¿Gripe o resfriado? Parece lo mismo pero no lo es
La actividad gripal se encuentra en valores propios del periodo pre-epidémicos, según todos los indicadores de transmisibilidad
SOFÍA LARRUCEA. La confusión entre gripe y resfriado es tan común como su incidencia en esta época del año. Saber distinguir ambas enfermedades es importante para poder prevenir su contagio y, en caso de haber contraído alguna de ellas, poder recuperarse lo más fácilmente posible. Los especialistas insisten: la diferencia clave está en los síntomas. Mientras que la gripe cursa con fiebre, falta de energía y mareos, entre otros, el resfriado suele provocar tos, estornudos, dolor de garganta y malestar general. Lo que sí comparten es que, como enfermedades víricas que son, no cuentan con un antibiótico para su curación.
Tratar los síntomas relacionados es, en este sentido, la única opción. Este año, tal y como informa el Sistema de Vigilancia de la Gripe en España (ScVGE), la actividad gripal se encuentra en valores propios del periodo pre-epidémicos según todos los indicadores de transmisibilidad. En concreto, la primera semana ee diciembre, ha afectado a cerca de 58 personas por cada 100.000 habitantes. Las comunidades más afectadas están siendo, por el momento, Cataluña, Aragón y Canarias.
El virus de la gripe, conocido como influenza, varía su composición antigénica cada año. Por ello, los especialistas aconsejan revisar y actualizar la vacuna antigripal de forma anual, reformulándose en base a las cepas de virus circulantes la temporada previa. Cada año circulan dos tipos de virus de la gripe A, más uno de la gripe B. Clínicamente no se pueden diferenciar. El B es humano, no afecta a animales y se mantiene siempre muy estable a lo largo del tiempo. En cambio, el virus A varía notablemente. Está ampliamente distribuido en la naturaleza, puede infectar a animales y a humanos y ha sido responsable de diversas pandemias.
Prevenir el virus no es fácil, ya que es en lugares cerrados donde confluyen los virus y, por tanto, continuamente se está en contacto. A pesar de esto, se pueden seguir ciertas pautas de higiene para extremar las precauciones, como lavarse las manos con agua y jabón con frecuencia, taparse la boca al toser o estornudar y ventilar las estancias. La gripe tiene un periodo de incubación de uno a dos días y, en la mayoría de casos, acaba curándose sola sin necesidad de tratamiento. Pero para ello una correcta alimentación también es fundamental. La terapia se centra básicamente en paliar los molestos síntomas con anticongestivos, antitusígenos y antitérmicos. También es importante hidratarse con frecuencia.
Además del agua, beber leche caliente ayuda a calmar la garganta y además alimenta, sin olvidar el zumo de naranja, que aporta vitamina C. El uso de fármacos antivirales se limita a determinadas circunstancias. En caso de fiebre alta persistente, aparición de dolor torácico, taquicardia, o dificultad respiratoria se debe acudir al médico porque, aunque la gripe suele ser una patología sin riesgo, en algunos casos se comporta de forma más agresiva. Las complicaciones más comunes son neumonías o bronquitis, especialmente en personas con enfermedades de base.