Una migraña en cada edad
La migraña es la principal causa neurológica de discapacidad entre los 5 y 19 años, pero esta patología es más desconocida en la infancia, al solaparse con otras cefaleas.
En España, en torno a 5 millones de personas de todas las edades padecen migraña, y de ellas el 80% son mujeres entre 20 y 40 años. A pesar de ser la principal causa neurológica de discapacidad entre 5 y 19 años, y la segunda cefalea más frecuente, los neurólogos creen que adolece de una invisibilidad que no tienen otras enfermedades consideradas discapacitantes. Por ello reclaman que se recupere el fallido plan o estrategia de atención a la migraña y que una eficaz coordinación entre niveles asistenciales ayude a evitar la cronicidad.
Así se manifiestan los expertos participantes en el II Seminario Lundbeck sobre Migraña, celebrado en Alicante, bajo el título Migraña en cada capítulo de la vida, donde han reclamado que solo el 3,5% de pacientes con migraña que podría beneficiarse de los nuevos anticuerpos monoclonales antiCGRP reciben ese tratamiento “más eficaz y mejor tolerado, al que en España se llega tras otros menos costosos”. También insisten en que solo el 56,2% de los casos se diagnostican adecuadamente, según el estudio Overcome.
Migraña en la infancia
Probablemente la infancia es la etapa más desconocida de la migraña, al solaparse con otras cefaleas porque los niños no saben detallar sus síntomas. “Es la primera causa de discapacidad entre los 5 y los 19 años, por ausencias escolares, menor rendimiento escolar y peor calidad de vida”, afirma Pablo Irimia, coordinador del Grupo de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Entre las rémoras, a veces las propias familias cuestionan la existencia del dolor y los pediatras no hacen el diagnóstico correcto ni derivan al neurólogo, por lo que algunos casos que requieren tratamiento precoz podrían terminar en una migraña crónica.
En ocasiones los episodios infantiles migrañosos empiezan antes de los 3 años, pero no es hasta los 5 cuando se pueden expresar alteraciones específicas. “En niños el dolor de cabeza es bilateral y opresivo, en vez de hemicraneal y pulsátil, y suelen tener más síntomas por actuación del sistema nervioso autónomo”, comenta Irimia, apuntando a los síndromes asociados que pueden entorpecer el diagnóstico. Los más frecuentes, vómitos o náuseas en los transportes (a veces también en edad adulta); o un dolor abdominal y vómitos con el que debuta la crisis migrañosa, incluso se ha llegado a definir los cólicos del lactante como marcador genético para una futura migraña.
Este neurólogo de la Clínica Universidad de Navarra comenta que siempre hay que buscar posibles “banderas rojas” si no hay historia familiar de migraña para descartar causas secundarias de la cefalea, a veces haciendo escáner o resonancia. “No todos los niños requerirán tratamiento específico. A algunos se les recomendará descanso y cambio de hábitos, pero otros necesitarán terapia preventiva que reduzca los ataques mensuales”. Irimia insiste en que el principal escollo es que la mayoría se van de la consulta pediátrica sin diagnóstico de migraña.
Migraña en adulto
“Es un mito identificar la migraña solo con dolor”, asegura Sonia Santos, neuróloga del HCU Lozano Blesa de Zaragoza, que al incardinar la enfermedad en adultos recalca otras manifestaciones migrañosas frecuentes, como alteraciones cognitivas, depresión, ansiedad anticipatoria, osmofobia, fotofobia y estigma. “El paciente con migraña tiene una evidente dificultad para adaptarse a estímulos tanto endógenos como exógenos”, resume la experta al desgranar las características de la enfermedad en adultos y la prevalencia rotunda en mujeres en relación a las fluctuaciones hormonales.
El historial migrañoso en mujeres tiene un itinerario muy diverso. Del 18 al 25% tienen ataques durante la menstruación, y del 8 al 13% tienen la primera crisis durante el climaterio. Sin embargo, algunas mejoran cuando se aproximan a la menopausia. A lo largo del ciclo vital las mujeres con migraña crónica suelen experimentar cambios, con ataques más prolongados e intensos durante la menstruación, una mejoría durante la gestación y recidiva en el puerperio. “La migraña empeora en un tercio de las mujeres a la semana del parto y en más del 50% a lo largo del primer mes. Esto se relaciona con la caída de estrógenos, más estrés y menos descanso”.
Santos defiende la educación del paciente como uno de los pilares del tratamiento, “porque es importante que identifiquen los factores desencadenantes del dolor, psicológicos, hormonales, alimentarios, ambientales y del sueño, entre otros, que no son comunes a todos los pacientes”. Y también que se reconozcan los síntomas premonitorios, un abanico de alteraciones que forman parte del ataque, aunque se manifiesten horas antes, que van desde cambios anímicos, afectación cognitiva, trastornos gastrointestinales y de apetito, rigidez de nuca, bostezos y alteraciones sensoriales a cambios en la temperatura corporal y sudoración, entre otros. Con todo ello los pacientes pueden redactar su propio calendario del dolor y facilitar el manejo de las crisis.
Entre los principales retos terapéuticos esta neuróloga destaca que el 33% de los pacientes no responde al tratamiento estándar del dolor, ni todos responden a las terapias de precisión, además de que faltan respuestas sobre la fisiopatología de la migraña.
Adultos mayores
“En adultos mayores los tratamientos de migraña son los mismos que en pacientes de menor edad, aunque la mayor prevalencia de comorbilidades y de polimedicación requieren ser más cautos”, advierte Rogelio Leira, responsable de la Unidad de Cefaleas del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. Señala que la mayoría de estos pacientes suelen padecer migraña crónica y/o refractaria a múltiples fármacos, por lo que conviene “descartar otro tipo de cefaleas y contemplar enfermedades asociadas para poder iniciar una terapia individualizada”.
El cuadro clínico en personas mayores presenta algunas diferencias con adultos más jóvenes, como cefaleas bilaterales y menos fotofobia y fonofobia asociadas. El aura de la migraña puede aparecer también sin cefalea hasta en el 16% de los mayores de 55 años, por lo que es importante descartar ictus, ataque isquémico transitorio y convulsiones. Otra particularidad es que hasta el 60% de adultos mayores sufren la crisis migrañosa de forma repentina, bien por la noche o al despertar.
Leira recomienda precaución al prescribir medicamentos para la sintomatología migrañosa en pacientes de edad más avanzada: los de efecto vasoconstrictor, como triptanes y ergóticos; los antiCGRP o gepantes con ciertos triptanes; los antinflamatorios no esteroideos, especialmente si se combinan con antiagregantes plaquetarios o anticoagulantes, y también los fármacos antieméticos por su mayor efecto sobre sistemas extrapiramidales.
El tratamiento específico de la migraña con betabloqueantes, antidepresivos y neuromoduladores también presentan un incremento del riesgo que debe valorarse en adultos mayores. Y, en opinión de este neurólogo, “los anticuerpos monoclonales antiCGRP podrían emplearse con seguridad en pacientes mayores, aunque los estudios solo se han realizado en la franja de 18 a 65 años”. Pilar Laguna (DM)