Identificar la fase avanzada en párkinson permite optimizar el tratamiento
La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo y crónico que afecta a más de 160.000 personas y a sus familias en España y que se caracteriza por síntomas a nivel motor, como temblor, rigidez, dificultad para realizar movimientos precisos con las manos o para caminar, además de otros síntomas neuropsiquiátricos como depresión y apatía. Puede aparecer a edades tempranas o tardías, situándose el pico de incidencia entre los 55 y 65 años, expresa Rosario Luquin, consultora del Departamento de Neurología de la Clínica Universitaria de Navarra.
Cuando comienza entre los 40 y los 50 años, suelen aparecer de forma relativamente temprana complicaciones motoras en forma de cambios en la capacidad motora de las personas a lo largo del día y movimientos involuntarios incontrolados. En estadios más avanzados, pueden aparecer también síntomas como alteración cognitiva, problemas de equilibrio que condiciona caídas recurrentes, alteraciones del control de la tensión arterial (generalmente hipotensión) y dificultad en la deglución (disfagia). Cuando la enfermedad comienza a edad más tardía, son más frecuentes las complicaciones de tipo cognitivo y neuropsiquiátricas, como alucinaciones, depresión o apatía, según describe Luquin.
La orientación terapéutica de todos los pacientes debe realizarse de modo personalizado, teniendo en cuenta a la persona en su integridad, es decir, deben considerarse aspectos sociales, laborales o familiares. La mayoría de medicamentos que se prescriben buscan restablecer la función dopaminérgica del cerebro, dado que estos pacientes sufren un déficit de dopamina. Estos fármacos tienen una eficacia muy importante en síntomas relacionados con el movimiento, pero no son eficaces en el control de los que no son debidos a la disfunción dopaminérgica.
Consenso sobre el estadio avanzado
Se estima que entre un 10-20% de los pacientes afectados de enfermedad de Parkinson se encuentran en fases avanzadas de la enfermedad. Poder disponer de criterios comunes para determinar la fase de evolución en que se halla la enfermedad en cada paciente es importante entre otros motivos porque permite aplicar el tratamiento más adecuado a cada caso particular. Según aclara Luquin, el hecho de que la patología se encuentre más avanzada indica que el paciente ha perdido autonomía, pero no significa que carezca de opciones terapéuticas.
Dadas las dificultades para establecer las características que debe reunir un paciente para que pueda ser clasificado como en un estadio avanzado, el Grupo de Trastornos de Movimiento de la Sociedad Española de Neurología (SEN) realizó un estudio Delphi en el que participaron un número importante de neurólogos generales y dedicados al estudio de la enfermedad de Parkinson y permitió definir qué características clínicas deben cumplir estos pacientes para considerar que se hallan en esta fase, alcanzando el Consenso sobre Enfermedad de Parkinson Avanzada (CEPA). “Identificamos una serie de síntomas mediante los que, de forma aislada o combinados entre ellos, predicen con bastante certeza si la persona está en una fase avanzada de la enfermedad”, afirma esta neuróloga.
Una de las principales aportaciones de este estudio es que permite saber en qué casos hay que aplicar terapias que, aunque más agresivas, resultan más eficaces para el estadio avanzado, como la cirugía, los sistemas de infusión de un gel de levodopa que se aplica en el intestino, facilitando su absorción, o la apomorfina, que se administra con inyección de manera subcutánea.
A raíz de este acuerdo sobre los síntomas para identificar la Enfermedad de Parkinson avanzada, se ha elaborado un cuestionario que permite, sobre todo a los neurólogos no especializados en esta patología, diagnosticar al paciente de forma clara y rápida. El consenso se publicó en las guías del Grupo de Trastornos de Movimiento de la SEN en 2016 y más recientemente se ha validado en un estudio en el que participaron 23 hospitales españoles.