abarca un periodo de un año, desde el inicio de la pandemia hasta el final de la tercera ola. Sus autores analizaron en primer lugar la asociación de temperatura y humedad en la fase inicial de la propagación del virus en 162 países de cinco continentes, de forma previa a la implantación de medidas sanitarias. En esta fase, las mayores tasas de transmisión se asociaron con tempe-raturas y humedad más bajas.
En segundo lugar, el equipo analizó la evolución de esta asociación clima-enfermedad a lo largo del tiempo y si era consistente a diferentes escalas geográficas, a través de un método estadístico diseñado específicamente para identificar patrones de variación similares en diferentes ventanas de tiempo. Con este método, previamente aplicado en otras epidemias, como la malaria, el cólera y la gripe estacional, pudieron comprobar la consistencia de los resultados a todos los niveles.
De nuevo, encontraron una fuerte asociación entre la variación de los casos y las condiciones de temperatura y humedad durante las primeras tres olas. Sucede de forma global y también en diferentes escalas espaciales:
por países, por regiones en países fuertemente afectados (Catalunya, Lombardía, Turingia) e incluso a nivel de ciudades (Barcelona). Los resultados se confirmaron en todos los casos, además, con un modelo matemático que incorpora la temperatura en su parámetro de transmisión, el que define precisamente cómo una persona se infecta.
“La primera ola es la que muestra un papel más intenso del control climático de la pandemia en todos los casos simulados, puesto que no se conocía la naturaleza de la transmisión del virus y no se habían generalizado medidas como la distancia o la mascarilla”, explica Rodó.
Las primeras olas pandémicas menguaron al aumentar la temperatura y la humedad, y la segunda ola aumentó al disminuir la temperatura y la humedad. Sin embargo, este patrón se rompió durante el verano, en todos los continentes. Y en España, la quinta ola se presentó el pasado verano a pesar de que no se daban las condiciones ambientales óptimas para la propagación.
El método de delimitación transitoria utilizado por los investigadores detecta que en verano la dinámica de la covid no responde al factor climático. “Esto podría deberse a varios factores, incluyendo concentraciones masivas de personas jóvenes, turismo, y aire acondicionado, entre otros”, explica Alejandro Fontal, investigador de ISGlobal y primer autor del estudio. Según Rodó, en EE.UU. durante el verano del 2020 las aglomeraciones en ambientes interiores con aire acondicionado facilitaron tanto la transmisión como el invierno.
La investigación confirma las presunciones del mundo científico. La previsión es que, si hay dificultades en la transmisión y no se producen olas tan expansivas, es probable que el SARS-CoV-2 mantenga ese comportamiento estacional y que el otoño-invierno sea su momento. “¿Qué implicará? Que tendremos que tener más cuidado en épocas de frío y es posible que haya que revacunar, junto con la gripe y, si no se logra una vacuna que corte la trasmisión, quizá haya que fomentar la mascarilla en invierno en lugares cerrados y llenos, como el transporte público”, argumenta Antoni Trilla, responsable de epidemiología del hospital Clínic de Barcelona. Antoni López Tovar