Las vacaciones no siempre son tan ‘deseadas’
Las personas a cargo de familiares dependientes pueden sentirse culpables al tomarse un descanso
Muchos pueden sentir que están abandonando a la persona dependiente
S.L.
Se calcula que, en nuestro país, cerca del 90% de las personas mayores de 50 años tienen a su cargo a sus padres o a sus suegros y casi tres cuartas partes (67%) de los cuidadores son mujeres de entre 56 y 70 años. Se trata de una labor que, a pesar de realizarse con mucho cariño, puede desgastar considerablemente al cuidador. Tomarse unos días de vacaciones es tan lícito como necesario, sin embargo, muchos pueden denegar esa opción al sentirse culpables. “Muchos pueden sentir que, al tomarse unos días de descanso, están abandonando a la persona dependiente”, afirma Marta Campo, psicóloga del servicio de psicología del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela. Un sentimiento normal pero erróneo. Según cuenta la psicóloga Campo, el tiempo de desconexión no solo es bueno para el cuidador, sino que además ayuda a que la calidad asistencial que recibe la persona dependiente sea mejor. Además, tomarse unas vacaciones puede ayudar a prevenir a que el cuidador acabe padeciendo lo que se conoce como el síndrome del cuidador. Afección que sufren cerca de dos millones de personas en nuestro país, según un estudio realizado por la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzhéimer y otras Demencias (CEAFA) y por la Fundación Sanitas.
El síndrome del cuidador, también conocido como el síndrome del quemado, es un trastorno que se produce cuando la persona que se encarga de cuidar al familiar se va entregando al 100% y va perdiendo paulatinamente su propia vida. Alteraciones emocionales, cambios en el patrón del sueño (insomnio), ansiedad, llanto y alteraciones en la alimentación suelen ser los síntomas más comunes. La sensación de culpa cuando no está con su allegado también es un sentimiento común entre las personas que sufren este síndrome. Algo que se agrava cuando piensan en irse de vacaciones. Para la psicóloga Marta Campo, es importante controlar ese sentimiento y saber poner los límites de hasta dónde podemos llegar. “Para volver a cualquier labor, el ser humano siempre necesita tomar una distancia y desconectar”, explica. El tiempo de desconexión debe ser como mínimo de dos semanas. Aunque como aclara la especialista, “lo verdaderamente importante es la calidad de la desconexión”. De este modo, añade, “es preferible irse una semana con una buena desconexión, que irse dos semanas y estar pendiente continuamente de cómo está el familiar”. Asimismo, los especialistas no solo aconsejan descansar durante las vacaciones, sino que insisten en lo importante que es encontrar ratos a diario para que la persona pueda dedicarse a sí misma.