Salud Mental: ¿la próxima pandemia?
A medida que la pandemia sigue presente en nuestras vidas, los expertos hablan, cada vez con más hincapié, en la pandemia de la Salud Mental que generará el confinamiento y esta crisis de salud pública. Los efectos psicológicos, sociales y neurocientíficos del Covid-19 están siendo explorados en las diferentes partes del mundo.
Recientemente, The Lancet ha publicado un análisis, realizado por la Academia de Ciencias Médicas del Reino Unido, que analiza esta situación. Concretamente lo hacen en Reino Unido pero este ejemplo puede ser extrapolable a otros países.
La principal conclusión que recogen los expertos es que las agencias de financiación de la investigación trabajen en una coordinación de alto nivel para garantizar que se abordan todas las prioridades científicas y permitir que las necesidades de estos pacientes se identifiquen de manera eficaz.
Insisten, del mismo modo, en la necesidad de mantener estándares de investigación de alta calidad. “La colaboración internacional y una perspectiva global serán beneficiosas”.
Para estos expertos, una de las prioridades más inmediatas es recopilar datos de alta calidad sobre los efectos sobre la salud mental en la pandemia del Covid-19, sobre todo, en grupos vulnerables. “Existe una necesidad urgente de investigación para abordar cómo se pueden mitigar las consecuencias para la salud mental de los grupos vulnerables en condiciones de pandemia”, aseguran.
Más intervenciones precoces
De este modo, los investigadores consideran fundamental descubrir, evaluar y refinar las intervenciones para abordar aspectos psicológicos, sociales y neurocientíficos de la pandemia. “Hacer frente a este desafío requerirá la integración entre disciplinas y sectores y debe hacerse junto con personas con experiencia vivida”, dicen. Todo ello, bajo el palio de más financiación para cumplir con estas prioridades.
A estas alturas de la pandemia, nadie duda de los efectos psicológicos y sociales directos e indirectos de la enfermedad en la mayoría de la población. Ahora que, según estos expertos, puede afectar a la salud mental ahora y en el futuro. En el caso de Reino Unido, aseguran, la pandemia se ha dado en un contexto con más prevalencia de problemas de salud mental.
“Además, el coronavirus podría infectar el cerebro o desencadenar respuestas inmunes que tienen efectos adversos adicionales sobre la función cerebral y la salud mental en pacientes con Covid-19”. Frente a esto, aseguran, hace falta que las administraciones pongan recursos adicionales para comprender los efectos psicológicos, sociales y neurocientíficos de esta pandemia. “Su movilización nos permitirá aplicar los conocimientos adquiridos a cualquier periodo futuro de un nuevo brote y el encierro, que será particularmente importante para los profesionales sanitarios y los grupos vulnerables, así como futuras pandemias”.
Infraestructura de investigación sólida
De este modo, los autores, apuestan por un marco para la priorización y coordinación de la investigación psicológica, social y neurocientífica esencial y relevante para las políticas, a fin de garantizar que cualquier inversión se dirija de manera eficiente a las preguntas cruciales de ciencias de la salud mental a medida que se desarrolla la pandemia.
El Reino Unido, inciden, tiene ventajas para organizar una respuesta a la pandemia, incluida una sólida infraestructura de investigación existente y experiencia. “Sin embargo, la comunidad investigadora debe actuar de manera rápida y colaborativa para enfrentar las crecientes amenazas a la salud mental”. Una respuesta de investigación fragmentada, caracterizada por iniciativas localizadas y de pequeña escala, “no proporcionará los conocimientos claros necesarios para guiar a los responsables políticos o al público”, aseguran.
¿Qué consecuencias tendrá el aislamiento social?
La encuesta general de población que estos autores realizaron en Reino Unido revela preocupaciones generalizadas sobre el efecto del aislamiento social. Su repercusión sobre el bienestar; aumento de la ansiedad, depresión, estrés y otros sentimientos negativos han sido valorados. Además, analizan la preocupación por las implicaciones prácticas de la respuesta a la pandemia, incluidas las dificultades económicas.
De hecho, una de las principales preocupaciones es el agravamiento de problemas de salud mental preexistentes en las personas. Relacionado con esto, la dificultad para acceder a los servicios de salud mental en estas circunstancias, así como el efecto del Covid-19 en la salud mental de los miembros de la familia, especialmente niños y personas mayores.
¿Qué efecto tiene el Covid-19 en la ansiedad, la depresión y otros resultados, como el suicidio?
Aunque se espera un aumento en los síntomas de ansiedad durante estas circunstancias extraordinarias, existe el riesgo de que prevalezca un número clínicamente relevante de personas con ansiedad, depresión y que participen en comportamientos perjudiciales (como suicidio y autolesiones) que con toda probabilidad incrementarán. Sin embargo, explican estos autores, cabe destacar que el aumento del suicidio no es inevitable, especialmente con los esfuerzos nacionales de mitigación. “Es probable que las consecuencias potenciales de una recesión económica en la salud mental sean profundas para las personas directamente afectadas y sus cuidadores.
La epidemia de síndrome respiratorio agudo severo en 2003 se asoció con un aumento del 30 por ciento en el suicidio en las personas de 65 años y mayores”. Además, alrededor del 50 por ciento de los pacientes recuperados permanecieron ansiosos; y el 29 por ciento de los trabajadores de la salud experimentaron angustia emocional probable.
“Los supervivientes corrían el riesgo de sufrir un trastorno de estrés postraumático y depresión”, detallan.
La cuarentena y sus efectos
Muchas de las consecuencias anticipadas de la cuarentena y las medidas de distanciamiento social y físico asociadas son en sí mismas factores de riesgo clave para los problemas de salud mental. Estos incluyen suicidio y autolesiones, abuso de alcohol y sustancias, juegos de azar, abuso doméstico e infantil y riesgos psicosociales (como desconexión social, falta de significado o anomia, acoso cibernético, sentirse agobiado, estrés económico, duelo, pérdida, etc. desempleo, falta de vivienda y ruptura de relaciones).
“Es probable que una consecuencia adversa importante de la pandemia de Covid-19 sea el aumento del aislamiento social y la soledad (como se refleja en nuestras encuestas), que están fuertemente asociados con ansiedad, depresión, autolesiones e intentos de suicidio a lo largo de la vida”.
El seguimiento de la soledad y la intervención temprana son prioridades importantes. De manera crucial, reducir los sentimientos sostenidos de soledad y promover la pertenencia son mecanismos candidatos para protegerse contra el suicidio, la autolesión y los problemas emocionales. “El aislamiento social y la soledad son distintos y pueden representar diferentes vías de riesgo”, añaden.
La gestión de la pandemia
Para informar la gestión de Covid-19, es vital comprender el efecto socioeconómico de las políticas utilizadas para gestionar la pandemia, que inevitablemente tendrá graves efectos sobre la salud mental al aumentar el desempleo, la inseguridad económica y la pobreza.
De este modo, los autores vuelven a hacer hincapié en la participación de pacientes, así como de la investigación cualitativa rápida con diversas personas y comunidades para ayudar a identificar formas en que este efecto negativo podría aliviarse. “Debe considerarse el equilibrio adecuado entre el control de infecciones y la mitigación de estos efectos socioeconómicos negativos”.