Biopsia líquida y otros avances
AURELIO ARIZA. Vivimos en una sociedad de titulares y el cáncer no es una excepción. Cada nuevo método diagnóstico se exalta como una panacea que desplazará a los anteriores y proporcionará soluciones rápidas y precisas. Luego, privado ya el nuevo método del entorno protegido en que fue gestado, se definen mejor sus ventajas y limitaciones y, poco a poco, se injerta como una rama más en el complejo árbol de decisiones que es el diagnóstico del cáncer.
Esta complejidad diagnóstica es la consecuencia de la versatilidad darwiniana de las células cancerosas. Son necesarios el juicio del clínico, la visión del radiólogo, la habilidad del endoscopista, la interpretación del patólogo y la disección molecular del biólogo, que guían el tratamiento del cirujano, el oncólogo o el hematólogo. Minusvalorar los pasos iniciales de esta secuencia equivale a pretender conocer a fondo un bosque con tan sólo observar en detalle las hojas que ha arrastrado el viento.
A título de ejemplo, una lesión pigmentada de la piel requiere, entre otros, de la valoración del dermatólogo, que decide si la ignora, la biopsia o la extirpa, y del diagnóstico del patólogo, que dictamina si es benigna o maligna (o intermedia), le pone nombre y apellidos (melanoma maligno de extensión superficial, en el caso de la Fig. 1), comprueba si invade en profundidad y evalúa si la extirpación es completa. Una vez diagnosticado el melanoma, el biólogo molecular busca en la sangre (biopsia líquida) o en el tejido tumoral mutaciones del gen BRAF que, de estar presentes (Fig. 2), permiten al oncólogo aplicar fármacos específicos. En cambio, si se prescinde de este contexto clinicopatológico dichas mutaciones confunden más que ayudan, pues también acompañan a otros procesos benignos y malignos y no siempre están presentes en el melanoma.
La biopsia líquida y otros avances pueden ser de gran ayuda en el diagnóstico, pronóstico y tratamiento del cáncer. Los pacientes se beneficiarán de la integración de estos avances en algoritmos multidisciplinares que, al contemplar las hojas, no pierdan de vista el bosque.
AURELIO ARIZA es Presidente de la Comisión Nacional de Anatomía Patológica