Margarita Salas, investigadora en el CBM Severo Ochoa: El peligro está en que se pierda una generación de investigadores
SILVIA C. CARPALLO. Discípula del profesor Severo Ochoa en EEUU, Margarita Salas fue, junto con su marido, pionera en el trabajo de la biología molecular en España. Todo gracias al estudio del virus ?29, revelador del funcionamiento del ADN. Sin embargo, nos recibe cercana y amable en un pequeño despacho, lleno de papeles, que da directamente al laboratorio. Lo que más quiere en este mundo es seguir trabajando, seguir investigando. Si la dejan, claro, porque vuelven a ser tiempos difíciles para la ciencia.
¿Cuál es la situación actual de los presupuestos para la ciencia en España? ¿Y qué pasará este año en el caso concreto del CSIC?
La situación actual es mala. Hay muchos investigadores que se han quedado sin financiación o con una muy escasa. El CSIC este año parece que va algo mejor pero, de nuevo, la financiación no es suficiente.
Cuando volvió de EEUU, España era un desierto científico. Con la actual crisis económica, ¿podría volver a serlo?
No tanto, hay que tener en cuenta que cuando yo volví a España en el año 67 realmente no había nada de financiación para investigación, era cero. Ahora hay muchos más investigadores, aunque no tantos como debería haber. El problema en este momento está en relación con los jóvenes que tienen que irse fuera porque no tienen posibilidades en España. El peligro está en que se pierda una generación de investigadores, lo cual es una tragedia.
De hecho, parece que estamos sembrando talento para que lo recolecten otros. ¿Qué se debería hacer?
Estamos gastando dinero en formar excelentes investigadores que se van al extranjero. No es malo si pensamos en que adquieren una formación añadida en el extranjero, siempre y cuando luego los podamos recuperar. La solución es de más dinero, y tampoco estamos pidiendo tanto. España hace un par de años, hoy posiblemente será menos, gastaba el 1,31% del PIB en investigación, cuando la media de los 27 de la UE era del 2%. Estamos muy a la cola de la Unión Europea.
¿En España la política no entiende de ciencia?
Severo Ochoa decía siempre: Un país sin investigación, es un país sin desarrollo. La investigación no va a resolver la crisis de hoy para mañana, sus resultados son a largo plazo, pero hay que seguir financiándola, porque si no habrá consecuencias negativas.
Gran parte de su vida la ha dedicado a la investigación del ø29, ¿podría explicarnos el funcionamiento de este virus y porqué lo eligió como modelo para iniciar el desarrollo de la biología molecular en España?
Cuando mi marido, Eladio Viñuela, y yo regresamos a España decidimos trabajar en el estudio del fago ø29, porque es un virus muy pequeño, tan sólo tiene 20 genes, pero a la vez con una morfología compleja, y nos parecía que era bastante adecuado para iniciar la biología molecular en España. Tuvimos suerte porque el virus ha dado resultados muy buenos desde el punto de vista científico y biotecnológico. Seguimos trabajando en cómo se duplica el material genético de este virus, es decir, el mecanismo de replicación del DNA y, por otra parte, cómo se controla la expresión del material genético. Descubrimos que el DNA de este fago tiene una proteína que está unida a sus extremos, y resultó que esta proteína está implicada en la iniciación de la replicación del DNA. Posteriormente descubrimos que cuando el virus infecta a la bacteria produce la síntesis de una DNA polimerasa, que es la enzima que duplica el material genético. Estudiando la misma vimos que tenía unas propiedades fantásticas y podía ser utilizada para amplificar el DNA.
Su patente ha sido una de las más rentables de la historia de España, y ha proporcionado una buena parte de sus ingresos al CSIC, pero han buscado la forma de seguir obteniendo beneficios de la misma tras su caducidad en 2009
La DNA polimerasa la patentamos en el año 89, y la licencia de explotación la obtuvo una empresa americana, que en el año 2001 sacó un kit para amplificar DNA. Ha dado resultados muy buenos desde el punto de vista biotecnológico, y unas regalías muy importantes, de las cuales un tercio fueron al CSIC. Lo que es un buen ejemplo de como a través de la investigación básica se pueden obtener beneficios prácticos. Tras la expiración de la patente, obtuvimos en el laboratorio unas variantes de la polimerasa original, que denominamos quimeras, que resultaron incluso mejores que la polimerasa original. Estas quimeras se han patentado (los inventores somos Miguel de Vega, José Mª Lázaro, Luis Blanco, Mario Mencía y yo misma) y licenciado. El pasado mes de noviembre se comercializaron los dos primeros kits de estas quimeras de la DNA polimerasa de ø29, y espero que también se obtengan muy buenos resultados. más dinero, y tampoco estamos pidiendo tanto.