Comunidad de pacientes contra la posible retirada de los inhaladores en aerosol presurizado
Afirman que son necesarios para algunas personas con enfermedades respiratorias y que la salvaguarda de la salud debe prevalecer sobre el medio ambiente.
Sociedades científicas y asociaciones de pacientes han alzado su voz contra el posible cambio en la normativa para controlar la utilización de los gases fluorados en productos farmacéuticos. Esta limitación afectaría a los inhaladores en aerosol presurizado, utilizados por personas con enfermedades respiratorias para garantizar que el medicamento llega a los pulmones.
“Se verían afectados los pacientes que no pueden coger el aire de manera enérgica (con flujos inspiratorios inferiores a 30ml/min), así como personas con dificultades a la hora de manejar y cargar dispositivos más complejos como los de polvo seco o nube suave, cuya complejidad a la hora de preparar el dispositivo antes de inhalar es un poco superior a los presurizados, que es simplemente agitar y apretar un botón”, explica David Díaz, coordinador del Área de Enfermería de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, SEPAR. Entre estos pacientes se encuentran niños y personas mayores con movilidad reducida o falta de habilidades motrices, afirma Irantzu Muerza, responsable de la Coordinadora de Asma de la Federación Española de Asociaciones de Pacientes Respiratorios (FENAER) y presidenta de la Asociación de Apoyo a Personas afectadas por el Asma de Bizkaia, ASMABI.
Un aspecto a tener en cuenta, según Díaz, es la percepción de inhalación al usar el aerosol, que ayuda a la adhesión terapéutica, fundamental en enfermedades como EPOC y asma. Opina que cualquier modificación de inhalador debe ir acompañada de una justificación clínica y tener en consideración las preferencias del paciente. “Si les cambiamos de dispositivo, posiblemente se produzca un empeoramiento de su estado de salud”, asegura.
Coincidiendo con él, Muerza afirma que “los médicos tienen que aplicar el mejor tratamiento posible a cada paciente teniendo en cuenta sus circunstancias”. “Para muchos de nosotros limitar su uso supondría renunciar al ‘salvavidas’ que nos libra a menudo de ingresos hospitalarios”, señala.
Por estos motivos, desde el Área de Enfermería de SEPAR consideran que hay que practicar políticas de disminución del efecto de la huella de carbono con industrias que tengan un impacto mayor. “Además, la industria farmacéutica está trabajando en componentes verdes”, señala. En la misma línea se expresa la presidenta de ASMABI: “Somos los primeros en urgir cambios para reducir las emisiones contaminantes, pero creemos que el uso de inhaladores no es un tema ambiental sino de salud. Las asociaciones hacemos un llamamiento a las administraciones sanitarias y gobernantes. Padecemos patologías crónicas de altísima prevalencia y necesitamos saber que vamos a disponer del mejor tratamiento posible y que mejor se adapte a nosotros”, declara.
Entidades europeas como la Sociedad Europea de Enfermedades Respiratorias (ERS, por sus siglas en inglés) o la Federación Europea de Asociaciones de Pacientes con Alergias y Enfermedades de las Vías Respiratorias (EFA), también se han posicionado en contra de la limitación de estos productos. L.J. MADRID