Dermatitis atópica, una enfermedad más grave de lo que parece
Un nuevo inhibidor consigue una rápida mejora, en los dos primeros días, en síntomas como el picor intenso y el enrojecimiento. La dermatitis atópica es una patología que afecta significativamente a la calidad de vida.
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria cutánea que, en estos momentos y al igual que otras enfermedades autoinmunes, carece de una estrategia resolutiva. Sin embargo, su curso patológico -caracterizado por una clínica heterogénea- se manifiesta por sequedad en la piel, intensos picores y lesiones eczematosas recurrentes que en las formas moderadas a graves condicionan gravemente y de forma crónica la vida del afectado. Por ello, los profesionales insisten en la importancia de investigar en nuevas estrategias que permitan estabilizar la enfermedad de una forma rápida y eficaz.
Y estas son, precisamente, las dos principales características de abrocitinib, un nuevo inhibidor selectivo de la Janus cinasa 1 (JAK1) de administración oral, comercializada como Cibinqo por la farmacéutica Pfizer, que ya está disponible en España.
Se trata de una pequeña molécula -no es un biológico-, que inhibe selectivamente la JAK1 y que parece ser la moduladora de una cascada de citocinas implicadas en la fisiopatología de la dermatitis atópica.
Su indicación hace referencia al tratamiento de la dermatitis atópica de moderada a grave en pacientes adultos, mayores de 18 años, candidatos a terapia sistémica.
La rapidez de acción sobre el picor intenso y el enrojecimiento, entre otros aspectos, -en los estudios clínicos incluso se ha mostrado en algunos pacientes a partir del primer o segundo día de su administración-, el control sostenido de la mejoría y su repercusión favorable sobre la calidad del sueño -alterado por el intenso picor nocturno-, se produce de una manera evidente a las dos semanas, lo que supone una mejora en la calidad de vida global del paciente”, señala Pablo de la Cueva, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Infanta Leonor, en Madrid, y participante en los estudios en los que se ha basado su aprobación.
Los resultados, según Daniel Arumí, director médico de la Unidad de Inflamación e Inmunología en Pfizer España, también hacen referencia a que esta nueva opción terapéutica ha demostrado su eficacia en el aclaramiento de la piel, la mejora del picor y el control de la extensión y la gravedad del eczema.
Afectación que avanza
Según los últimos datos, un millón y medio de personas padece esta enfermedad. En España, entre un 15-20% de niños y entre un 5-10% de adultos están afectados. Se calcula, además, que de ese millón y medio de personas, un 30% se corresponde con enfermedad de moderada a grave. Además, en los últimos 30 años, su prevalencia se ha triplicado en nuestro país.
A pesar de la prevalencia de la enfermedad, la dermatitis atópica sigue siendo una desconocida. En principio, porque no todo lo que se diagnostica como dermatitis atópica lo es y porque un 20% de los españoles afirma no saber qué es y un 30% cree que está causada por problemas alérgicos o de higiene, según la información de una encuesta realizada en España por Pfizer para conocer qué sabe realmente la población española sobre esta dermopatía. Es más, siete de cada 10 personas consideran que no es una enfermedad grave, cuando la realidad marca tres tipos bien diferenciados: leve, moderada y grave.
De la Cueva ha destacado la importancia de realizar diagnósticos diferenciales, sobre todo en los niños, ya que es un colectivo en el que se sospecha existe un sobrediagnóstico de dermatitis atópica, lo que se acompaña de efectos negativos.
“Un porcentaje elevado de patologías dermatológicas en la infancia son, a veces, catalogadas de dermatitis atópica cuando no lo son. Se produce, por tanto, una globalización de que todo el mundo tiene dermatitis atópica y eso, indirectamente, hace que se banalice, lo que resulta perjudicial para el abordaje de esta enfermedad, infravalorando al paciente grave”.
Este hecho puede suponer además que los diagnósticos se retrasen. En el adulto, por ejemplo, pueden pasar meses o años. Por ello es tan importante “el diagnóstico inicial y el diferencial, ya que esta enfermedad puede confundirse con otras dermopatías como urticaria, psoriasis, liquen plano o dermatitis seborréica, por ejemplo, que son patologías distintas, con abordajes distintos”.
El dermatólogo señala que aproximadamente el 70% de los pacientes tienen una reducción muy elevada de los signos y síntomas. “Los estudios de eficacia están programados para años, pero ya disponemos de datos a más de un año. Es importante también que la nueva molécula permite a los profesionales saber muy pronto si el tratamiento funciona. Al inhibir la señalización de múltiples dianas, la mejoría es muy rápida lo que, clínicamente, es importante”.
Señala además que, a día de hoy, no hemos cambiado la historia natural de la enfermedad. Hemos eliminado signos y síntomas. Pero, nuestra esperanza es que, teniendo la inflamación controlada, el paciente pudiera, en un futuro, estar sin terapia farmacológica.
De la misma forma, el dermatólogo señala que, actualmente, no existen marcadores biológicos o clínicos que puedan sugerir si un paciente no va a responder a los tratamientos clásicos y, por tanto, pudiera ser candidato precoz a esta innovación terapéutica.
“Hay muchos estudios en este sentido porque es una tendencia de medicina individualizada. Sin embargo, actualmente no hay ningún marcador previo que indique falta de respuesta a tratamientos clásicos, aunque sí hay ciertos perfiles en los que el avance de la enfermedad podría ser mayor”.
La aprobación de este inhibidor de la JAK1 se ha basado en los resultados de cinco estudios clínicos en los que han participado más de 2.800 pacientes, incluyendo cuatro ensayos de fase 3 y un estudio prospectivo a largo plazo aún en curso, en los que la molécula ha demostrado mejoras significativas a través de los indicadores del alivio de los síntomas y del control de la patología frente a placebo.
En un ensayo que incluía un grupo de control activo con dupilumab, que evaluó a pacientes con tratamiento farmacológico tópico de base, Cibinqo de 200 mg se asoció con mayor alivio del picor después de dos semanas frente a dupilumab. La nueva molécula también demostró un perfil de seguridad constante en todos los ensayos, incluso en un estudio de extensión a largo plazo, y mostró un perfil de riesgo-beneficio favorable.
España, referente en investigación clínica y segundo país europeo en la realización de estudios clínicos del grupo, ha tenido un papel clave en el desarrollo clínico de abrocitinib, con la participación de 21 hospitales españoles en los ensayos clínicos. Raquel Serrano