La incidencia y mortalidad por cáncer se duplica con apnea del sueño grave
Según recientes estudios esta relación resulta más intensa en varones y pacientes menores de 65 años
J. S. LL. BARCELONA. Dos recientes estudios, realizados por el Grupo Español de Sueño en más de 5.000 pacientes procedentes de siete hospitales españoles, han revelado que aquellos con apnea de sueño grave presentaron el doble de posibilidades de desarrollar o fallecer por un proceso tumoral de cualquier tipo en comparación con los individuos que no tenían apnea del sueño o sufrieron de forma leve-moderada la enfermedad. Según los datos de ambos estudios esta relación parece más intensa en varones y en pacientes menores de 65 años. Los resultados de estas investigaciones fueron presentados en los congresos de medicina respiratoria americano y europeo, celebrados durante el presente año en San Francisco y Viena respectivamente, alcanzando un importante impacto científico.
La apnea del sueño se considera un problema de salud pública dado que afecta a un porcentaje importante de la población general (entre el 2-6% de los individuos jóvenes y hasta un 20% de los ancianos) y produce diversas consecuencias negativas para la salud. Se caracteriza por ronquidos estruendosos y paradas respiratorias de más de diez segundos por colapso de la vía aérea superior, que impide el paso de aire a través de ésta. En casos graves, estas paradas respiratorias pueden ocurrir más de 200 veces durante una noche.
Esta situación desencadena una serie de consecuencias importantes si no se trata convenientemente. Cada vez que en un paciente se produce una apnea (cese de la respiración), se han observado aumentos de la presión sanguínea, cambios metabólicos perjudiciales, alteraciones de la estructura del sueño y ascensos y descensos intermitentes de la oxigenación de la sangre. Todo ello trae como consecuencia una falta de descanso nocturno que genera la tendencia al sueño que presentan estos pacientes durante las horas diurnas, y con ello la mayor probabilidad de padecer un accidente de tráfico, laboral o doméstico. Además, también está probada la relación de la apnea del sueño con la génesis o empeoramiento de la hipertensión y el aumento en la probabilidad de padecer un problema cardiaco o cerebral vascular. El tratamiento más efectivo hoy en día para la apnea grave del sueño es la CPAP. Se trata de un dispositivo que, a través de una mascarilla nasal conectada a un compresor, genera una presión positiva de aire en la vía aérea para evitar que ésta se colapse durante el sueño, y con ello las apneas y sus consecuencias.
Mediante los dispositivos CPAP se consigue reducir la presión sanguínea en personas con apneas e hipertensión. Además, mejora el bienestar en pacientes sometidos a quimioterapia que han sufrido accidentes vasculares. Para las personas que sufren apneas saber respirar es la diferencia entre dormir y descansar.
La investigación de la relación entre las apneas del sueño y el cáncer recibió un fuerte impulso inicial gracias a un reciente estudio en ratones de laboratorio, liderado por Ramon Farré, catedrático de la Universitat de Barcelona e investigador de IDIBAPS, y el profesor Josep M. Montserrat, del hospital Clínic. Estos científicos plantearon la hipótesis de que los descensos intermitentes de la oxigenación producidos por las apneas (lo que se denomina hipoxia intermitente), desencadenan procesos que dan lugar a la aparición (mayor incidencia) y la mayor extensión (mayor mortalidad) del cáncer. En concreto, a los ratones les fueron inyectadas células de melanoma y fueron sometidos a una hipoxia intermitente como la experimentada por los pacientes con apnea del sueño. Los resultados fueron concluyentes dado que en aquellos ratones sujetos a hipoxia intermitente las células tumorales inyectadas cre-cieron el doble de rápido y presentaron más metástasis al pulmón que en aquellos roedores en los que no se aplicó hipoxia intermitente.
Los resultados de este estudio de laboratorio animaron a diversos investigadores clínicos a la búsqueda de una posible relación semejante en humanos. A este respecto, dos grupos independientes y casi de forma simultánea han obtenido resultados muy similares, lo que refuerza las conclusiones de los estudios básicos con ratones desarrollado en Barcelona. En Wisconsin (USA), en un estudio liderado por el profesor Javier Nieto con participación del profesor Farré, se recogieron datos de una cohorte de más de 1.500 individuos de la población general con un seguimiento de 22 años, mientras que el Grupo Español de Sueño, en estudios liderados por los especialistas Francisco Campos-Rodríguez, del Hospital de Valme en Sevilla, y Miguel Ángel Martínez-García del Hospital La Fe de Valencia, conseguía reunir información de más de 5.000 individuos con sospecha de apnea del sueño, así como los datos de aparición de nuevos cánceres en estos pacientes (incidencia) y su mortalidad tras casi cinco años de seguimiento, tal y como muestra el gráfico que ilustra este artículo.
En ambos estudios clínicos los resultados fueron muy semejantes: aquellos individuos con apnea del sueño grave (medida por un mayor tiempo con niveles bajos de oxígeno en sangre durante la noche como consecuencia de las apneas) presentaban un mayor riesgo de padecer un cáncer y de mortalidad con respecto a individuos sin la enfermedad o con formas leves o moderadas de ésta. En cualquier caso, es importante destacar que estos estudios de momento tan solo han encontrado una asociación estadística entre ambas enfermedades, de manera que aún no existe evidencia sólida de una relación directa de causa y efecto.
Quedan, pues, por resolver varias cuestiones muy importantes en la investigación básica y clínica de los próximos años respecto a la relación entre dos enfermedades (apnea del sueño y cáncer) con un gran impacto socio-sanitario debido a su elevada prevalencia.