¿Por qué no tenemos pandemia de gripe?
No se le echa de menos, y menos en el terrible contexto de la tercera ola de la pandemia por covid-19 y los efectos del temporal de nieve Filomena, pero es noticiable, por excepcional, que a estas alturas aún no haya indicios de la epidemia estacional de gripe en nuestro país.
Según información del Instituto de Salud Carlos III, el pico de cada epidemia estacional se suele alcanzar en España entre la semana 47 (temporada 2003/2004, la más temprana) y la semana 9 (temporada 2015-16, la más tardía). No obstante, en el 70% de las temporadas el pico se alcanzó entre la semana 2 (segunda semana de enero) y la semana 6 (segunda semana de febrero); es decir, justo estos días.
La noticia es buena, fantástica, puesto que se esperaba la tormenta perfecta en caso de solaparse las dos pandemias (gripe y covid-19). ¿Cuál es el motivo de la ausencia de la gripe? Es lógico pensar que el esfuerzo por aumentar la cobertura de la vacunación antigripal haya surtido efecto especialmente en grupos de riesgo; y que las medidas de higiene, distanciamiento social y las mascarillas por la covid-19, complementariamente, pueden haber resultado determinantes.
Es curioso, además, que el fenómeno de la disminución generalizada de la circulación de virus gripales se haya observado a nivel mundial (tranquilizó algo en nuestra latitud no verla en el hemisferio sur –Australia y Nueva Zelanda- durante sus meses de invierno). Y también es destacable que el virus respiratorio sincitial, que a menudo precede a la epidemia de gripe y que afecta especialmente a niños, no nos haya dado guerra tampoco.
Pero para ser cautos, y no cantar victoria antes de tiempo, habría que confirmar que la crisis sanitaria por la covid-19 no haya afectado excesivamente a la vigilancia.
Según el Sistema de Vigilancia de la Gripe en España, “la emergencia de covid-19 durante febrero y marzo de 2020 produjo una distorsión de estos sistemas de vigilancia, tanto las redes de vigilancia centinela en Atención Primaria (AP) como a la vigilancia de la gripe en el ámbito hospitalario, afectando profundamente a su funcionamiento en todas las comunidades autónomas (CCAA). Esta distorsión continúa al inicio de la temporada de gripe 2020-21, lo que obliga a replantear y adaptar la vigilancia de la gripe”.
El número de muertes por gripe en España ascendió a 1.852 en 2018, una cifra nefasta que supuso un aumento considerable respecto a años anteriores. Pero, en comparación, ¿cómo calificar que los fallecidos oficialmente por la pandemia de covid-19 sean ya 53.079 en España y el exceso de muerte, según el Instituto Nacional de Estadística, de 80.202 personas entre el 15 de marzo y el 27 de diciembre de 2020 (en relación al mismo periodo del año anterior)?
¿Qué efecto podría tener la coexistentencia de las dos pandemias? Sería magnífico no llegar a saberlo nunca. C. Fernández Fernández