¿Hacia una mejora de la eficacia del tratamiento de la metástasis cerebral?
Un grupo del CNIO halla tres perfiles terapéuticos que responderían a una lista de fármacos concretos.
El desarrollo de metástasis, la diseminación de células cancerosas desde el tumor primario a otros órganos o tejidos, es la principal causa de mortalidad por cáncer. Este tipo de recaída distal es cada vez más frecuente en el cerebro, un órgano que se protege de la entrada de tóxicos mediante la barrera hematoencefálica. Esta barrera, sin embargo, también evita que los fármacos penetren en él. Existen tratamientos locales y sistémicos, pero no son beneficios para la mayoría de los pacientes. Manuel Valiente, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), lidera un equipo que ha decidido dar “una vuelta de tuerca” con una investigación innovadora.
“No estudiamos la metástasis cerebral de acuerdo al tipo de tumor primario que la ha generado, que es como actualmente se hace el manejo de este tipo de pacientes, sino que interrogamos a las propias metástasis cerebrales”, explica Valiente. En los últimos tres años, el grupo ha estado analizando desde un punto de vista genómico las muestras vivas que han ido recibiendo de los 18 hospitales de la Red Nacional de Metástasis Cerebral (RENACER). “Hemos llegado a un sorprendente hallazgo: dentro de los centenares de muestras analizadas encontramos tres perfiles terapéuticos que responderían a una serie de vulnerabilidades específicas que son importantes en el cerebro, pero no quizás en otro órgano”, afirma. Cada uno de estos tres grupos, añade, “respondería a una lista de fármacos concretos”.
El equipo está testeando ya fármacos en muestras de pacientes. El objetivo, apunta Valiente, es acabar con uno o dos fármacos que hayan presentado buen desempeño en los análisis y abordar un ensayo clínico. La ventaja, agrega, es que muchos fármacos con los que están trabajando están ya aprobados para poder ser empleados en un ensayo clínico. Además de personalizar el tratamiento, esta estrategia pionera permitiría también generar biomarcadores no invasivos. M. Baldomà