La deshidratación, entre los 20 diagnósticos más frecuentes en nuestro país
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El informe sobre ‘La importancia del consumo de agua en la salud y la prevención de la enfermedad: situación actual’, se acaba de publicar por la revista científica Nutrición Hospitalaria. Los autores del estudio han concluido que, “aunque el agua es un nutriente esencial para la vida y el componente más abundante de nuestro cuerpo, recibe escasa atención en recomendaciones dietéticas y guías clínicas” lo que conduce a que la deshidratación esté entre los 20 diagnósticos más frecuentes. “Esta realidad es especialmente preocupante entre las personas mayores, un colectivo, junto a los niños y niñas de corta edad, con un mayor riesgo a sufrir deshidratación”, advierte Leocadio Rodríguez-Mañas, jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe y uno de los autores del informe. Se estima que hasta el 40% de las personas mayores ingresadas en una residencia están deshidratadas, habitualmente a causa de una pobre ingesta1, un porcentaje que desciende hasta el 5-10% en medio comunitario. La deshidratación es también el diagnóstico de cerca de uno de cada cinco pacientes dados de alta en las Unidades de Geriatría2. Estas cifras tienen auténtica relevancia porque, entre los ancianos ingresados con el diagnóstico principal de deshidratación, la mortalidad al año roza el 50%, siendo la deshidratación un marcador de riesgo de muerte de primera magnitud. Como colectivo expuesto a un mayor riesgo de sufrir deshidratación, es especialmente importante asegurar que las personas mayores toman la cantidad diaria de agua recomendada, sobre todo en verano, cuando aumentan los requerimientos hídricos debido a la expulsión de agua a través del sudor. Entre 1,7 y 2 litros de agua al día “Se estima que, en la mitad de la población adulta española, la ingesta de fluidos (agua procedente de bebidas y alimentos) es inferior al 80% de la cantidad recomendada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), siendo el cumplimiento de las recomendaciones mayor en las mujeres y las personas que realizaban actividad física tres o más días por semana3”, destaca otro de los autores del informe, el profesor Jordi Salas-Salvadó, catedrático de Nutrición y Bromatología de la URV. “Peor aún es el cumplimiento de niños y adolescentes de entre 3 a 17 años”, indica el profesor Luis A. Moreno Aznar, catedrático de ciencias de la Ciencias de la Salud en la Universidad de Zaragoza. El experto añade que “el 87% de ellos tienen una ingesta de líquidos por debajo del 80% de las recomendaciones de la EFSA3”. Las necesidades de ingesta de agua vienen determinadas por factores como la edad, el sexo y el peso corporal. Además, se debe consumir más agua en determinadas circunstancias, en cantidades que compensen los incrementos de su eliminación, como con la práctica de actividad física, climas cálidos y alteraciones relacionadas con la salud (fiebre, vómitos y diarrea). Como regla básica, la EFSA considera que una persona tiene unas necesidades diarias de 30-35 mililitros de fluidos por cada kilogramo de su peso, de las cuales el 80% es aportado por agua y otras bebidas y el restante 20%, por alimentos. En función de este principio, un individuo de 70 kg debe ingerir entre 2,1 y 2,45 litros, de los cuales 1,7-2 deben ser en forma de agua u otras bebidas. No ingerir la suficiente cantidad de líquidos puede llevar a la deshidratación, que puede requerir ingreso hospitalario y/o uso de sueroterapia. Las manifestaciones de la deshidratación son muy variadas, dependiendo de cuatro factores fundamentales: la gravedad de la misma, la situación funcional y cognitiva basal del paciente, la rapidez de instauración del cuadro y la causa precipitante del cuadro; componiendo un abigarrado conjunto de síntomas como bradipsiquia, apatía, taquicardia, ortostatismo, síncope, delirio y coma. M.T.T. |