¿Cómo gestionar la pérdida de un paciente?
Hay que asumir que la muerte es una realidad, no un fracaso
Los profesionales sanitarios viven constantemente en contacto con la muerte, pero no siempre saben cómo afrontar la de sus pacientes.
La demoledora irrupción de la infección por Covid-19 ha dejado un trágico legado con muchas personas fallecidas. Los profesionales sanitarios viven constantemente en contacto con la muerte, pero no siempre saben cómo afrontar el deceso de sus pacientes. La recomendación general que hace Irene Esperón Rodríguez, psicóloga clínica en el Área Sanitaria de Vigo y miembro del equipo de Cuidados Paliativos, es asumir que la muerte es una realidad del ser humano, no un fracaso, nacemos y morimos: “El final de la vida de una persona es a veces inevitable, no es un fracaso médico, exceptuando los casos de negligencia profesional, claro”.
Esta experta aconseja a los profesionales que asuman su propia mortalidad: “Es la única manera de poder enfrentarnos a la muerte de los demás”. Considera que los médicos deben estar formados y preparados para curar, pero también para aliviar cuando no se puede curar: “Una labor médica fundamental son los cuidados paliativos, cuidar a las personas aliviando sus síntomas hasta que mueren”.
Como para dar malas noticias, también es fundamental la formación, todavía muy insuficiente en las carreras universitarias tanto de Medicina como de Enfermería. A juicio de Irene Esperón, los profesionales sanitarios precisan saber de técnicas de comunicación, herramientas sencillas tipo counselling, pero también precisan ahondar en su propio mundo emocional, siendo conscientes de como éste va a determinar su profesión y su vida.
“Desde las facultades debería ser un tema transversal asumir que la muerte no es un fracaso y que evitarla no es el único objeto de la profesión. En paliativos decimos mucho eso de curar a veces y cuidar siempre”, defiende esta psicóloga. En los casos de los pacientes con un largo recorrido está en juego la implicación emocional con la persona porque llega el momento de la despedida, de asumir que no se puede hacer nada más por prolongar la vida, pero mucho por dignificarla hasta el final: “Digamos que en estos casos el médico ha de aceptar el cambio de perspectiva y no abandonar a esa persona en una situación tan delicada”. María R. Lagoa (DM)