El virus respiratorio sincitial en mayores de 60 años: una amenaza que cuesta al sistema más de 285 millones de euros al año
Un nuevo estudio pone cifras a una carga sanitaria y social hasta ahora poco visible: el VRS provoca casi 850.000 infecciones respiratorias anuales en adultos mayores y una factura económica que supera los 285 millones de euros en España. Los expertos en salud respiratoria advierten de que el impacto real podría ser aún mayor debido a la infradiagnosticación y reclaman reforzar la detección y la prevención en esta población vulnerable
El virus respiratorio sincitial (VRS) es conocido sobre todo por su papel en las bronquiolitis infantiles. Cada invierno, miles de lactantes llenan las urgencias pediátricas a causa de esta infección respiratoria. Sin embargo, lo que durante años se ha considerado una enfermedad propia de la infancia empieza a revelarse como una amenaza silenciosa para los adultos mayores.
En personas a partir de los 60 años —especialmente aquellas con enfermedades crónicas respiratorias o cardíacas—, el VRS puede provocar cuadros graves de infección respiratoria baja, neumonía o descompensaciones de patologías previas. Además, su impacto no se limita a la salud individual: repercute directamente sobre el sistema sanitario y sobre la economía del país.
Así lo demuestra el estudio Modelización de la carga económica anual completa del virus respiratorio sincitial en adultos mayores de 60 años en España, presentado durante el último Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Se trata del primer análisis que estima el impacto económico total del VRS en este grupo de edad, considerando tanto los costes sanitarios directos como los sociales e indirectos.
Un coste total de 285 millones de euros al año
Los resultados son contundentes: cada año, el VRS podría suponer una carga económica cercana a los 285 millones de euros para el conjunto de la sociedad española. De esa cantidad, 220 millones corresponden a costes directos del Sistema Nacional de Salud (SNS) —hospitalizaciones, ingresos en UCI, visitas a Atención Primaria y uso de antibióticos— y otros 65 millones a costes indirectos derivados de la pérdida de productividad y la mortalidad prematura.
“El modelo estima unos 220 millones en costes directos del SNS, principalmente hospital y UCI, y al añadir la perspectiva social el total asciende a unos 285 millones, por incluir 65 millones en costes indirectos”, explica Felipe Villar, jefe asociado del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y uno de los autores del estudio.
El análisis también desglosa con precisión la procedencia de esos gastos: “El 69,2% son debidos a hospitalizaciones, el 22,1% a ingresos en la UCI, el 8,8% a visitas a Atención Primaria y el 0,02% al uso de antibióticos”, detalla Villar. El pico de coste directo se concentra en las personas de 75 a 79 años, que acumulan un 22% del total, mientras que los costes indirectos recaen casi por completo en el grupo de 60 a 69 años, “que soporta el 93% de esta carga, impulsada por la pérdida de productividad y la mortalidad prematura”.
La presión asistencial: camas llenas y agendas saturadas
El estudio también pone de relieve el peso del VRS sobre los recursos asistenciales. Cada temporada, el virus provoca más de 260.000 consultas en Atención Primaria, 50.000 hospitalizaciones y más de 8.000 ingresos en unidades de cuidados intensivos (UCI). Además, se registran unas 21.000 prescripciones antibióticas vinculadas a la infección.
“Esto, por sí solo, tensiona camas de agudos, críticos y la agenda de Atención Primaria en picos estacionales, pudiendo desplazar la actividad programada y elevar los tiempos de espera y las estancias hospitalarias”, advierte Villar. “En términos de gestión, esa combinación —mucho ingreso y uso de críticos— es típicamente la que más costes genera para el sistema, como también expresan los datos de nuestro estudio: un 91,3% de los costes directos”.
Este incremento estacional de la presión asistencial no solo impacta en los pacientes infectados por VRS. También afecta a la atención de otras patologías, ya que los hospitales deben reorganizar camas y recursos humanos para afrontar el aumento de casos respiratorios durante los meses de invierno, lo que puede provocar demoras en intervenciones o tratamientos programados.
Complicaciones que multiplican el gasto
La gravedad del VRS en adultos mayores no se explica únicamente por la infección respiratoria en sí, sino por las complicaciones que desencadena. En pacientes con enfermedades crónicas, la infección puede actuar como un desencadenante de crisis o descompensaciones.
“Las complicaciones más frecuentes asociadas al VRS sobre los casos de enfermedad de tracto respiratorio inferior en hospitalizados son la neumonía (32,4%), el fallo cardíaco (27,8%), las exacerbaciones de asma (9,8%) y EPOC (23,8%) y las descompensaciones diabéticas (5,9%)”, precisa el neumólogo. Todos estos cuadros clínicos incrementan las estancias hospitalarias, elevan el riesgo de ingreso en UCI y, en consecuencia, disparan el coste sanitario.
En este contexto, los adultos de 75 a 79 años representan el grupo más vulnerable desde el punto de vista sanitario y económico: acumulan la mayor proporción del gasto directo, coherente con su mayor carga de comorbilidad y las estancias hospitalarias más prolongadas.
Un virus más frecuente de lo que parece
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que el impacto del VRS podría ser incluso mayor de lo estimado debido a la infradiagnosticación. En la práctica clínica, los casos en adultos se confunden con frecuencia con otras infecciones respiratorias, como la gripe o el COVID-19, especialmente en Atención Primaria, donde el diagnóstico suele basarse en síntomas clínicos y no siempre se dispone de pruebas específicas.
“Los datos disponibles hasta la fecha sobre la carga del VRS se han centrado en el ámbito hospitalario, infraestimando el impacto completo del virus en todos los niveles asistenciales del sistema sanitario y la sociedad española”, explica Villar. “Por eso este modelo proporciona una primera aproximación del impacto económico tanto directo como indirecto, representando una visión holística de la carga económica y pudiendo servir de base en la toma de decisiones sobre la vacunación”.
El equipo de investigación aplicó incluso un factor de corrección del 1,17 para compensar parcialmente ese infradiagnóstico. “Si la captación diagnóstica real fuera menor, estaríamos subestimando episodios, ingresos y, por ende, el gasto total”, añade el especialista.
Los costes invisibles: productividad y mortalidad prematura
Aunque el VRS es más grave en los mayores de 70 años, la franja de 60 a 69 —que aún incluye a una parte significativa de población laboralmente activa— soporta la mayor parte de los costes indirectos. El estudio calcula que el 93% de estos costes se concentran en ese grupo de edad, impulsados tanto por los días de baja laboral como por la mortalidad prematura.
“Su mayor participación en la vida laboral hace que cada día de baja, o cada pérdida de vida, tenga un efecto más fuerte en términos de productividad y coste indirecto”, apunta Villar. “Este hallazgo sugiere que intervenciones preventivas dirigidas a esta franja de edad —vacunación, detección temprana, programas de salud laboral— podrían tener un alto retorno social y económico. Invertir en proteger la salud de las personas entre 60 y 69 años es rentable para la sociedad”.
En otras palabras, el impacto del VRS trasciende los muros de los hospitales: afecta a empresas, familias y al tejido productivo del país. Cada episodio grave implica días de baja laboral, pérdida de productividad y, en los casos más severos, un coste social irreversible.
Un problema de salud pública en crecimiento
Durante la pandemia de COVID-19, el uso generalizado de mascarillas y la reducción del contacto social provocaron un descenso de las infecciones respiratorias, incluido el VRS. Sin embargo, tras el levantamiento de las restricciones, el virus ha reaparecido con fuerza en Europa y en España. Los expertos advierten de que su circulación es cada vez más intensa y prolongada, con picos epidémicos que pueden solaparse con los de la gripe.
“La carga del VRS en adultos mayores ha estado infravalorada durante décadas”, señalan los autores del estudio. “Debemos darle la importancia que merece, porque cada vez está más presente”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que, a nivel global, el VRS causa cada año más de 3 millones de hospitalizaciones y aproximadamente 100.000 muertes en adultos mayores de 60 años. En Europa, los datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) indican que la infección podría ser responsable de hasta 250.000 ingresos hospitalarios anuales en este grupo etario. España no es una excepción.
Atención Primaria y Neumología, piezas clave en la respuesta
La detección precoz y el manejo adecuado del VRS son fundamentales para reducir complicaciones, evitar ingresos y optimizar los recursos sanitarios. En este sentido, tanto los servicios de Atención Primaria como los de Neumología desempeñan un papel crucial.
“Atención Primaria es clave para la identificación precoz de enfermedades del tracto respiratorio superior e inferior en cada temporada, protocolizar el manejo ambulatorio para evitar ingresos y racionalizar el uso de antibióticos”, explica Villar. Aunque el coste de los antibióticos es mínimo —apenas el 0,02% del gasto directo—, su uso adecuado es esencial para prevenir resistencias bacterianas.
Además, añade, “la detección precoz y el manejo del VRS son prioritarios en pacientes con cardiopatía, diabetes mellitus y enfermedades respiratorias como la EPOC y el asma, por su alto riesgo de complicación”.
Desde los hospitales, los servicios de Neumología tienen la responsabilidad de “establecer vías clínicas para VRS, circuitos de alta precoz y criterios de ingreso en UCI, además de optimizar las camas hospitalarias”. La coordinación entre niveles asistenciales es clave para una transición de cuidados eficaz y para mejorar el registro diagnóstico del VRS, lo que permitiría reducir su infradiagnosticación y mejorar la planificación sanitaria.
Datos económicos que pueden cambiar decisiones sanitarias
Contar con cifras concretas y desglosadas es un paso esencial para que las autoridades sanitarias valoren la magnitud del problema y diseñen estrategias de prevención coste-efectivas. Hasta ahora, la falta de información económica sólida sobre el VRS en adultos mayores dificultaba su inclusión prioritaria en los programas de salud pública.
“El estudio ofrece una base sólida para el análisis de coste-efectividad, la priorización de cohortes y el diseño de programas estacionales”, sostiene Villar. “Además, corrige el sesgo de centralizar los datos en el hospital, al incorporar los costes derivados de la atención en Atención Primaria y los indirectos, dando una visión más real para la decisión sanitaria”.
Esta evidencia cuantitativa podría ser decisiva para orientar futuras políticas de prevención. En palabras del especialista, “la vacunación de los adultos de 75 a 79 años reduciría la mayor parte del impacto sanitario y económico directo, mientras que en los adultos de 60-69 años se maximizaría el retorno económico en la sociedad al reducir las pérdidas de productividad y costes indirectos”.
La importancia de prevenir antes que curar
Si bien el estudio se centra en la cuantificación económica, sus resultados apuntan a una conclusión clara: prevenir el VRS en adultos mayores es tanto una cuestión de salud pública como de sostenibilidad del sistema. Las estrategias preventivas —que incluyen la vacunación estacional, la educación sanitaria y la mejora de la vigilancia epidemiológica— podrían reducir significativamente la carga asistencial y los costes asociados.
En los últimos años, varios países europeos han comenzado a incluir la prevención del VRS en sus programas nacionales de inmunización para mayores, siguiendo la recomendación de la OMS de proteger a los grupos más vulnerables. En España, las comunidades autónomas estudian actualmente la posible incorporación de esta medida en función de sus prioridades y presupuestos.
Más allá de las vacunas, los expertos insisten en reforzar la detección temprana y la concienciación social. “Visibilizar esta enfermedad respiratoria mediante más estudios y facilitando el diagnóstico desde la Atención Primaria es esencial”, recordaba también Isabel Jimeno, coautora del trabajo y responsable del Grupo de Vacunas de la SEMG.
Un reto para la sostenibilidad del sistema sanitario
La cifra de 285 millones de euros anuales no solo ilustra la magnitud del problema, sino que plantea un reto de sostenibilidad para el SNS. A medida que la población envejece, el número de adultos vulnerables al VRS aumentará, y con ello la presión sobre hospitales y recursos públicos.
Según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística, en 2035 uno de cada cuatro españoles tendrá más de 65 años. Si la incidencia del VRS se mantiene estable, la carga económica podría superar los 350 millones de euros anuales en la próxima década, sin contar el posible incremento de complicaciones asociado al envejecimiento y la multimorbilidad.
“El impacto sanitario y económico directo es mayor a partir de los 65 años, especialmente entre los 75 y 79”, advierte Villar. “Este grupo de pacientes, junto con los inmunodeprimidos y aquellos con comorbilidades respiratorias crónicas, acumulan una mayor carga de enfermedad y de costes para el sistema sanitario”.
Más investigación para ver el problema completo
El estudio presentado en el Congreso de la SEMG constituye un primer paso para dimensionar la carga del VRS en España desde una perspectiva integral, pero sus autores coinciden en que es necesario seguir investigando. “Este modelo proporciona una primera aproximación del impacto económico del VRS, pero hay que seguir ampliando la evidencia”, indica Villar. La falta de datos históricos consolidados y de una vigilancia sistemática en adultos dificulta aún estimar con exactitud su incidencia real.
Diversos equipos de investigación ya trabajan en modelos predictivos que integren variables epidemiológicas, climáticas y demográficas para anticipar la intensidad de las próximas temporadas de VRS. Estas herramientas podrían permitir planificar con mayor precisión los recursos hospitalarios y las campañas de prevención.
Un coste humano que no se mide solo en euros
Más allá de las cifras, los expertos recuerdan que cada ingreso, cada complicación y cada muerte por VRS representa una historia personal. En personas mayores, especialmente aquellas con enfermedades respiratorias crónicas o fragilidad funcional, una infección respiratoria aguda puede suponer la pérdida de autonomía o un deterioro irreversible de la salud.
“Este virus no solo genera un impacto clínico o económico: también afecta a la calidad de vida y a la independencia de las personas mayores”, subraya Villar. Por ello, insiste en que “el abordaje del VRS debe ser integral, combinando prevención, detección, tratamiento precoz y seguimiento tras el alta”.
Invertir en prevención es invertir en sostenibilidad
El VRS ha dejado de ser un virus exclusivamente pediátrico para convertirse en un desafío sanitario y económico de primer orden entre los mayores de 60 años. Su carga —285 millones de euros al año en España— refleja tanto el peso de las hospitalizaciones y los ingresos en UCI como las pérdidas sociales derivadas de la mortalidad y la productividad truncada.
Disponer de estos datos permite, por primera vez, cuantificar la magnitud del problema y orientar decisiones basadas en evidencia. Como concluye Felipe Villar, “este estudio muestra que el VRS tiene un coste real, tangible y evitable. La prevención en adultos mayores no solo salva vidas: también protege la sostenibilidad del sistema y el bienestar colectivo”. Andrea Rivero (SyM)





















