La gripe puede desencadenar eventos cardiovascular importantes
La vacunación está recomendada no solo como medida de prevención individual, sino como estrategia de prevención comunitaria
La infección por el virus de la gripe puede desencadenar complicaciones cardiovasculares en mayor medida que en otras infecciones víricas. De hecho, el riesgo de infarto durante la primera semana tras una infección por el virus de la gripe es seis veces superior al de otro tipo de infecciones y esta diferencia de riesgo se mantiene elevada al menos dos semanas tras la infección, según datos aportados por la especialista en Cardiología Amelia Carro, del Instituto Corvilud de Asturias.
“Además del riesgo de infarto de miocardio, la infección por el virus de la gripe puede precipitar con mayor frecuencia episodios de accidente cerebrovascular, como ictus”, señala esta experta, miembro de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología
Uno de los factores que aumentan el riesgo de infarto e ictus es la desestabilización de las placas de ateroma, que son acúmulos de colesterol, plaquetas y otros productos de desecho acumulados en las arterias. Por lo tanto, personas con mayor número de placas, pero también de su volumen y ciertas características de su composición, presentan mayor vulnerabilidad. Suelen ser personas con diabetes, hipertensión o niveles incrementados de colesterol, y el riesgo también está asociado al tabaquismo, a ser mayor o ser hombre. La obesidad, el sedentarismo, enfermedades autoinmunes o reumáticas y el consumo de ciertas sustancias (como corticoides, suplementos energéticos, drogas o tóxicos, alcohol o ultraprocesados) también intervienen en los problemas cardiovasculares de la infección gripal.
Necesidad de mayor concienciación
El grado de concienciación acerca de estas complicaciones es escaso, e incluso entre los profesionales sanitarios es necesario promover el conocimiento sobre ellas y su prevención, mediante la vacunación en población susceptible. Para esta experta, “la baja percepción de vulnerabilidad resulta paradójica ante una enfermedad para la que cada año se destinan recursos a desarrollar estrategias para la concienciación y promoción de vacunación, más aún teniendo en cuenta que la vacunación antigripal es una medida universal y gratuita en nuestro medio”.
En su opinión, la primera línea de actuación son las medidas preventivas para reducir la transmisión del virus (como la higiene de manos, la distancia social o el empleo de mascarilla), que deberían ser aplicadas de forma universal, independientemente del riesgo. En segundo lugar, Amelia Carro apuesta por las recomendaciones de vacunación, no solo como medida de prevención individual, sino como una estrategia de prevención comunitaria. “Las personas contribuyen a reducir el riesgo de complicaciones de la población de forma global; por eso, cuidadores, convivientes, incluso niños, que están en contacto con personas en riesgo forman parte de la población prioritaria para la vacunación”, señala.
Más allá de la prevención, esta cardióloga ve necesario el control de los factores de riesgo mencionados. “Conductas como cumplir con los tratamientos de hipertensión, diabetes, o colesterol, no fumar, evitar el sedentarismo o llevar una alimentación adecuada contribuyen a una mayor estabilidad de patologías crónicas y, por tanto, menor riesgo de descompensación”, afirma.