Una dieta hipocalórica atenúa la pérdida de memoria por la edad
Una investigación de la UAB en ratas concluye que provoca una reducción de los niveles de inflamación y una menor pérdida neuronal en el hipocampo.
“Que tu alimento sea tu única medicina” es una frase célebre atribuida a Hipócrates (médico griego nacido en la isla de Cos, Grecia, en el 460 aC y considerado el más grande de todos los tiempos). La mejor demostración del papel que tiene la dieta en la salud se da en la población del archipiélago de Okinawa (unas 161 islas corales situadas al sur de Japón), que goza de la mayor esperanza de vida del planeta (cuenta con 34 centenarios por cada 100.000 habitantes y, además, todos llegan a esa avanzada edad con buena salud). Ese fenómeno se asocia especialmente a una dieta sana, basada en pescado y fruta y verdura, e hipocalórica (con un buen balance entre las calorías y el ejercicio físico).
La bibliografía médica mundial está cargada de referencias a las bondades de la restricción calórica en los adultos, tanto en modelos animales (levaduras y nematodos, moscas y ratones) como en humanos. En concreto, se acepta plenamente que las dietas de restricción calórica alargan la esperanza de vida y mejoran el estado cognitivo, aunque aún se desconocen muchos de los procesos celulares implicados.
La última evidencia al respecto la aporta un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) realizado en ratas Wistar, uno de los modelos más utilizados para la investigación en laboratorio y un animal muy inteligente, con un cerebro que presenta similitudes con el del humano. Este trabajo, publicado en Nutrients, ha concluido que una dieta hipocalórica atenúa cambios cerebrales relacionados con la pérdida de memoria asociada a la edad.
Marta Portero, profesora e investigadora del Instituto de Neurociencias de la UAB (INc-UAB) y primera autora del estudio, ha explicado que algunas de las alteraciones cerebrales observadas durante el envejecimiento (aumento del estrés oxidativo y la neuroinflamación, alteraciones en la expresión génica, reducción de la neurogénesis y desregulación de los mecanismos involucrados en la plasticidad sináptica) están relacionadas con la disfunción cognitiva que se manifiesta de forma natural con la edad. Esos procesos, que dependen de factores tanto genéticos cómo ambientales, son especialmente importantes en el hipocampo.
Por eso en este trabajo se ha estudiado, en concreto, los efectos que tiene una dieta de restricción calórica sobre el hipocampo, que es una estructura cerebral crítica en procesos de aprendizaje, recuerdos y memoria reciente y orientación. Y los resultados han corroborado que sí se da una mejora cognitiva derivada de la dieta hipocalórica y que va ligada a una reducción de los niveles de inflamación y a una menor pérdida neuronal en el hipocampo.
Tres grupos de ratas
En el estudio, coordinado por Gemma Guillazo, del INc -UAB y del Departamento de Psicobiología y de Metodología de las Ciencias de la Salud, y Carlos Barcia, del INc -UAB y del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular, se ha analizado los efectos de la dieta en el hipocampo y en la capacidad de memoria y aprendizaje de tres grupos de ratas: uno con animales de cuatro meses de edad, que equivalen a 30 años en humanos, y dos con edad avanzada (viejas) sometidas a dieta de restricción calórica (un 20-25% menos de comida disponible) o con capacidad de comer todo lo que quieran.
Según informa Portero, hay que tener en cuenta que la dieta hipocalórica no es tanto comer poco como no comer en exceso calorías que no se necesitan o no se gastan, porque no es lo mismo alimentarse para una vida activa que para una sedentaria. Y también influye la edad: en la infancia y juventud se consumen muchas más calorías que en la edad adulta y la vejez.
Los resultados demuestran que el grupo que ha seguido una dieta hipocalórica presenta mejores resultados en el test de reconocimiento espacial de objetos, una prueba de memoria que permite evaluar, entre otros, el funcionamiento del hipocampo. Además, los datos obtenidos sugieren que esta mejora va ligada a una reducción tanto de la pérdida neuronal asociada a la edad como de la actividad inflamatoria en esta estructura; “la dieta hipocalórica estaría atenuando los procesos inflamatorios”, subraya Portero.
La trascendencia de estudiar los factores relacionados con un envejecimiento saludable la demuestra que, si bien es cierto que la esperanza de vida de la población ha aumentado, también lo es que en paralelo se ha incrementado la incidencia de las enfermedades neurodegenerativas asociadas a la edad.
Reflexión sobre los estilos de vida
A la pregunta de si los resultados de este estudio en ratas serían extrapolables a los de uno similar que se realizase en humanos responde que “tiene una generalización en humanos limitada (…). El estudio lo que hace es invitar a la reflexión sobre la importancia de los estilos de vida en la salud, incluida la cerebral. La sociedad tiene que ser consciente de que la dieta hipercalórica y con grasas trans tiene efectos nocivos sobre la salud y la supervivencia”.
Sobre los efectos que podría tener una dieta hipocalórica en personas mayores con signos de enfermedad neurológica, tipo Alzheimer, confirma la investigadora que “la dieta es muy clara en lo relativo a los beneficios en prevención” y que, acerca de su uso como complemento de terapias en personas ya diagnosticadas, “comienza a haber estudios sobre los posibles beneficios de la dieta con antioxidantes, el ejercicio físico, dormir bien, tener contacto social, hacer cosas y no tener demasiado estrés, que son factores que podrían estar ayudando a que la progresión de la enfermedad fuese más lenta”.
Su estudio pone de manifiesto el potencial de los cambios en los hábitos, tales como las modificaciones de la dieta, para promover un envejecimiento saludable del cerebro y prevenir los déficits cognitivos relacionados con la edad. El trabajo, no obstante, continúa de dos formas: por un lado, evaluando los efectos de la restricción calórica en diferentes momentos de la vida; y por otro, probando en ratones el uso de un fármaco mimético de la restricción calórica, para ver si ofrece los mismos resultados que una dieta hipocalórica. Si fuese así, podría llegar a tener utilidad en prevención en humanos.
Muchos estudios en la bibliografía médica mundial
Los datos de otro estudio de 2020 publicado en Cell, y encabezado por Juan Carlos Izpisúa, del Instituto Salk, en La Jolla, ya resultaron contundentes: escatimar en las calorías que se ingieren a diario mejora el sistema inmunológico, reduce la inflamación en todo el cuerpo, retrasa las enfermedades que aparecen con la edad y, en general, favorece una vida más larga y sana. “Nuestros resultados identifican gran cantidad de características asociadas a la edad y que se evitan con la restricción calórica a nivel molecular, celular, tisular y del organismo. Entre ellas, se incluye la senescencia celular, el agotamiento de células madre, la inflamación crónica y la comunicación aberrante entre células”, explicó Izpisúa entonces a este periódico.
En 2021, otro estudio llamado Calerie-2, llevado a cabo en Estados Unidos, publicado en The Lancet Diabetes and Endocrinology y consistente en que personas sanas no obesas mantuviesen un 25% de restricción calórica durante dos años, ofreció resultados que mimetizan parcialmente lo que ya se sabía por modelos preclínicos, incluyendo una reducción de peso, mejora de la sensibilidad a la insulina, disminución del estrés oxidativo y reducción de factores de riesgo de enfermedad cardiovascular.
Y años antes, en 2017, se publicó en Nature Communications otro trabajo con datos recabados en dos estudios previos que sumaban una muestra total de 200 monos seguidos a lo largo de varios años y que permitió confirmar que la restricción calórica sí tiene un impacto positivo tanto en la salud como en la supervivencia de los primates no humanos. Pero los animales de los dos estudios siguieron una dieta hipocalórica en edades diferentes y del análisis comparativo se desprendió que comer menos es beneficioso en primates adultos y mayores, pero no lo es para los animales más jóvenes, lo que supuso un importante hallazgo con respecto a los estudios en roedores, en los que los beneficios de una dieta restrictiva se habían visto superiores, en otros estudios, cuanto antes se empieza. Carme Fernández