Embriones animales para obtener órganos aptos para trasplantes

Japón autoriza los embriones animales con células humanas

La consecución de quimeras biológicas, entendidas como aquellos organismos en los que se mezclan células procedentes de dos especies diferentes, es el sueño de muchos investigadores. Especialmente de aquellos que trabajan en el área del trasplante de órganos. Se intentó sin éxito hace casi medio siglo para trasplantar órganos de animales a humanos y, tras una moratoria internacional, se abrió un periodo experimental utilizando sólo modelos animales. También fracasó. Ahora Japón retoma la carrera innovando en la técnica y modificando las restricciones legales. Las células humanas, en forma de células madre iPS, se implantan en embriones animales para obtener órganos humanos. Hasta ahora los embriones no podían superar la quincena de días, pero a partir de septiembre, como se explica en la revista Nature, se permitirá que nazcan y estudiar su evolución.

Los primeros experimentos autorizados por la administración japonesa los llevará a cabo el investigador Hiromitsu Nakauchi, que lidera equipos científicos en la Universidad de Tokio y la Universidad de Stanford. La intención es “cultivar” células humanas en embriones de ratón y de rata y, posteriormente, hacer crecer los embriones “quiméricos” en lo que vendría a ser un embarazo subrogado. Por tanto, el objetivo es que los embriones evolucionen con órganos humanizados. La meta a largo plazo es que el experimento se pueda reproducir en mamíferos aptos para el trasplante de órganos en humanos, por ejemplo, simios o cerdos. Los primeros por proximidad filogenética; los segundos, por las características físicas y morfológicas. Y, también, para salvar lo más que seguro debate ético.

Nakauchi tiene previsto investigar “embriones híbridos” de ratones, ratas y cerdos. En todos los casos se quiere bloquear el gen que facilita el normal desarrollo del páncreas del animal para luego implantar las células iPS procedentes de la reprogramación de cualquier célula adulta -de la piel, normalmente- hasta el estadio de célula madre. Entonces, estas se programan para conseguir un órgano o tejido determinado. Como se ha visto en experimentos previos, el embrión utiliza estas células de origen humano para hacer el nuevo órgano. El investigador japonés consiguió con esta técnica desarrollar con éxito un páncreas de ratón en una rata con diabetes, pero fracasó en un intento similar entre un ratón y una cabra.

La generación de quimeras para trasplantes tiene su primer precedente en Estados Unidos en la década de los 80, cuando se practicaron diversos entre simios y humanos en Chicago. La práctica se abandonó y se abrieron líneas experimentales para trasplantar órganos de cerdos modificados a simios. Pero la imposibilidad de vencer el rechazo hiperagudo provocado por el sistema inmunitario del receptor, que destruye el órgano implantado en muy poco tiempo, obligó a abandonar los experimentos. Rafael Máñez, del Hospital Juan Canalejo de A Coruña, había sido uno de los grandes impulsores de la investigación en trasplantes. Máñez trabaja ahora en el Hospital de Bellvitge, lejos de esta línea de investigación.

Desde su origen moderno, la ambición de los investigadores en xenotrasplante -de una especie animal a otra, incluyendo los humanos- ha sido resolver la respuesta inmunitaria del receptor tanto por la vía de alterar las condiciones del donante como del mismo receptor o ambas a la vez. La eclosión reciente de las células madre iPS ha abierto la puerta a nuevos experimentos, pero también a un debate ético: ¿podría ocurrir que las células iPS facilitaran la formación de órganos no deseados y aberrantes? ¿Que las células migraran al cerebro u otros tejidos? ¿Que se induce la formación de tumores? Por ahora, ninguna de estas preguntas no tiene respuesta. Nakauchi dice en Nature que la aprobación en Japón le permitirá dar respuestas “adecuadas”. X. Pujol.

 

 

 

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