Los lugares públicos con más gérmenes
No volverás a mirar estos espacios de la misma forma.
Si algo ha conseguido la pandemia es que todos prestemos más atención a la limpieza que nunca. El gel hidroalcohólico se ha convertido en un elemento inseparable para muchos y es difícil que se nos pase por alto lavarnos las manos al volver de la calle.
Este renovado interés por la higiene nos ha hecho mirar los objetos que nos rodean de forma diferente. “¡No toques la barra del metro!” oí gritar el otro día a una madre a su hijo, que sobeteaba con empeño el susodicho elemento de apoyo. En efecto, hay lugares que por su exposición pública son más propensos a acumular gérmenes que otros. Hemos elaborado una lista con ellos:
Piscinas y parques acuáticos
En ellas no solo nadamos las personas: también se mantienen a flote en sus aguas muchos microorganismos, algunos de ellos patógenos. Según apunta la Organización Mundial de la Salud (OMS), la principal fuente de virus y bacterias en los baños de agua dulce son las heces, que pueden proceder de aguas contaminadas de las que se surte la piscina, de excrementos depositados accidentalmente por los usuarios y, cuando las instalaciones están al aire libre, de pájaros o roedores. También llegan gérmenes procedentes de la saliva, la piel y las mucosas de los bañistas.
Según datos del programa ‘Natación saludable’, del estadounidense Center for Disease Control and Prevention, más de la mitad de las piscinas analizadas dieron positivo en el test de Escherichia coli (E. coli), causante de múltiples infecciones gastrointestinales.
El dinero
No es propiamente un lugar público… y por muchos gérmenes que tenga nadie diría que no a un buen fajo de billetes. Sin embargo, han de saber que según un estudio de MasterCard y la Universidad de Oxford los billetes europeos contenían en 2013 una media de 26.000 bacterias que podían ser potencialmente perjudiciales para la salud. La moneda física cambia de manos al menos 55 veces al año, así que no es de extrañar que esté llena de gérmenes.
Las cartas de los restaurantes
Cuando vas a comer a un restaurante y pides la carta centras tu atención en los platos disponibles y sus correspondientes precios. Sin embargo, hay algo más en ella que no se ve a simple vista: las cartas de hostelería pasan por cientos de manos al día y ello hace que acumulen más bacterias que incluso un cuarto de baño. Esto tiene una explicación: los inodoros se limpian al menos una vez al día, en profundidad. Por su parte, las cartas se desinfectan con menos cuidado y de forma esporádica.
Las pesas y las máquinas de gimnasio
Por estos aparatos pasan al día decenas de personas. Aunque seamos precavidos y coloquemos una toalla en la superficie antes de usarlas, es imposible evitar que las bacterias que acompañan al sudor pululen por el ambiente. A ello se une el hecho de que los usuarios acostumbran a usar camisetas y pantalones cortos, dejando la piel al descubierto y facilitando la proliferación de gérmenes. Según un estudio realizado por FitRated, una bicicleta estática tiene 39 veces más bacterias que una bandeja reutilizable de cafetería. Por su parte, las pesas tienen 362 veces más gérmenes que el asiento de un inodoro.
El carrito de supermercado
Que el carrito de la compra sea un reducto de gérmenes nos lo podíamos esperar. Manos sucias, estornudos, niños que se suben encima, restos de comida… la higiene, en muchas ocasiones, brilla por su ausencia. Según un estudio realizado por científicos de la Universidad de Arizona el 72%, estos artefactos tienen bacterias fecales, procedentes del contacto con carne cruda o pañales sucios de niños que se sientan en ellos.
Rodajita de limón de los refrescos
Sin duda, un elemento “decorativo” muy usual y tradicional. Sin embargo, no lo verás de la misma forma la próxima vez que pidas un refrigerio. Un estudio de 2007 en el Journal of Environmental Health encontró gérmenes en el 70% de las rodajas de limón para refrescos analizadas. M.T.T. (SyM)