Claves para normalizar la menopausia
Por PATRICIA FERNÁNDEZ MARTÍN, psicóloga clínica.
Información y comunicación son necesarias para que las mujeres no se sientan vulnerables y frágiles
Estás menopáusica perdida” o “eres una hormona con patas”. Seguimos escuchando frases como estas porque el humor es una herramienta habitual para enfrentarse a los tabúes. Y la retirada de la menstruación lo sigue siendo. Lo ideal sería normalizar los síntomas de la menopausia sin patologizarlos, pero tampoco se puede quitar importancia a las dudas, los miedos y las inseguridades de muchas mujeres ante este proceso nuevo para ellas. Suele empezar entre los 45 y 55 años y tiene una duración imprevisible (entre 6 y 14 años) que depende de múltiples factores, como el estilo de vida, la genética, la edad de comienzo, enfermedades asociadas… Cada mujer lo vive de una manera distinta por la interacción de variables de tipo psicológico, biológico y sociocultural. La mayoría lo experimenta sin contratiempos, pero hay un perfil concreto de mujeres que puede que se sientan más vulnerables y frágiles y que precisen de una intervención más personalizada. Según la psiquiatra Marina Díaz Marsá, es en la perimenopausia, la época previa al cese de secreción de estrógenos, cuando el riesgo de depresión es muy significativo. Además, coincide con un periodo en la vida en el que se puede juntar con algún suceso vital estresante (personal, social o familiar) que exacerbe el cuadro. Por ejemplo: el sobresfuerzo en la conciliación, los cuidados de personas mayores, hijos o nietos, tener problemas económicos, el síndrome del nido vacío o del nido lleno, cuando no problemas de salud, y no pocas veces, todo ello a la vez. Como dice Marta Sanz en su libro Clavícula, “las condiciones de vida se clavan en el cuerpo”.
Hay mujeres que experimentan reacciones emocionales que les sorprenden, como irritabilidad, falta de motivación, inseguridad y decaimiento. O problemas cognitivos como olvidos y dificultades para concentrarse. No es infrecuente que a algunas les cueste aceptar la finalización de la etapa de fertilidad, especialmente si han querido y no han conseguido ser madres. Otras tienen miedo a dejar de ser atractivas y les supone dificultades aceptar los cambios que atraviesa el cuerpo. Hay personas que tienen miedo al proceso de envejecer, y al ser relativamente frecuente en ese periodo la aparición de enfermedades crónicas, todo esto incrementa la conciencia de vulnerabilidad. La mayor preocupación de otras es perder el deseo o disfrutar menos de las relaciones sexuales. En el extremo contrario, la menopausia puede suponer la liberación de unas reglas dolorosas o intensas, endometriosis o incluso miedo al embarazo, como señala Marta García Solano, médica preventivista.
Cómo se afronta esta etapa depende mucho de la persona y del entorno. Las reacciones pueden oscilar entre sorpresa, negación, vergüenza, rabia u obsesión, o una mezcla de todas las anteriores. Los aspectos psicológicos pueden tener repercusión en las relaciones sociales, de pareja y familiares si no se manejan adecuadamente. En el ámbito de la pareja, el dolor puede hacer que cada vez se espacien más las relaciones sexuales, haciendo a las mujeres sentirse culpables. En el ámbito laboral, muchas se sienten incapaces de hablar con naturalidad de su estado por temor a ser estigmatizadas.
Si se tienen dudas, es bueno consultar al médico, no solo para saber diferenciar síntomas normales de otros patológicos, sino porque mayor conocimiento lleva a una mayor aceptación. La nueva medicina trata de individualizar el tratamiento a las necesidades particulares de cada mujer y ayuda a tener actitudes más positivas hacia los cambios en el físico, a escuchar, sentir y aceptar sin miedo que el cuerpo habla de manera distinta, como señala la ginecóloga Mercedes Herrero Conde. La menopausia puede ofrecer una oportunidad para replantearse la importancia de la salud y cultivar un estilo de vida óptimo o un envejecimiento saludable, sin estigmas, que dé más valor a la nutrición, el ejercicio, disminuir hábitos tóxicos y promocionar actividades físicas y sociales, como insiste la médica de familia Julia Caballer Rodilla.
En el ámbito psicológico, fomentar la resiliencia puede ser beneficioso para afrontar los miedos y las quejas. Esto significa otorgar a la menopausia nuevos significados. Por ejemplo, en esta fase vital se despierta el deseo de sacar a la luz necesidades que habían quedado reprimidas por las prioridades de los años fértiles. Muchas mujeres que ya han terminado ese periodo expresan que se sienten más inteligentes, dueñas de sí mismas, más libres, menos autoexigentes, con más energía y más atractivas. Esto puede tener que ver con la redefinición de roles y el beneficio de quitarse cargas mentales. Resulta vital la comunicación con la pareja y con el entorno familiar o social de la nueva realidad o las nuevas necesidades. El apoyo social, familiar o de la pareja ayudará a manejar los factores estresantes de manera más efectiva.
Hay libros que pueden ayudar a entender este periodo. Nuestra menopausia, una versión no oficial, de Anna Freixas, habla de los cambios positivos tras la menopausia. El último verano de Mrs. Brown, de Doris Lessing, trata del autodescubrimiento femenino durante esa etapa. En Las vidas privadas de Pippa Lee, de Rebecca Miller, la protagonista descubre que el sexo posmenopáusico puede ser la mejor solución y que nunca es tarde para un nuevo amor.
La menopausia es un trayecto más en el continuo de las etapas vitales por las que transitamos. Y puede ser muy enriquecedora. Se abandonan ciertos roles para interpretar otros igualmente emocionantes. Nombrarlo y mostrarlo es una buena manera de ayudar a su visibilidad y normalización. (EP)