El estrabismo no sólo es un problema estético
IDOIA R. MAIZTEGUI. Denominamos estrabismo a la pérdida de paralelismo de los ojos. Se calcula que afecta al 4% de la población infantil, siendo una de las enfermedades oculares más frecuentes en el niño. El desarrollo de la visión requiere de un largo aprendizaje que se inicia en el nacimiento y se culmina a los 8-9 años de edad, siendo los cuatro primeros los de mayor progresión.
En condiciones normales, los ojos miran al mismo objeto y el cerebro es capaz de integrar las dos imágenes, provenientes de cada ojo, para obtener una imagen única de características tridimensionales. Para que esta coordinación funcione, existe un complejo sistema encargado de transmitir las órdenes desde el cerebro a cada uno de los músculos extraoculares. Cuando falla alguno de estos circuitos, aparece el estrabismo. Su consecuencia más grave es la ambliopía u “ojo vago”. Se produce porque cuando un ojo se desvía, el cerebro suprime la visión de éste para evitar la visión doble, interrumpiendo su desarrollo visual, y derivando un “ojo vago”. Otra de sus consecuencias es la pérdida de la visión binocular, es decir, de la capacidad de ver en 3D.
Según la dirección, los estrabismos pueden ser horizontales, verticales, torsionales o mixtos. En algunos casos el factor desencadenante es un defecto de refracción, especialmente la hipermetropía, o la mala visión de un ojo. El estrabismo no se puede prevenir, pero sí detectar de forma precoz. Es por ello que resulta fundamental realizar una exploración completa a los dos años de edad, aunque no haya ningún síntoma, y otra a los cinco o seis años, antes de completar la maduración del sistema visual.
Para que sea eficaz, el tratamiento debe ser lo más precoz posible. En primer lugar, debemos corregir el error refractivo, si existe, mediante gafas o lentillas. En algunos casos, la corrección óptica por sí sola puede compensar la desviación. En segundo lugar, en los casos en los que se ha producido ambliopía en el ojo desviado, debemos recuperar su agudeza visual. Para ello, el método más eficaz consiste en la oclusión del “ojo sano” mediante un parche, forzando así el uso del “ojo vago”. Las posibilidades de recuperación de una ambliopía son altas si se trata antes de los cuatro años. A partir de esta edad, el porcentaje disminuye, siendo prácticamente imposible a partir de los nueve o diez años, por lo que es vital el diagnóstico precoz. Una vez corregido el defecto refractivo y la ambliopía, si persiste la desviación, se procederá a tratamiento quirúrgico.
IDOIA R. MAIZTEGUI. Especialista en motilidad ocular y visión binocular del C. O. Barrraquer