Un estudio liga el consumo de sacarina y sucralosa a cambios en la microbiota intestinal
Una investigación experimental publicada en la revista ‘Cell’ señala que estos sustitutos del azúcar no son inocuos para la salud.
En los últimos años, varios estudios han señalado que algunos edulcorantes artificiales, como la sacarina, no son completamente inocuos para la salud, sino que podrían tener un impacto sobre la microbiota del intestino.
Un nuevo trabajo experimental, publicado este viernes en la revista Cell, se une a esta línea de evidencia, ligando los edulcorantes sacarina y sucralosa con cambios en la microbiota que podrían generar incluso alteraciones en los niveles de azúcar en sangre.
De cualquier forma, los resultados de este trabajo distan mucho de ser definitivos y tienen importantes limitaciones, como el hecho de que los niveles de consumo analizados eran altísimos (hasta 180 mg de sacarina al día, lo que equivale a 50 comprimidos).
Tras realizar un estudio en ratones, un equipo dirigido por Eran Elinav, del Centro Nacional del Cáncer de Alemania, dio un paso más en su investigación y quiso analizar en humanos el impacto en la microbiota y la respuesta glicémica del consumo de edulcorantes.
Para ello, reclutaron a 120 individuos que fueron divididos en seis grupos: cuatro de ellos tenían que consumir aspartamo, sacarina, estevia o sucralosa, mientras que los dos restantes actuaban como grupo control.
Al analizar sus efectos, los investigadores hallaron que, en dos de los grupos, entre quienes habían consumido sacarina o sucralosa, se producían cambios significativos en su microbiota intestinal, así como alteraciones en su tolerancia a la glucosa.
Para fundamentar la relación, los investigadores transfirieron posteriormente muestras de ese universo microbiano intestinal a ratones criados en condiciones completamente estériles que no poseían microbioma propio. Y los resultados volvieron a replicar lo observado en el experimento anterior.
Variación según la persona
De cualquier manera, en su trabajo Elinav subraya que los efectos de los edulcorantes pueden variar de persona a persona, ya que la composición de la microbiota es única. “Tenemos que concienciarnos con el hecho de que los edulcorantes no son inocuos, tal y como creíamos. Con todo, todavía no conocemos las implicaciones clínicas para la salud que pueden tener esos cambios y necesitamos más estudios a largo plazo”, ha señalado el investigador en un comunicado en el que también recuerda que el azúcar ha demostrado con creces resultar perjudicial para la salud metabólica.
“No es un estudio definitivo ni de gran calidad. Observan discretas alteraciones en el test de tolerancia tras sobrecarga oral de glucosa en 20 individuos después de dos semanas de tomar 180 mg diarios de sacarina, o en 20 individuos tras ingerir 102 mg diarios de sucralosa, en comparación con 20 controles [que no tomaron ningún edulcorante]. El número de individuos en cada brazo [los que tomaban un determinado edulcorante o servían de control] es muy pequeño (N=20), aunque el estudio incluya en total a 120. Es importante subrayar que no detectan este efecto negativo en los individuos que trataron con estevia o con aspartamo. Por tanto, no se debe atribuir el efecto discretamente negativo a todos los edulcorantes”, señala Francisco Guarner, director de la Unidad de Investigación del Sistema Digestivo en el Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona.
“Hay muchas discrepancias con la evidencia existente. La nueva publicación no es un estudio clínico, sino que es un estudio experimental: la N (el número de individuos en el estudio) es escasa, no enrolaron personas con resistencia a la insulina y utilizan dosis desorbitadas de edulcorante. Esta es una limitación muy importante: 180 mg de sacarina al día durante dos semanas es equivalente a tomar 50 comprimidos o 18 sobres de sacarina cada día. No conozco a nadie que tome tales cantidades. En el caso de la sucralosa, la intervención supondría ingerir 20 comprimidos de sucralosa cada día. Nadie lo hace”, ha añadido el investigador, quien también ha subrayado: “personalmente, opino que hay solo una conclusión aceptable, que además es importante: el hecho de que una sustancia no sea absorbible y que, por tanto, no pase a la sangre, no significa que sea inerte. La sustancia influye sobre la microbiota del intestino grueso y puede inducir cambios negativos o positivos”.
“De los 19 edulcorantes aprobados en la UE, en este artículo solo aparecen cuatro, luego no se puede extrapolar ningún resultado. Como también encontramos en una revisión que publicamos recientemente, los autores llegan a observar un efecto en la microbiota intestinal con alteración de la respuesta de la glucemia para la sacarina y la sucralosa”, ha señalado Ascensión Marcos, profesora de Investigación y directora del Grupo de Inmunonutrición del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición del CSIC, también en declaraciones a SMC España.
“De todos modos, aunque la N (el número de participantes en el estudio) está bien (120), en cada brazo del estudio son solo 20. Además, el rango de edad es muy amplio (18-70), juntan ambos sexos (algo que siempre hay que tener en cuenta porque hay diferencias por sexo en cuanto a los resultados de microbiota) y el tiempo de la intervención es corto, solo dos semanas. En cuanto a la situación nutricional, hay varios grupos y no se tiene en cuenta la obesidad, solo el sobrepeso. En principio sería preferible diferenciar por casos, por situaciones nutricionales, por patologías, incluso por zonas geográficas, ya que en Latinoamérica la población lleva años consumiendo edulcorantes de distinto tipo y, posiblemente, pudieran tener su microbiota adaptada. Creo que, en general, teniendo en cuenta estos puntos, puede ser complicado sacar conclusiones”, ha destacado. Pere Ïñigo