Ictus: crece la incidencia en jóvenes
Los especialistas creen que efectivamente se observan incrementos en la incidencia, pero las causas tienen que ver fundamentalmente con los estilos de vida poco saludables.
Fenómeno de Baader-Meinhof: Dícese del sesgo cognitivo (muy común en los seres humanos) que se caracteriza por el aumento de la consciencia sobre algo en particular. Se ve muy claramente aplicado en la publicidad, pero puede ocurrir con personas o incluso con ideas y conceptos. También se llama ilusión de frecuencia porque parece que ese algo aparece con más frecuencia en nuestra vida. ¿Estamos sufriendo el fenómeno de Baader-Meinhof con el ictus? La percepción en la sociedad es que cada vez se producen más accidentes cerebrovasculares en personas jóvenes, ¿es acaso una ilusión o realmente está sucediendo?
En España es una enfermedad muy frecuente, señala Pablo Irimia, consultor del Departamento de Neurología de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), y que en nuestro país cada año entre 110.000 y 120.000 personas lo sufren. “Cada seis o siete minutos se está produciendo un ictus en España”, dice Irimia. Según el documento Ictus: Plan de actuación en Europa 2018-2030, de la Alianza de Ictus para Europa (SAFE, por sus siglas en inglés), hasta 2035 se espera en Europa un incremento en el número de ictus (un 34%), en las muertes por ictus (45%) y en los supervivientes con discapacidad (25%).
Aunque es cierto que está muy asociado a la edad -y cada vez somos más longevos-, Irimia subraya que en torno a un 15-20% de los pacientes tienen menos de 50 años. “Hay que recalcar que es una patología que puede afectar en cualquier edad de la vida, incluso a los niños”. Para muestra la muerte por ictus hace un par de semanas de Evan, un niño italiano de cuatro años.
¿Pero estas cifras entre pacientes jóvenes han crecido en los últimos años? “Primero hay que distinguir qué consideramos pacientes jóvenes. Algunas publicaciones lo sitúan por debajo de 45 años y otras por debajo de los 50. Son solo cinco años, pero muy significativos. En general los estudios no siempre son comparables, los estudios epidemiológicos son extraordinariamente complicados de llevar a cabo y en España prácticamente no hay. El más importante de ictus es Iberictus”, explica José Antonio Egido, coordinador clínico de la Unidad de Ictus del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y precisamente uno de los firmantes de Iberictus, que se publicó hace más de una década.
Es muy complicado tener datos reales de una población grande, continúa Egido. Hay datos del INE, aunque no está diseñado para criterios médicos, que indican que el ictus es la primera causa de muerte en hombres y mujeres en Madrid y en España es la segunda causa de muerte, aunque la primera en mujeres”. Pero incide en que saber si hay más ictus entre gente joven “es un tema extraordinariamente complejo, no es nada sencillo de responder”. Primero por esa dificultad para comparar estudios y segundo porque ahora se diagnostican más: “La gente sufría una hemorragia, o un derrame, otros un infarto cerebral… No había ese concepto unitario de lo que realmente es un ictus, que es todo eso, y puede favorecer una percepción de incremento”, añade Egido.
Sin embargo, menciona un estudio realizado en Dijon (Francia) que también pone sobre la mesa Ángel Chamorro, jefe de la Unidad de Ictus del Hospital Clínic de Barcelona. “Empieza a haber datos, hay que verlos con cuidado porque depende de qué registros sean, pero empieza a haber estudios poblacionales y nacionales o provinciales de hospitalización y todos ellos parecen converger, tanto en EEUU como en diversos países europeos. Este estudio francés, por ejemplo, habla de una incidencia de ocho ictus al año por cada 100.000 habitantes en los años 90 y 18 ictus al año por cada 100.000 habitantes en esa misma zona en 2005. Es más del doble, o sea, que sí hay datos que nos hablan de un incremento”, justifica Chamorro.
“Creo que quizá estamos más concienciados y se diagnóstica más. Ahora la gente joven, si tiene algún síntoma que en otro momento puede haber pasado más desapercibido, acude al médico o a urgencias, pero no creo que haya ahora mismo más ictus en los jóvenes por una circunstancia especial o porque estén apareciendo otras causas que produzcan el ictus. Está en relación con los factores de riesgo e igual hay más pacientes con hipertensión más jóvenes o con más diabetes, con una vida sedentaria…”, señala María del Mar Freijo, neuróloga del Hospital de Cruces (Barakaldo) y coordinadora nacional del Grupo de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Sobre las posibles causas de ese incremento en la incidencia en gente más joven, todos los especialistas coinciden en que se trata de una confluencia de factores. “Hay más alerta y sensibilidad sobre el tema. Antes los jóvenes pensaban que a ellos no les podía ocurrir y desde las sociedades científicas hemos trabajado para concienciar de que puede suceder en cualquier edad, que ante cualquier síntoma hay que llamar al 112 y desde atención primaria se hace cada vez mejor y hay más conciencia también”, señala Irimia. Esa prevención desde primaria se aprecia muy bien en la población mayor, donde la incidencia de ictus está disminuyendo, argumenta Egido. “La prevención está muy dirigida a los pacientes mayores, no tanto a los jóvenes. No existen, por ejemplo, programas de prevención de la obesidad, que cada vez es una lacra mayor en la infancia y se arrastra el resto de la vida”.
Hábitos poco saludables
Esos programas preventivos en personas mayores funcionan en los países desarrollados, acota Chamorro, pero está incrementándose también la incidencia de ictus en gente mayor en los países en desarrollo “porque están entrando en los hábitos de los que las sociedades avanzadas están saliendo. Y esos malos hábitos son los que se observan en la gente joven“.
Los estilos de vida poco saludables llevan al aumento de los factores de riesgo convencionales, que Freijo enumera: aumento de la hipertensión, la diabetes y el colesterol, la obesidad y el sedentarismo, el estrés, el consumo de tabaco y alcohol. “También de drogas como la cocaína, que tiene una gran propiedad vasoconstrictora, o los psicoestimulantes que tienen propiedades adrenérgicas que aumentan el tono muscular de la pared de las arterias y las puede colapsar”, agrega Chamorro.
Freijo señala las arritmias, concretamente la fibrilación auricular, como las causantes de muchos ictus en personas mayores o gente joven con cardiopatías de base. “Últimamente se ha aclarado, por ejemplo, el papel de una malformación muy frecuente en la población general que es el foramen oval permeable, que es una comunicación que hay entre las dos aurículas del corazón”, detalla Egido. “Es fisiológica en el vientre materno porque los pulmones del feto no funcionan, pero al nacer debe cerrarse para evitar que por el juego de presiones del corazón se pueda formar un trombo que pase a la circulación arterial. En un porcentaje de población que llega al 20-25% no se termina de cerrar del todo y queda una pequeña comunicación que a la mayoría de la gente no le da problemas, aunque se ha demostrado que estos pacientes jóvenes tienen más riesgo de ictus“.
Ojo a la polución
A todo este cóctel, Chamorro añade otros factores. “Está en fase de estudio la polución. Las estadísticas oficiales de la Asociación Americana de Ictus (ASA) no cuestionan ya su papel e incluso dan cifras de riesgo en cuanto a mortalidad generada por ictus en relación con la polución. Se está investigando porque por razones que aún no están bien perfiladas genera una respuesta inflamatoria que pudiera ser más potente en la gente joven”. Otro factor para Chamorro es la salud mental y la depresión, cada vez mayores entre los jóvenes. “Ese triángulo entre estado afectivo, hábitos de vida y riesgo de ictus podría ser otro elemento”.
Chamorro remata: “Y como guinda, y eso es un estímulo para los que llevamos décadas estudiando estas enfermedades, tenemos los ictus denominados criptogénicos, aquéllos que desconocemos su causa. Hacemos todo tipo de pruebas y estudios en el paciente y no encontramos nada, somos incapaces de contestar a la pregunta de por qué le ha pasado eso. Y si hay un grupo de población en el que es frecuente que pase eso es en los jóvenes. La semana pasada di de alta en el Clínic a un chaval de 26 años, deportista, con vida sana y al que no pudimos responderle por qué había tenido un ictus. Es otro de los elementos que tienen que meterse en la ecuación”.
Aunque en los últimos años se han hecho avances importantísimos en el tratamiento del ictus isquémico (con la trombectomía mecánica y la trombólisis o fibrinólisis) -no tanto en el hemorrágico-, que dan una oportunidad de mejorar al paciente que ha sufrido un ictus, remarca Irimia que la mejor estrategia de tratamiento en ambos tipos es la prevención. “Controlando adecuadamente los factores de riesgo, se podría prevenir el ictus hasta en el 90% de los casos”. R. Rocío García-Abadillo (DM)