Fatiga y falta de sanitarios
Por Antoni Trilla, epidemiólogo. Hospital Clínic. Barcelona.
Seguimos en situación complicada. Las restricciones anunciadas esta semana en varios territorios españoles, duras y difíciles para varios sectores económicos, han de servir para frenar la progresión de la Covid-19. Los índices de riesgo son altos y el número de pacientes que requieren atención en los CAP o ingreso en nuestros hospitales, incluidas las ucis, está aumentando peligrosamente.
Esta columna está dedicada a los trabajadores sanitarios de todo el mundo que están combatiendo la Covid-19 y que mantienen en funcionamiento los servicios sanitarios en esta emergencia. Está dedicada especialmente a aquellos que se han infectado por el coronavirus –que, en España, suponen hasta un 10% de todos los casos de Covid-19– y a los que han perdido su vida en su esfuerzo para mitigar esta enfermedad.
Los profesionales sanitarios estamos hoy fatigados física y mentalmente. Y no en una proporción despreciable. Un estudio reciente sobre el impacto de la pandemia en la salud de médicos y personal de enfermería, coordinado por el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, indica que el agotamiento físico y mental de los médicos a causa de la pandemia ha llevado a uno de cada cuatro de nosotros a cuestionarse seguir ejerciendo la profesión, cifra que llega a uno de cada tres en el caso de los médicos de atención primaria. La mitad de nosotros afirma sentirse con menos fuerzas para hacer frente a la segunda ola pandémica. Sin duda, este no resulta el mejor panorama con vistas a los próximos meses.
La salud, el bienestar y la seguridad de los trabajadores sanitarios es una responsabilidad moral y legal de los gobiernos. Garantizar las tres cosas es esencial para proporcionar una respuesta efectiva a la pandemia y para que el sistema sanitario pueda seguir funcionando normalmente.
Los profesionales sanitarios no pueden reponerse como los medicamentos o los equipos de protección. Deben cuidarse adecuadamente. Hay una más que preocupante falta de profesionales, especialmente crítica en enfermería, hecho que tensiona notablemente nuestro sistema de salud. Muchos profesionales sanitarios trabajan en un entorno laboral de alta demanda, alto riesgo y alto estrés durante muchas horas cada día. Las bajas laborales y los profesionales que no trabajan en condiciones físicas o mentales óptimas, agravan aún más la situación. Necesitamos plantillas suficientes, adecuadas y con periodos de descanso justos. Hay que reducir la carga de trabajo administrativo. Hay que garantizar buenas condiciones de prevención de riesgos para nuestra salud, con equipos de protección individual en cantidad y calidad suficientes y formación continuada en su utilización.
Los profesionales de la salud no nos rendiremos nunca, no lo duden. Haremos bien nuestro trabajo. Pero todos debemos entender que, sin la ayuda de toda la sociedad para lograr reducir la transmisión del virus, resistir ahora será más difícil.