“Aún no podemos retrasar el deterioro que causa el párkinson”
Andrew Lees se licenció en Medicina en el Royal London Hospital Medical College. Es profesor de Neurología en el Hospital Nacional de Neurología y Neurocirugía del Reino Unido y director del Instituto de Estudios Neurológicos Reta Lila Weston, del Banco de Cerebros Queen Square y de los Centros de Investigación Sara Koe PSP. Además, entre 2004 y 2006 fue presidente de la Sociedad Internacional de Desórdenes del Movimiento y es miembro de la Academia de Ciencias Médicas del Reino Unido.
Javier Granda Revilla, Londres.
¿Cuáles son los síntomas principales de la enfermedad de Parkinson?
Son la lentitud y fatiga del movimiento voluntario, un temblor evidente de los miembros en reposo y rigidez muscular. En las etapas posteriores, el cuerpo se flexiona, los pasos se acortan y hay una tendencia para que el paciente camine al trote, con pasos más cortos y más largos de lo normal.
¿Omitió James Parkinson alguno cuando describió por primera vez la enfermedad, hace ahora 200 años?
Parkinson no se dio cuenta de la rigidez muscular.
¿Qué destacaría de sus habilidades a la hora de reconocer la enfermedad?
Una gran capacidad de observación y aptitud para ver algo obvio que otros no apreciaron hasta que Parkinson escribió su famoso libro Un ensayo sobre la parálisis agitante, que es como se conocía entonces la enfermedad. Su descubrimiento es equivalente al de Cristóbal Colón descubriendo América: descubrió una nueva enfermedad. Y lo hizo mediante observación, era un historiador de la naturaleza.
¿Qué lecciones podemos aprender dos siglos después?
Que la observación clínica cuidadosa sigue siendo tan importante hoy como lo era en la época de James Parkinson, a pesar de la revolución de la genómica.
A día de hoy, ¿cuáles son los fármacos y técnicas quirúrgicas más eficaces?
La levodopa es, todavía, el tratamiento más efectivo. Y eso que han pasado 50 años desde que se introdujo en la práctica clínica. En cuanto a la cirugía, la estimulación cerebral profunda del núcleo subtalámico o del pallidum puede ayudar a uno de cada 20 pacientes.
¿Cómo ha cambiado el papel del paciente?
Los pacientes deben ser considerados como iguales en los proyectos de investigación.
¿Cómo están contribuyendo las técnicas de imagen a mejorar la investigación?
Los escáneres de los transportadores de dopamina pueden ser útiles en algunos pacientes en los que el diagnóstico del párkinson pre-sináptico se sospecha, pero no es seguro. También es útil la resonancia magnética de la cabeza, que puede excluir formas raras (y tratables) de causas secundarias de la enfermedad.
¿Cuál cree que es el mayor reto en la actualidad?
Aún no podemos retrasar el deterioro que causa el párkinson. Este sigue siendo un importante objetivo de investigación.
¿Cómo cree que será el futuro?
Habrá métodos más efectivos para proporcionar dopamina al cerebro, gracias a la tecnología de células madre. Y dispondremos de fármacos más eficaces.
¿Por ejemplo?
Sabemos que las mutaciones de la proteína alfa-sinucleína pueden causar un síndrome de párkinson que es similar a la enfermedad de Parkinson: se demostró que esta proteína está presente en las lesiones que hay dentro de las neuronas en la totalidad de los casos con enfermedad de Parkinson.
Este hallazgo es clave, porque ha permitido diagnosticar mejor la enfermedad, aunque sea en los estudios de tejido cerebral. Y ha abierto la posibilidad, pensando que esta proteína es relevante para el origen de la enfermedad, a diseñar tratamientos que vayan contra esta proteína. Estos tratamientos aún no están disponibles, pero están empezando a evaluarse en ensayos clínicos y son una opción de futuro para tratar la enfermedad.