Ángela Figuera, hematóloga: “El objetivo es reducir la agresividad y la cantidad de quimioterapia”
SANDRA IBARRA. En el hospital de La Princesa de Madrid he tenido que tomar las decisiones más importantes de mi vida con el equipo hematológico de José María Fernández Rañada. Una de las facultativas que más ha peleado por mí es la doctora Figuera, mi querida Yela, con la que llevo 20 años de lucha, supervivencia, decisiones complicadas, noticias duras, felices, etc. En el cáncer no siempre hay respuestas, hay opciones y elegir la mejor es complicado. Con ella siempre lo ha sido menos gracias a su generosa solvencia, tenacidad y empatía. Cuando Yela y yo nos miramos creo que las dos pensamos: ¡lo hemos conseguido! Eso nos mantiene unidas más allá de la relación médico-paciente.
La presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) declara que una de cada dos personas nacidas hoy tendrá cáncer. ¿Ante qué retos nos enfrentamos para poder disminuir ese porcentaje?
Las causas más comunes de muerte en la humanidad prácticamente han desaparecido. Menos gente se muere actualmente a causa de infecciones, de infarto de miocardio o de accidentes cerebrovasculares, y lo que queda es el envejecimiento. Éste lleva irremediablemente a la aparición de neoplasias porque las células viejas se equivocan y sufren mutaciones acumulativas que al final se traducen en un cáncer. Evitarlo es difícil, pero sí podemos diagnosticarlo a tiempo. Eso está pasando en mama, en colón, o próstata, dónde el diagnóstico precoz es clave para aumentar la supervivencia.
El concepto cáncer abarca más de 200 enfermedades. ¿Qué diferencia hay entre un cáncer hematológico respecto a otros tipos de tumores en cuanto a tratamiento, supervivencia…?
Aunque los cánceres son muy distintos, los mecanismos moleculares por los que se produce la transformación tumoral son bastante comunes de unas células a otras. Esto también tiene su lado bueno. Ello supone, por ejemplo, que muchos fármacos que se investigan en determinados cánceres valgan para otros. Es lo que llamamos investigación transversal en oncología, un concepto que abre mucha esperanza para, sino una curación total, tener un abanico más amplio de tratamientos.
En su especialidad ve muchos casos de cáncer infantil, ¿en qué difiere el tratamiento o el abordaje de la enfermedad en los niños?
En los pequeños los cánceres son muy específicos. Por ejemplo, la leucemia aguda linfoblástica. Los niños aguantan una gran cantidad de terapia, ya que tienen una capacidad de resistencia muy superior a la de un adulto. Generalmente, se curan más, pero el problema es que con esas terapias intensivas encontramos a supervivientes de 20 o 30 años que padecen consecuencias como la esterilidad, defectos cognitivos o de desarrollo intelectual. Por ello, trabajar en las secuelas a largo plazo es fundamental, más allá de la esperanza de vida.
De hecho, uno de los problemas de la quimioterapia es que puede inducir una segunda neoplasia, es decir, provocar que vuelva a aparecer el cáncer, ¿preocupa también este asunto?
En hematología, los linfomas y los mielomas son los cánceres que más se curan, pero a costa de una gran cantidad de quimioterapia. Por ello, el objetivo actualmente es reducir la agresividad del tratamiento, sustituyendo la quimioterapia por nuevos agentes biológicos, como los anticuerpos monoclonales, agentes inmunoduladores o inmunoterapia en general. Efectivamente, todos los agentes quimioterápicos son, a su vez, inductores de oncogénesis, con lo cual nos ocurre que una proporción, por fortuna no muy grande, de pacientes que han sobrevivido al cáncer, pasado un tiempo de evolución, desarrollan un segundo tumor precipitado por el papel mutagénico de los agentes quimioterápicos. No sólo puede aparecer un nuevo cáncer, sino que el tumor inicial puede mutar, haciéndose resistente al tratamiento. Pese a ello, no podemos dejar de tratar al paciente con un fármaco que funciona, porque la prioridad es salvarle y abordar ese primer tumor, que es lo urgente. Cada vez se es más consciente de este problema y se intentan buscar soluciones.
Mencionaba la inmunoterapia, una opción que se perfila como prometedora, y en la que de hecho ya se trabaja en ensayos en algunas leucemias. ¿Cuál es su opinión sobre estas terapias?
La inmunoterapia lleva investigándose muchos años, y si no había avances posiblemente se debiera a que se utilizaba en neoplasias muy avanzadas. Hoy en día se están obteniendo respuestas muy importantes porque se está utilizando como refuerzo y como tratamiento preventivo, lo que ha abierto un mundo impresionante. Si parte de esas investigaciones se centran en las neoplasias hematológicas, es precisamente porque son más líquidas y por lo tanto son más fáciles de estudiar.
Acabo con una pregunta de carácter muy personal: cuando me diagnosticaron leucemia, la esperanza de vida no tenía que ver nada con el momento actual. En mi caso, de hecho, fui la única de la planta en sobrevivir, hoy sobreviven hasta el 80 por ciento de los casos, ¿son razones para la esperanza?
No han cambiado tanto los tratamientos como la manera de administrarlos. Es decir, el soporte, los antibióticos, los cuidados, los antifúngicos, los antivirales, las transfusiones, etc. Todas estas ayudas son imprescindibles para administrar la quimioterapia y se han ido haciendo cada vez más eficaces y seguras, lo que permite disminuir mucho la mortalidad tóxica. Eso es lo que está generando más curaciones, pero ahora el reto es disminuir la toxicidad no mortal y las secuelas a largo plazo para mejorar la calidad de vida de los supervivientes.
PERFIL
Ángela Figuera Álvarez, (Madrid, 1956) es doctora en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en hematología y hemoterapia. Desde el año 1989 es jefa de la sección del área clínica del servicio de hematología del hospital La Princesa, labor que además compagina como profesora titular de estas especialidades en la Universidad Autónoma de Madrid. Asimismo, preside el Grupo de Leucemia Aguda y el Grupo de Trasplante, ambas vinculadas de la Comunidad de Madrid.