Un 30% de las personas con sobrepeso u obesidad padece la enfermedad de hígado graso no alcohólico
Debido a la falta inicial de sintomatología, el diagnóstico de esta afección es muchas veces tardío, pudiendo generar problemas más graves como esteatohepatitis, cirrosis y posteriormente cáncer
La resonancia magnética permite realizar el diagnóstico sin necesidad de realizar biopsia hepática
Sofía Larrucea
“La pandemia del siglo XXI”, así es como la Organización Mundial de la Salud (OMS) define el problema de la obesidad y el sobrepeso en la sociedad actual. En España, según datos del Ministerio de Sanidad, un 53% de los españoles lo padece. Un problema de salud pública que constituye un factor de riesgo clave para el desarrollo de otras enfermedades. Entre otras patologías, se estima que la esteatosis hepática – conocida comúnmente como hígado graso no alcohólico – afecta a un 30% de las personas con sobrepeso u obesidad. Debido a la falta inicial de sintomatología, el diagnóstico de hígado graso no alcohólico es muchas veces tardío, pudiendo degenerar en problemas más graves como esteatohepatitis, cirrosis y posteriormente cáncer. “Un 20% de los pacientes con cirrosis acaban desarrollando cáncer de hígado”, afirma Juan Ybarra, especialista endocrino del centro médico Teknon de Barcelona. En este sentido, ha surgido un prometedor avance en cuanto al diagnóstico se refiere. Un estudio llevado a cabo por profesionales del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia, Hospital Universitario Donostia, Osatek, Universidad de País Vasco y Philips Cuidado de la Salud parece abrir las expectativas a una detección más rápida y precisa de la enfermedad gracias a la resonancia magnética, sin necesidad de realizar biopsia hepática. “No sólo somos capaces de detectar si un individuo tiene la enfermedad, sino que ahora también podemos determinar la cantidad exacta de grasa que tiene el hígado”, afirma Jesús Bañales, Jefe del grupo de enfermedades hepáticas de Biodonostia, investigador de la Fundación Ikerbasque y participante de este estudio.
Actualmente, explica Bañales, los profesionales generalmente realizan el diagnóstico de esta patología mediante una valoración visual semicuantitativa de la acumulación de grasa en biopsia hepática. “De esta forma, la valoración de la cantidad de grasa en el hígado es aproximada y susceptible a la valoración de cada patólogo”. Además, según este mismo especialista, sólo se valora la biopsia hepática concreta, que no tiene por qué ser representativa del estado general del hígado entero. Hasta ahora, cuando un paciente con obesidad presenta una elevación sanguínea de los niveles de transaminasas hepáticas se realiza una ecografía abdominal. “La ecografía ofrece imágenes sugestivas de esteatosis hepáticas o de hígado refringente”, apunta el endocrino Ybarra. A pesar de que las transaminasas son marcadores de daño hepático, no siempre se correlacionan claramente con el hígado graso, ya que sus niveles en sangre no se corresponden siempre con el nivel de lesión hepática. Es por eso que, en caso de duda, el profesional debe realizar una biopsia. “A pesar de que en la mayoría de las veces no es necesario realizarla, es cierto que se trata de una prueba invasiva que puede presentar riesgos para el paciente como un sangrado, por ejemplo”, advierte Juan Ybarra.
El avance que muestra el estudio radica en que ahora es posible no sólo saber si el paciente tiene la enfermedad, sino que también es posible determinar qué cantidad exacta de concentración de triglicélidos tiene en el hígado. En el estudio se correlacionaron valores de resonancia magnética con la concentración de triglicéridos obtenida mediante una técnica bioquímica en biopsia hepática en un total de 129 pacientes obesos. Tras la correlación de los resultados, explica Jesús Bañales, “hemos deducido una fórmula con la que podemos determinar con una alta fiabilidad la cantidad de triglicéridos hepáticos a través de la resonancia”. Las ventajas, según este especialista, no sólo es un diagnóstico más preciso sin necesidad de biopsiar, sino que también permite ofrecer tratamientos personalizados. “Ahora podemos determinar el estadío de hígado graso de cada paciente, controlar su evolución y medir la respuesta al tratamiento”.