Lunares y cáncer de piel
Los dermatólogos aconsejamos en personas con especial riesgo de cáncer de piel e insistimos aún más en la autoobservación de cualquier lunar.
Por. Lorea Bagazgoitia, dermatóloga
Quien más quien menos ha acudido alguna vez a la típica `revisión anual de la piel´. Nosotros, los dermatólogos, la aconsejamos en personas con especial riesgo de cáncer de piel e insistimos aún más en la autoobservación. Por otro lado, conocer los lunares y manchas que uno tiene con el fin de poder identificar algún cambio en ellos, puede ser más útil incluso que la revisión por un profesional.
Pero, ¿qué se intenta detectar en esas revisiones? Para dar respuesta a esta pregunta repasaremos las lesiones cutáneas más relevantes relacionadas con el cáncer de piel.
LUNARES
El término `técnico´ para denominar a los comúnmente llamados lunares es nevus melanocítico. Estos son neoplasias benignas formadas por un conjunto de melanocitos, las células que dan pigmento a la piel.
Por un lado, existen nevus melanocíticos congénitos, es decir, presentes desde el nacimiento o los primeros días de vida (a los que solemos llamar `antojos´). Por otro lado, los nevus melanocíticos adquiridos van surgiendo a lo largo de la vida, más frecuentemente en la infancia. Estos últimos están condicionados genéticamente en parte, pero se desarrollarán más cuanto más expuesta al sol esté la piel. Los nevus melanocíticos son lesiones benignas. Tanto los adquiridos como los congénitos pueden tener cierto riesgo de malignizar a lo largo de la vida (por eso los vigilamos), pero paradójicamente, la mayoría de melanomas (neoplasia maligna derivada de los melanocitos) aparecen sobre piel donde previamente no existía ningún lunar. El mensaje importante, en consecuencia, es que no solo hemos de observar y proteger del sol los lunares existentes, sino también la piel donde no los hay, es decir, siempre y meticulosamente todo nuestro cuerpo.
CÁNCER DE PIEL
Cualquier célula de la piel puede evolucionar a algo maligno, y dado que esta tiene diferentes tipos celulares el abanico de posibles cánceres de piel es muy amplio (carcinomas, sarcomas, melanomas, angiosarcomas, etc.).
De cualquier modo, la inmensa mayoría de los tumores malignos de la piel habitualmente los englobamos en dos grupos que hacen su comprensión y manejo relativamente sencillo. Estos son: melanoma y cáncer cutáneo no melanoma.
Melanoma
El melanoma es de origen melanocítico. Digamos que es la versión maligna de los nevus melanocíticos mencionados con anterioridad y el cáncer de piel más temido por los médicos. Diagnosticado en sus estadios más precoces tiene una supervivencia del cien por cien, mientras que, si el diagnóstico es tardío, sus consecuencias pueden ser fatales. Su incidencia ha aumentado en las últimas décadas. Habitualmente aparece en piel expuesta al sol, pues este es el principal factor causal del melanoma. Se ha visto que el patrón de exposición estacional (muy intenso durante pocos meses al año), así como las quemaduras solares (especialmente en la infancia) tienen una influencia importante en las probabilidades de desarrollar un melanoma a lo largo de la vida. Las personas con muchos lunares o antecedentes personales o familiares de melanoma tienen también mayor riesgo de padecerlo.
Lo bueno de este y otros cánceres de piel es que aparecen en la superficie del cuerpo y son fácilmente detectables (a diferencia de otros cánceres internos). Por eso los dermatólogos hacemos tanto hincapié en el diagnóstico precoz.