Revertir el paso de los años
El láser consigue un efecto rejuvenecedor con la estimulación de la creación natural de colágeno y elastina
S. L. Empezamos a envejecer a partir de los 21 años, pero los signos no suelen aparecer hasta los treinta y pocos. Aunque la velocidad del proceso de envejecimiento varía en función de la persona, su estilo de vida y la historia personal de su piel, la realidad es que tarde o temprano su cutis empezará a perder luminosidad y tersura. Además, aparecen signos como lentigos, queratosis o pequeñas imperfecciones ligadas tanto a la edad como al cúmulo de sol sobre la piel. Y es que es justamente en esa época cuando el órgano más grande del cuerpo empieza a perder sus principales componentes como el colágeno, las fibras de elastina, el ácido hialurónico y el agua.
Aunque probablemente no se equivocan los que aseguran que la belleza está en el interior, esto contrasta con la opinión que comparten algunos especialistas sobre que más del 90% de las personas cambiarían o modificarían algo de su cuerpo si pudieran o se atrevieran. Y la piel no podía ser menos. Hay diferentes tratamientos y técnicas para recuperar la juventud del rostro. Desde la cirugía a las cremas, pasando por inyecciones de ácido hialurónico toxina botulínica, láser de luz pulsada, radiofrecuencia, o peelings químicos, entre otras alternativas.
De todas las opciones terapéuticas no invasivas, el láser, es la técnica que mayor fuerza está adquiriendo estos últimos años. “Es una alternativa muy eficaz para todas aquellas personas que no desean pasar por el quirófano”, afirma el cirujano plástico Antoni Brualla, de Laser Mèdic y del Instituto Catalán Incade. Con la incorporación de la mujer al trabajo, muchos especialistas coinciden en la falta de tiempo que muchas veces presentan las mujeres, aspecto que les dificulta someterse a una intervención y que hace que éstas prefieran alternativas más rápidas y menos invasivas. Uno de los más demandados es, en este sentido, el láser.
Éste modifica la piel y las estructuras faciales. Por un lado, elimina las pequeñas lesiones del rostro relacionadas con el paso de los años o la exposición solar y, por otro, consigue un efecto rejuvenecedor, estimulando la creación natural de colágeno y elastina. Las zonas más demandadas a tratar, explica Antoni Brualla, son la cara y las manos y, en el caso de las mujeres, también el escote. Son las zonas más expuestas y, por tanto, donde más suelen aparecer las lesiones cutáneas. Arrugas, lentigos, queratosis y telangiectasias son las marcas más frecuentes.
El láser no invasivo de luz pulsada (IPL) consigue devolver a la piel parte de la juventud perdida generando nuevo colágeno y dando lugar a una mejora de la textura cutánea. La energía de la luz actúa en las capas más profundas para mejorar gradualmente la tonalidad y la textura cutánea. “El resultado es una piel más luminosa”, indica el especialista Brualla. La tecnología fraxel es uno de los sistemas más revolucionarios de los últimos años en lo que a rejuvenecimiento con láser se refiere. Además de reducir arrugas, manchas y lesiones cutáneas, trata las cicatrices de acné y mejora globalmente la calidad de la piel al estimular la formación de colágeno y elastina, que se traduce en un efecto tensor. Normalmente se requiere más de una sesión para poder ver los resultados finales, “pero desde el primer día ya se empiezan a notar los cambios”, concluye Antoni Brualla.