La exposición al sol inadecuada en la infancia, detrás del aumento del cáncer cutáneo
La prevención infantil es la mejor herramienta para minimizar el impacto de un cáncer que, hasta la fecha, amenaza con seguir creciendo de forma importante.

Los mecanismos de defensa de la piel de los niños no está totalmente desarrollados.
Según Elena Godoy, dermatóloga y responsable nacional de coordinadores de la campaña Euromelanoma, de la Fundación Piel Sana de la AEDV, “las cifras son muy llamativas: las estadísticas europeas indican que en los próximos 25 años, se prevé que la incidencia del cáncer cutáneo aumente un 40%”. Este es uno de los temas destacados del 52 Congreso Nacional de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), que se ha celebrado en Feria Valencia el pasado mes de mayo.
Para la experta, esas cifras son la herencia de una “cultura del sol” y, en especial, de la exposición de los niños al mismo sin las medidas de prevención adecuadas.
No hay ‘bronceado saludable’
En palabras de Godoy, “las quemaduras solares, especialmente cuando se producen en la infancia, son un factor de riesgo muy importante en la aparición de cáncer cutáneo en la edad adulta”, pero durante mucho tiempo se ha tenido la impresión de que no eran algo peligroso. De hecho, ha expuesto, “se consideraba normal quemarse un poco en el verano para coger bronceado y estar protegido, pero ahora sabemos que no es así. Cada quemadura cuenta y va dejando memoria en nuestra piel”.
Por fortuna, gracias a las campañas de concienciación, “se ha ido variando un poco el enfoque y ya asumimos que no existe el bronceado saludable, sino que se trata de un mecanismo de protección de la piel frente a la agresión del sol”.
¿Y cuáles son las principales recomendaciones? En primer lugar, ha apuntado, “cuando los niños son muy pequeños, lo ideal es no exponerles al sol”. Ello se debe a que la piel de los bebés menores de seis meses es muy inmadura y cualquier protección “puede atravesar esa barrera”.
Por tanto, lo mejor es no exponerles, protegerles con ropa e incluso tener cuidado con la llamada “radiación reflejada” porque debajo de la sombrilla “la arena refleja y la radiación solar que puede rebotar en ella”.
Entre los seis meses y los tres años, sin olvidarnos de la ropa o gorra, se pueden aplicar protectores minerales específicos para bebés; y a partir de los tres años, fotoprotectores pediátricos “especialmente resistentes al agua y la sudoración”.
Otras recomendaciones claves es el uso de gafas y gorro, una buena hidratación y buscar “las horas saludables” para tomar el sol, que excluye expresamente la franja de 12 a 4 de la tarde.
El riesgo de las cabinas
Otro reto para promover la protección es evitar el uso de las cabinas de bronceado con un objetivo estético, “Su uso en edades muy tempranas (menos de 30 años), es un factor de riesgo también muy importante. Hace unos años teníamos un problema tremendo con los adolescentes, pero por fortuna se va regulando y minimizando”, ha remarcado.
Los dermatólogos, según ha indicado, utilizan las cabinas de rayos ultravioleta como un dispositivo para tratar enfermedades y “nunca deben usarse con una finalidad estética por el riesgo de efectos secundarios como el cáncer de piel”.
Cuando la patología ya está instaurada, los retos principales vuelven a ser dos. Por un lado, la detección precoz. “El melanoma, y el cáncer cutáneo en general, son tumores visibles y, a diferencia de lo que pasa con otros, detectarlo a tiempo está en nuestra mano”.
Las campañas de concienciación pública como la campaña Euromelanoma han ayudado mucho en este sentido, pero aún queda mucho trabajo por hacer. En esta línea, Godoy ha incidido en estimular la autoexploración en casa y convertirla en un hábito de cuidado. “Hay que mirarse la piel una vez al mes para ver cómo van lunares, una situación para la cual hay cada vez más ayudas a través de aplicaciones, fotografía, IA…”.
Cirugía conservadora
Respecto al tratamiento, la cirugía sigue teniendo un papel fundamental, pero en los últimos años se apuesta porque sean cada vez más conservadoras y menos agresivas, incluso cuando hay afectación de los ganglios u otras zonas. Para ello, los tratamientos adyuvantes juegan un papel fundamental y “están permitiendo mejorar mucho la calidad de vida del paciente”.
Actualmente, ha añadido, “utilizamos la radioterapia y la inmunoterapia. Los tratamientos que antes se utilizaban tras la cirugía en los casos avanzados tenían mala tolerancia por el paciente y los beneficios eran escasos. Con la inmunoterapia se ha evidenciado un beneficio significativo y se tolera mucho mejor”.
Asimismo, el manejo de la neoadyuvancia, entendido como suministrar el tratamiento antes de la cirugía, también está mejorando mucho la respuesta de los pacientes ante determinados tumores. “Se utilizan antes de resecar las células neoplásicas, de forma que el tratamiento es capaz de reconocerlas y así luego eliminarlas más eficazmente. En algunos pacientes incluso reduce la necesidad de cirugía posterior por la mejoría tan importante que se produce”, ha remarcado Godoy.
También se está trabajando en diferentes tipos de cáncer piel, como los carcinomas o el melanoma, el tratamiento intralesional. Con ello, “se consigue el tratamiento se aplique sólo a la lesión y no dárselo al paciente de forma sistémica por vena o en pastilla”.
Ese enfoque permite que tumores que antes eran inoperables sean quirúrgicamente abordables y curables y también el tratamiento de pacientes con múltiples tumores a la vez. Para Godoy, “es un campo que aún está en desarrollo, pero muy prometedor”.
Terapias dirigidas
A todo ello, se suma el cambio radical que ha supuesto en los últimos años el tratamiento del melanoma con la aparición de las terapias dirigidas, que se utilizan para tumores portadores de determinadas mutaciones, y la inmunoterapia, “que ha supuesto una revolución tremenda e incrementado las cifras de supervivencia de estos pacientes”.
Por último, también se trabaja mucho el tema de los paneles de detección génica para cribar la posible evolución de un paciente, “pero aún queda por obtener más evidencia para utilizarlo en la práctica clínica de forma habitual”. Además, se enfocan en biomarcadores que permitan predecir la respuesta a los tratamientos para así poder saber “qué pacientes se beneficiarían de ellos y seleccionar mejor el tratamiento”.
Registrar para mejorar
Desde la AEDV ha destacado la importancia de tener registros actualizados y completos en patologías para poder mejorar conocimiento de las mismas. Un buen ejemplo es el Registro Nacional de melanoma de la AEDV, cuyos objetivos son describir la epidemiología del melanoma cutáneo en España, mejorar la caracterización de los factores de riesgo para esta enfermedad, tanto individuales como aquellos relacionados con la variabilidad en la atención sanitaria y evaluar su relación con el pronóstico.
Con ello se fomenta además la investigación, ya que facilita estudios multicéntricos y colaboraciones entre profesionales. Hay que tener en cuenta que la incidencia del melanoma en España continúa al alza.
Según los datos de incidencia de cáncer en España elaborado por la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), en 2025 se estima que serán diagnosticados 9.400 nuevos casos, con una incidencia en la población de 15 casos por cada 100.000 personas al año.
De estos, 5.072 corresponden a mujeres y 4.336 a hombres. Por grupos de edad, el mayor número de casos se presenta en personas de más de 65 años (4.169 casos), seguido por el grupo de entre 45 y 60 años (3.757 casos) y, finalmente, en menores de 44 años un total de 1.482 casos. Es una enfermedad que causa 1.000 muertes al año en España. Enrique Mezquita (DM)