La gripe, como la covid-19, se transmite por los aerosoles
Al igual que el SARS-CoV-2, la mayoría de los virus respiratorios, como el de la gripe o los de los catarros, se transmiten sobre todo por el aire, a través de los aerosoles.
La mayoría de las infecciones víricas respiratorias, como la gripe y los resfriados, se propagan por el aire a través de los aerosoles, que pueden acumularse en los espacios interiores mal ventilados y permanecer allí durante horas. Es lo mismo que se ha demostrado con la enfermedad causada por el SARS-CoV-2, la covid-19, y que también ocurre con otros coronavirus (MERS-Cov, SARS-CoV). Esta es la principal conclusión de una revisión científica realizada por un equipo internacional de especialistas de diversas disciplinas y que acaba de publicar la revista Science.
“Todos o casi todos los virus respiratorios se transmiten como el de la covid-19: sobre todo, o en parte, por el aire. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostenía que el SARS-CoV-2 solo se transmitía por gotas o superficies, y con el tiempo hemos aprendido que eso era un error y que la gran mayoría de la transmisión se produce al inhalar aerosoles que salen de algunas personas infectadas. La transmisión por gotas o superficie es poco importante, no es lo que está causando la pandemia. La OMS se resistió a admitirlo durante más de un año, hasta que el 30 de abril reconoció esa vía de transmisión y su importancia, y el 7 de mayo lo hicieron los CDC [Centros para el Control y Prevención de Enfermedades estadounidenses]”, expone uno de los autores de la revisión, José Luis Jiménez, catedrático de Química de la Universidad de Colorado, en Boulder.
El profesor Jiménez es uno de los mayores expertos en aerosoles del ámbito internacional. Ha combatido la idea de que el SARS-CoV-2 se propaga principalmente a través de gotitas que los individuos contagiados producen al toser y estornudar e impactan en otra persona directamente o al tocar las superficies contaminadas por esas gotas.
Un paradigma desmotando
Ha sido necesaria una pandemia y un intenso esfuerzo científico global para desmontar ese dogma, pero finalmente, se ha conseguido. Con esta revisión de evidencias científicas, los investigadores aportan los datos que sostienen la importancia de la ruta por el aire para casi todos los virus respiratorios, algo que aún no recogen de forma oficial la OMS ni los CDC, advierte Jiménez.
“En el campo de la epidemiología y de las enfermedades infecciosas existe el dogma de que las enfermedades que se transmiten por el aire son fundamentalmente la tuberculosis, el sarampión y la varicela”, mientras que el resto, se contagian por las gotas y superficies. “El dogma viene de 1910, del investigador Charles Chapin, que llegó a ser presidente de la Asociación Americana de Salud Pública, y lo estableció realmente sin evidencias”.
El concepto profundamente arraigado en la comunidad científica explica que la transmisión por inhalación de aerosoles cargados de virus se haya subestimado durante mucho tiempo. “Es hora de revisar los paradigmas convencionales y poner en marcha medidas contra los aerosoles para proteger a la población frente a esa vía de transmisión”, afirma Chia C. Wang, directora del Centro de Investigación Científica de Aerosoles y química física de la Universidad Nacional Sun Yat-sen, Taiwán, quien ha dirigido la revisión
El tamaño importa
Los aerosoles son bolitas de saliva y fluido respiratorio, similares a las gotas, pero mucho más pequeños. Son menores de 100 µm, y la mayoría incluso no supera las 5 µm; se expulsan al respirar, hablar, cantar, gritar, toser y estornudar. A diferencia de las gotas, no caen inmediatamente, sino que pueden quedarse flotando en el aire durante horas y ser inhalados. “La mayoría de los aerosoles producidos por actividades respiratorias son menores de 5 µm, lo que les permite profundizar en las regiones bronquiolares y alveolares y depositarse allí. Los estudios indican que los virus están más presentes en aerosoles de menos de 5 µm”, expone otro de los autores del estudio, Josué Sznitman, fisiólogo pulmonar del Instituto Tecnológico de Israel, en Haifa.
Medidas para controlar los ‘virosoles’
No todos los infectados por SARS-CoV-2 emiten de forma homogénea aerosoles cargados de virus. “Hay una gran variabilidad entre las personas infectadas: algunos no contagian nada”, matiza Jiménez, pues dependerá de la carga viral y de razones fisiológicas, o de vocalización, por ejemplo, si se canta o grita.
El uso universal de la mascarilla es una forma eficaz y económica de bloquearlos, según se desprende de la revisión. Sin embargo, hay que utilizar más barreras contra el virus. “Es poco probable que una sola estrategia sea lo suficientemente fuerte como para eliminar la transmisión de variantes emergentes del SARS-CoV-2”, considera la también autora del artículo Seema S. Lakdawala, viróloga de la Universidad de Pittsburgh.
Una buena de ventilación y filtración son, pues, esenciales para evitar la recirculación y ayudar a reducir la transmisión aérea de los “virosoles”, aerosoles cargados de virus. Jiménez destaca el control del CO2 con medidores portátiles, para verificar que la ventilación se realiza correctamente; si no se puede ventilar bien, filtrar el aire, a lo que pueden ayudar los purificadores HEPA [siglas en inglés de filtrado de partículas de alta eficiencia]. En cambio, el experto rechaza de plano sistemas que tratan de matar al virus, pero lo dejan suspendido en el aire, como los que usan iones, fotocatálisis, hidroxilos, ozono, lejía, ácido hipocloroso, entre otros. “En algunos casos los rayos UV funcionan, pero si se hace bien, suele ser más caro que filtrar el aire”.
La variante delta, más riesgo en el aire
Los estudios indican que la variante delta del SARS-CoV-2 es casi tan contagiosa como la varicela, pero nada hace sospechar que se transmita de forma diferente. Su principal vía de transmisión, por lo que se sabe, también es por el aire. En esa mayor capacidad de contagio intervienen otros factores como una gran carga viral -“las personas infectadas por la variante delta pueden tener hasta mil veces más carga”, comenta Jiménez- o las variaciones en la espícula del virus, que favorecen la interacción con el receptor de entrada en la célula humana. A esos factores se añade una posible reducción del periodo desde que se contrae hasta que se empieza a ser infectivo, de unos cinco días con la cepa original a los tres.
Con la población adulta en proceso de completar la vacunación, una de las actuales preocupaciones en España es cómo afectará la vuelta al colegio a la evolución de la pandemia. La vacuna en adolescentes puede ayudar a contenerla, pero los menores de 12 años se van a enfrentar a una situación más propicia para el contagio. Clases al aire libre; ventilación adecuada; mascarillas – “pero no vale cualquiera: que filtren bien y se ajusten sin dejar huecos”-; mantener la distancia; filtrar el aire; facilitar clases online a niños inmunodeprimidos o en situación de riesgo especial son medidas que enumera Jiménez y que “deberían tomarse en serio” por las autoridades, en especial ahora que la ciencia ha dejado claro por dónde nos llega el virus. S. Moreno