La secuenciación ultrasensible establece terapias adecuadas para la hepatitis C
A. SENDÍN. Barcelona. Desde hace un tiempo, la farmacogenética permite conocer los efectos futuros de los fármacos, es decir, saber cómo va a reaccionar una persona ante un tratamiento antes de suministrárselo. Esto ocurre porque las características de las personas y de los agentes patógenos están determinadas por sus genes y, a su vez, estos determinan la respuesta a los fármacos.Con el fin de personalizar las terapias, la medicina lleva años intentando buscar esa respuesta anticipada en múltiples patologías.
En este contexto, hepatólogos e investigadores manifestaron la necesidad de disponer de un método diagnóstico de clasificación del virus de Hepatitis C (VHC) muy preciso debido a que los fármacos no responden igual a cada uno de los subtipos del virus. Además, el VHC muta y es fácil que en un entorno de no efectividad terapéutica se seleccionen variantes del virus resistentes al fármaco. Una problemática ya conocida en el caso del VIH. Para intentar encontrar una respuesta, se puso en marcha un estudio conjuntamente por el Vall dHebrón-Institut de Recerca, el Centro de Investigación Biomédica En Red (CIBER) de enfermedades hepáticas y digestivas, Roche Diagnostics y la empresa de software bioinformáticos ABL. El proyecto contó con la financiación del CDTI del Ministerio de Economía y Competitividad.
Hace cinco años estaban en desarrollo multitud de fármacos contra el virus de la hepatitis C. En la industria farmacéutica podía haber más de 40 moléculas en desarrollo en distintas fases. A estos fármacos se les conoce como agentes antivirales de acción directa (DAA, por sus siglas en inglés) porque atacan un punto concreto del metabolismo del virus. Algunos de éstos ya están disponibles. El planteamiento del proyecto era anticiparse y utilizar una herramienta, desarrollada por Roche Diagnostics, la secuenciación genética ultrasensible, para detectar variaciones genéticas que permitan caracterizar los subtipos con total precisión y, a la vez, determinar si presentan mutaciones de resistencia.
El virus VHC, causante de la Hepatitis C, que afecta a unos 160 millones de personas en el mundo y alrededor de 1millón en España (cerca del 2,5% de la población), es un virus con un genoma de ARN que nunca pasa por fase de ADN a diferencia de lo que ocurre con el VIH o el Virus de la Hepatitis B (VHB), explica Artur Palet, director de desarrollo de negocio de Roche Diagnostics y uno de los coordinadores del estudio. El VHC, como todos los virus que pasan por una fase de ARN, no tiene mecanismo de corrección de errores durante la duplicación del material genético , es decir, no tiene un control de calidad para limpiarlo de mutaciones. Ello quiere decir que, como apunta Palet, cada vez que un virus de ARN se multiplica muta. De modo que una persona infectada por el VHC tiene una población muy diversa de variantes que presentan pequeñas diferencias de un genoma (virus) a otro.
Es lo que se conoce como quasispecies, que le da un enorme potencial para generar mutantes de resistencia y, por tanto, causar el fallo del Tratamiento. Además, el virus de hepatitis C tiene siete genotipos(del 1 al 7) y hasta 67 subtipos. Un 25% de la población infectada en Europa lleva subtipo 1a, por ejemplo. Y en un 15% el tratamiento actual no es eficaz, aclara. Los datos clínicos demuestran que la eficacia usando los nuevos tratamientos con DAAs es diferente según el subtipo, y además, esta eficacia puede verse alterada si el paciente está infectado por más de un subtipo diferente a la vez.
Los métodos de genotipado actuales cometen errores entre un 15 y un 20% de los casos y, además, no son capaces de detectar infecciones concomitantes de más de un subtipo de virus. Según este estudio, la secuenciación genética ultrasensible es 100% eficaz y capaz de detectar infecciones múltiples y mutaciones de resistencia a los virus. Esta
herramienta permite clasificar correctamente a los pacientes según los subtipus de VHC que les infectan y decidir la estrategia terapéutica en función del resultado, concluye Artur Palet. Con los nuevos fármacos DAA, el tratamiento de un paciente puede llegar a suponer a la sanidad pública entre 30.000 y 120.000 euros, lo que evidencia la necesidad de
escoger con precisión la opción más eficaz para cada paciente