Retinosis pigmentaria, el túnel más largo del mundo
Esta patología ocular degenerativa provoca una reducción del campo visual que en el 25% de los casos acaba en ceguera
El túnel de San Gotardo ya ha sido considerado como el más largo del mundo. Sus 57 kilómetros, que unen Zúrich y Milán, así lo avalan. Este extenso recorrido puede llegar a causar agonía y claustrofobia en aquellos que pasen por él. No obstante, saber que en algún momento llegarán al final del interminable túnel les podrá aliviar esta sensació de angustia. Existen otras personas, sin embargo, que han aprendido a vivir sabiendo que para ellos el túnel nunca acabará. Son pacientes que padecen una rara enfermedad llamada retinosis pigmentaria. Se trata de una patología ocular bilateral de carácter degenerativo que afecta a la retina y provoca que el campo de visión se reduzca progresivamente hasta acabar teniendo una visión similar a la que se tiene dentro de un túnel. El 25% de las personas con retinosis acaba sufriendo ceguera legal, entendiéndose ésta como aquella visión por debajo de 01 grados, incluso con la mejor corrección óptica, o cuyo campo de visión es igual o inferior a 10 grados. Esto es debido a la apoptosis, es decir, a la muerte celular que se produce en esta patología. Las principales células dañadas son los fotorreceptores, llamados bastones y conos. Primero afecta a los bastones, encargados básicamente de la visión en la oscuridad, y después daña a los conos, encargados de la visión diurna y distinción de los colores.
A pesar de ser denominada enfermedad rara debido a su baja prevalencia, se calcula que en España hay unas 25.000 personas con esta patología. Es la degeneración hereditaria de la retina más frecuente y, además, va en aumento. Los malos hábitos de vida, como fumar o la ingesta de alcohol, una excesiva exposición al sol, ciertos medicamentos como los antidepresivos, entre otros, o el mismo estrés, son factores de riesgo que pueden agravar su progreso. Y es que a pesar de que en un 50% de los casos la patología es hereditaria, la otra mitad se adquiere de forma esporádica. Uno de los problemas que se da en estos últimos casos es el diagnóstico tardío, que generalmente se realiza al cabo de 10 o 15 años desde la aparición de los primeros síntomas. Suele diagnosticarse en torno a los 30-40 años. Los primeros síntomas, como la ceguera nocturna (estadio I), son apenas detectables y a menudo el paciente los asocia a un comportamiento natural de la visión. No es hasta que el campo visual se empieza a reducir (estadio II) cuando el paciente acude al médico, informa Sònia Viver, especialista del departamento de Vitreo-Retina del Centro de Oftalmológico Barraquer.
Aunque no existe cura, cuanto antes se detecte, mejor puede ser el pronóstico y mayor la calidad de vida, ya que se puede retrasar el curso natural de la enfermedad. Les aconsejamos hábitos saludables como protegerse del sol o mantener una dieta rica en ácido graso DHA, suplementos vitamínicos, hacer deporte , comenta la especialista. Asimismo, el tratamiento de la retinosis va destinado, más que a curar la enfermedad, a paliar los problemas asociados. La catarata, por ejemplo, es la complicación del segmento anterior más frecuente en los afectos de retinosis, sobre todo de las formas hereditarias, aunque se puede solucionar con una intervención quirúrgica, que no se diferencia de otros casos de catarata. La miopía o el glaucoma son otras de las principales complicaciones que también están relacionadas. Éstas se solucionan con el uso de gafas y medicación tópica.
Actualmente existen numerosas líneas de investigación para poner fin a esta enfermedad. El estudio genético para detectar genes implicados o el trasplante de retina o de células madre son algunas de las opciones que se están estudiando. No obstante, opina la especialista, en los casos hereditarios, la solución no se centra tanto en la manera de curar al paciente sino en impedir su trasmisión y, en los casos esporádicos, en lograr formas para controlar los mecanismos de fallecimiento de las células sanas trasplantadas, en el caso de que dichos trasplantes sean factibles en un fututo próximo. Sea como fuere, los científicos siguen luchando para que algún día las personas con retinosis pigmentaria puedan salir del interminable túnel de sus vidas y puedan volver a ver la luz.