Hasta un 73% de niños con cefalea crónica mantienen la dolencia cuando son adultos
Tercera causa de discapacidad global en el mundo, la cefalea en niños puede aliviarse con adecuadas medidas profilácticas y terapéuticas.
Las cefaleas afectan aproximadamente al 40% de la población mundial y son más comunes en mujeres que en hombres. Se encuentran entre las tres afecciones neurológicas más comunes en la mayoría de los grupos de edad, comenzando a partir de los 5 años y manteniéndose entre las tres primeras hasta los 80 años, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de algunas variaciones regionales, las cefaleas son un problema mundial que afecta a personas de todas las razas, niveles de ingresos y zonas geográficas.
El dolor de cabeza no solo es doloroso, sino también incapacitante. Según las estimaciones del Observatorio de Salud Global 2019 , las cefaleas fueron la tercera causa principal de años de vida ajustados por discapacidad en todo el mundo, después del ictus y la demencia.
Los ataques de cefalea repetidos suponen un problema de salud pública ya que reducen notablemente la calidad de vida de los afectados con importante afectación en las esferas familiar, social y laboral.
El cuadro puede empezar en el infancia o adolescencia y mantenerse en la edad adulta, según recuerda, con motivo del Día Nacional de la Cefalea, la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP). Se estima que aproximadamente un 73% de los pacientes pediátricos con cefalea crónica mantienen dicha dolencia en el periodo adulto, es decir, que el niño y el adolescente con cefalea tensional o migraña de hoy es probable que sea el adulto del mañana con ambos cuadros patológicos.
En niños, la cefalea es un motivo de consulta muy frecuente en tanto en la Atención Primaria, como en las Urgencias pediátricas o en las consultas de Neuropediatría, dada su frecuencia e impacto negativo en la calidad de vida de los niños. “La mayor parte de las consultas de cefalea en menores se dan en el contexto de problemas banales o de poca importancia, como infecciones; si bien existe un importante número de pacientes que sufren cefalea de forma recurrente, en particular cefalea tensional o migraña, con riesgo de cronificación. Sólo en un porcentaje muy pequeño de pacientes con cefalea, ésta es síntoma de una enfermedad grave”, sostiene Ramón Cancho Candela, neuropediatra y portavoz de la SENEP.
Globalmente, entre un 75-90% de niños sufren a lo largo del periodo infantil algún episodio de cefalea. Además, aproximadamente, un 20% de los niños y de los adolescentes entre 4 y 18 años indican haber tenido episodios de cefalea frecuentes o severos en el año previo. Existen datos de prevalencia de cefalea primaria tensional y migrañosa que hablarían de no menos de un 10% de todos los niños en total sumados los dos tipos.
Cefaleas primarias y secundarias
“En general, a partir de los 5-6 años de edad empiezan a aparecer la mayor parte de los pacientes con cefalea recurrente; siendo creciente con la edad, el número de pacientes afectos, y siendo máximo en la adolescencia”, explica el neuropediatra.
En concreto, pueden considerarse dos grandes grupos de cefaleas según su causa: primarias, sin trastorno definido causante; y secundarias o sintomáticas, directamente causadas por un trastorno definido. “Entre las primarias, sin duda las más importantes y frecuentes son la cefalea tensional, y la migraña con todas sus variantes: con aura, sin ella, síndromes periódicos relacionados”.
Explica, además, que las cefaleas secundarias se asocian frecuentemente a procesos infecciosos y febriles, como gripe, amigdalitis, o sinusitis. “Es poco habitual que la cefalea sea el principal síntoma de una infección de mayor gravedad como meningoencefalitis, y si es el caso, suele ir acompañada de otros síntomas notorios, como letargia, rigidez de nuca, convulsiones, o alteraciones de conducta, entre otros síntomas”, agrega este neuropediatra.
Existen otras causas muy infrecuentes de cefalea pediátrica secundarias a procesos graves, según continúa, como las que se presentan en algunos tumores cerebrales o en procesos vasculares, como el ictus, pero suelen ir también acompañadas de otros síntomas que hacen reconocible el cuadro. DM